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Entrevista a Abdelyabar al-Kubaysi, secretario general de la Alianza Patriótica Iraquí, tras su liberación

«Varios detenidos murieron bajo tortura»

Fuentes: IraqSolidaridad

Kulu al-Arab (K.al-A.): ¿Puedes hacernos un resumen de tu período de detención? Abdelyabar al-Kubaysi (A.al-K.): He estado detenido durante 16 meses en la cárcel de Campo Cropper, situada en el Aeropuerto Internacional de Bagdad, donde además se encuentra la base estadounidense más grande del país. Al inicio de mi detención, los interrogadores estadounidenses me mostraron […]

Kulu al-Arab (K.al-A.): ¿Puedes hacernos un resumen de tu período de detención?

Abdelyabar al-Kubaysi (A.al-K.): He estado detenido durante 16 meses en la cárcel de Campo Cropper, situada en el Aeropuerto Internacional de Bagdad, donde además se encuentra la base estadounidense más grande del país. Al inicio de mi detención, los interrogadores estadounidenses me mostraron carpetas que decían contener información sobre mí desde 1960. Mi interrogatorio duró seis meses y era, en su práctica totalidad, de carácter político. Incluso me preguntaron sobre personalidades políticas árabes y extranjeras. En el último tramo del interrogatorio me dijeron que no creían nada de lo que yo les decía. Mi respuesta fue: «Ése es vuestro problema».

En los primeros seis meses de mi detención me introdujeron en zulo, construido en un habitáculo de madera un poco más grande. Pero los primeros 11 días los pasé en una caja [de madera] en la cual apenas cabía mi cuerpo.

Tras estos seis primeros meses me trasladaron a donde estaban los detenidos políticos.

Durante mi tiempo de detención he podido hablar con todos ellos, con la excepción de Tareq Aziz y Taha Yasín Ramadán [2], al que veía de lejos, pero con quien nunca coincidía. Con los que he conversado mucho han sido con Qays al-Aazami, Humam Abdel Kader, Humam Abdel Jalek, Abdel Atawab Hwich, Ahmed Mortada, Hussam Mohamed Amin, Sutam Alhammud y Abd Hammud, además de varios oficiales de los servicios secretos iraquíes. Había un total de 103 detenidos en esta cárcel.

Antes de ponernos en libertad nos preguntaron si teníamos un destino de preferencia. Yo y otros cinco elegimos Bagdad, y otros cinco más Tikrit; otros eligieron Amán, incluidas las señoras Huda Saleh Ammach y Rihab Taha, dado que temían ser asesinados por las milicias de Badr [3].

En la cárcel [del Aeropuerto de Bagdad] hay unos 65 detenidos [dirigentes del depuesto gobierno y del partido Baaz] en espera de juicio. Pero es probable que se libere a algunos de ellos, como a Mohamed Mahdi Saleh (que fue ministro de Comercio), Abdel Atawab Hwich y Saad Abdel Majid al-Faysal (ex funcionario del ministerio de Exteriores), Fadel Mahmud Gharib y Jalil Sarhan (miembros de la dirección del Partido Baaz), y Hamed Challah (comandante de las Fuerzas Aéreas) [4]. Son un total de 12 los detenidos que aun no han comparecido ante ningún juez, pero puede que terminarán haciéndolo en el futuro.

Lo que esencialmente caracteriza a este centro [de detención] es que esta totalmente aislado del resto del mundo. El preso no ve más que a los soldados estadounidenses -aunque posteriormente a mí se me permitió poder contactar a mi familia durante diez minutos cada 40 días, y lo mismo hicieron con los demás detenidos, que podían ver a sus familias durante 20 minutos cada cuatro meses. Estas medidas afectaban a todo el mundo.

K.al-A.: ¿Qué trato recibisteis de los ocupantes durante los días previos a tu liberación?

A.al-K.: Antes de mi liberación, me pidieron los estadounidenses firmar una declaración contra la violencia y comprometiéndome a no actuar en contra del gobierno iraquí y de las fuerzas multinacionales de ocupación, y de estar en contra de cualquier actividad en contra de ellos y de comprometerme de todo ello ante las fuerzas de seguridad [iraquíes], además de dejar de expresarme políticamente en los medios de comunicación durante un año y medio.

Les pregunté si pretendían que acabara trabajando como confidente, y me negué a firmar aquel documento. También le dije a un general estadounidense que si había pasado tanto tiempo detenido había sido por haber rechazado lo que me estaban ahora proponiendo y que si a estas alturas pretendían convertir en su espía. Y añadí: «¿Se imagina usted que yo pueda callarme sobre lo que esta pasando en mi país?». Abandoné entonces la sala de interrogatorio y me dirigí a mí modulo. Me siguió el general y me dijo: «Bien, firma lo que quieras y tacha lo que no quieras».

Entre los puntos que contenía aquel documento había uno que se refería al «[] apoyo una reconciliación nacional en un Iraq unido», y otro punto que afirmaba haber «[] sido informado de que el Partido Baaz ha sido proscrito por ley» [5]. Otro punto hacia referencia a mi «[] disposición a comparecer ante la justicia si así se disponía», aunque durante todo el tiempo que ha durado mi detención siempre he enviado cartas al Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) solicitando bien mi liberación, bien mi enjuiciamiento ante un juez iraquí. Así que he firmado dando mi consentimiento a estos puntos y he tachado los demás puntos.

Al salir de la cárcel me entregaron un certificado de haber sido detenido, en el cual figura un teléfono de contacto personal por si los soldados deciden arrestarme otra vez.

Interrogatorios

K.al-A.: ¿Qué tipo de discusiones tenias con los interrogadores?

A.al-K.: Los interrogatorios y sus procedimientos eran fatigosos. Se cambiaban los interrogadores permanentemente, y las sesiones duraban más de 20 horas, tiempo que siempre pasábamos con las manos y los pies atados, y los ojos vendados. Los interrogadores estaban formados por grupos de cuatro estadounidenses de la CIA o de otras instancias, e iban cambiando permanentemente.

Nos pedían informaciones sobre la resistencia, o sobre las mezquitas de Faluya, y otras cuestiones concretas. Luego las discusiones pasaron a ser en torno a la ocupación misma, y al dinero de Iraq robado. (Les dije en una ocasión que eran unos ladrones, y el interrogador me contestó que no eso era verdad; seguidamente le eché en cara que él y su padre y su presidente eran todos ladrones.)

Para justificar mi detención, los interrogadores elaboraron unas acusaciones que no llegaban a ser cargos, porque sabían que no eran veraces, y no porque yo me negara a confirmarlas, pues consistían en que yo me dedicaba a movilizar a las fuerzas árabes y europeas en contra de la ocupación, o que yo había tenido reuniones con Sadam Husein para organizar la acción de la resistencia para después de la ocupación [6], o que yo era el coordinador político de islamistas, sadristas [7] y baazistas, además de ser un teórico político de la resistencia.

Uno de los interrogadores me presentó algunos escritos míos como prueba de que yo era un teórico político de la resistencia, textos en los cuales yo habría abordado algunos puntos para crear las condiciones de la expulsión de los ocupantes. Yo no niego que aliento a la resistencia hasta la expulsión del último soldado estadounidense e iraní de mi país, pero por otro lado desconozco quiénes forman la resistencia.

Así, había escrito en algún articulo mío que se necesitaba cuatro condiciones para poder acabar con la ocupación: la primera, ampliar la geografía de la actividad armada de la resistencia y hacerla crecer para que se convierta en una resistencia nacional sin denominaciones confesionales; la segunda, fomentar las acciones cualitativas para infligir mayores daños a los estadounidenses tanto a nivel humano como material; la tercera, que Iraq no esta aislado de su entorno ni por la Historia ni por la geopolítica [regional], y que por lo tanto todo lo que acontece en Iraq tendría su efecto en toda la zona, lo que llevaría a los gobiernos leales a EEUU en Oriente Medio a formular [a la Administración Bush] el riesgo que supondría continuar ocupando Iraq y las consecuencias del fortalecimiento de la resistencia iraquí, de tal manera que EEUU se dará cuenta de que la entidad sionista en Palestina [Israel], a la que ha protegido haciendo la guerra por ella, estará en peligro; y cuarto, que EEUU ha perdido su credibilidad y ello llevará a la sociedad estadounidense a rechazar la ocupación y la guerra en Iraq.

Luego me preguntó: «¿Por qué no luchas contra la ocupación iraní?», y le contesté que la ocupación iraní se acabará un minuto antes de su retirada de Iraq, porque es una ocupación taimada que llegó tras la vuestra estadounidense y dejará de existir en cuanto se desmorone el ejercito estadounidense y huya de Iraq. Es una ocupación cubierta por el casco del soldado estadounidense y sustentada en los servicios secretos iraníes y en organizaciones e instituciones controladas por estos servicios, que reciben decenas de millones de dólares [8]. Y él me contestó: «¿Entonces, puede que estalle una guerra civil?». Yo le dije: «Retirados y dejadnos matarnos entre nosotros. En Iraq nunca hemos sentido que había chiíes y sunníes, y sólo hemos empezado a escucharlo cuando llegasteis y trajisteis al gobierno iraní de al-Yaafari y a los partidos iraníes, y sin embargo todo esto terminará cuando os retiréis de mi país. Vosotros sois el enemigo ahora y vuestra expulsión es la única salida que tenemos y será por medio de la resistencia». Luego me insultó y yo le insulté, y le dije que no podía hacer nada conmigo a no ser que me pegara un tiro en la cabeza.

Después vino otro interrogador de la CIA y me dijo que Iraq estaba en peligro y que EEUU está empantanado, y que respetaban mucho el análisis que hacíamos de la situación. Incluso me prometió hacerlo llegar a Washington.

Torturas

K.al-A.: ¿Qué ocurre en ese centro de detención, sobre todo en relación con la tortura?

A.al-K.: Yo personalmente no he visto a nadie que haya sido torturado, salvo el caso de cuatro personas: Taha Yasín Ramadán, vicepresidente de la República, del que vi su cuerpo ensangrentado y a él mismo intentando curarse con agua y sal; Jamis Sarhan, miembro de la dirección del Partido Baaz y vecino de Faluya; al Dr. Hazem Achaij Arrawi, un científico del programa biológico; y a Mohamad A-Saghir, oficial de los servicios secretos. Y no me estoy refiriendo a la práctica habitual de vendar los ojos y atar las manos a la espalda a los detenidos para luego juntárselas con los pies durante días metidos en un zulo de madera dentro de otro agujero pequeño y oscuro No, no me refiero a estas prácticas, que las hemos sufrido todos durante los días de los interrogatorios y que yo personalmente también he sufrido.

Hay que señalar también que para comer tampoco nos desataban las manos, ni nos quitaban las vendas de los ojos; sólo en lugar de atarnos las manos a la espalda lo hacían por delante, y nos tocaba dar golpes de ciego para poder comer. La comida duraba 10 minutos y después las manos volvían a estar atadas hacia atrás.

K.al-A.: ¿Conoces a alguien que haya sucumbido a la tortura?

A.al-K.: Sí, hay varias personas que murieron bajo la tortura, entre ellos Adel Al-Duri, que tenia más de 60 años y que era miembro de la dirección del Partido Baaz,; Hamza Zubaidi, ex primer ministro, que tenía más de 70 años de edad; y Waddah Achaij, un oficial de servicios secretos, que tenia unos 58 años.

K.al-A.: ¿Cuántas personas detenidas habría en esta cárcel?

A.al-K.: Hay 103 detenidos, además de miembros de la resistencia que fueron aislados en un pabellón aparte, como lo estuve yo durante los primeros seis meses. [Este grupo] llegó a estar compuesto por unos 17 detenidos y 9 detenidas.

Cuando fui liberado, ellos seguían aislados y no sabemos nada de lo que se les inflige.

K.al-A.: Aparte de la tortura, habría también intentos de sobornar a los detenidos: ¿has recibido alguna oferta en este sentido?

A.al-K.: Desde luego. Me han ofrecido dinero y puestos en el [nuevo] gobierno. Es más, me dijeron: «Critícanos, pero da tu visto bueno a la participación en el proceso político y en las elecciones [del 15 de diciembre] de 2005». Lo rechacé. Por ello me dijeron que no iba a ser puesto en libertad hasta que una vez hubieran celebradas las elecciones, y así fue.

Les dije también que yo estoy a favor de la resistencia y que si tuviera 30 años lucharía contra vosotros, y me contestó uno de sus generales: «Forma dos batallones y lucha contra nosotros, pero no escribas en nuestra contra». Les dije: «No soy un militar y tengo más de 60 años, así que lo único que puedo hacer es escribir. Y es lo que seguiré haciendo»

K.al-A.: ¿Qué es lo que más molesta a los detenidos?

A.al-K.: La alimentación: los detenidos sufren un hambre inimaginable. Se nos servia una cuchara de arroz por detenido y entre 20 y 30 granos de maíz, además de un pedazo de carne. Y no estoy exagerando. Cuando cambiaban de menú nos daban tres cucharadas de macarrones. Ha sido una de las preocupaciones de los detenidos, que queda reflejado en sus cartas dirigidas al CICR.

Notas de IraqSolidaridad:

1. Véase en IraqSolidaridad: Abdelyabar al-Kubaysi, secretario general de la Alianza Patriótica Iraquí, en libertad tras 15 meses de detención por los ocupantes 2. Respectivamente, viceprimer ministro y vicepresidente de Iraq en el momento de la invasión. 3. Véase en IraqSolidaridad en informe «Irán en Iraq»: Loles Oliván: Irán en Iraq, una amenaza a la hegemonía de EEUU 4. Estas posibles excarcelaciones y las ya efectuadas, además de la del propio al-Kubaysi, podrían asociarse a las reiteradas filtraciones de varios medios de comunicación occidentales (ver entre otros, Time, 12 de diciembre, 2005) y árabes (Al-Watan al-Arabi, 17 de diciembre de 2005, recogido en Al Fanar, Revista de Prensa Árabe de igual fecha) relativas al intento de EEUU de abrir un proceso de negociación con los sectores nacionalistas y baazistas de la resistencia, tras haber logrado que formaciones políticas y armadas islamistas participaran en las elecciones del pasado 15 de diciembre (véase en IraqSolidaridad: 1.000 días de guerra. Elecciones bajo ocupación: Listas sectarias y fractura en el campo anti-ocupación), y ante la previsión de la retirada estadounidense de Iraq. 5. Al-Kubaysi es baazista disidente desde hace 25 años. 6. Como secretario general de la Alianza Patriótica Iraquí, al-Kubaysi instó al gobierno de Sadam Husein a abrir un proceso de diálogo político con la oposición en el exterior no comprometida con los planes de invasión de Iraq que, tras 12 años de sanciones, se veía ya inminente. Al-Kubaysi con tal fin retornó a Iraq ante del inicio de la invasión. Pocos semanas antes del inicio de la guerra visitaría el Estado español. 7. Partidarios de as-Sader, clérigo chií finalmente vinculado en las elecciones de diciembre a la lista confesional chií hegemónica en el anterior gobierno de al-Yaafari. 8. Ver nota 3.

Traducción del árabe para IraqSolidaridad de Houmad El Kadiri.

IraqSolidaridad (www.iraqsolidaridad.org).