Akal, Madrid 2008, 272 páginas Uno de los mejores chistes filosóficos que he visto y leído hasta la fecha aparece en la páginas 208 y 209 de Educación ético-cívica. 4º ESO. Un coche alargado, rojo-rosado, grande, usual en las películas americanas de los sesenta, ocupa prácticamente toda la viñeta. A poca distancia del morro delantero, […]
Akal, Madrid 2008, 272 páginas
Uno de los mejores chistes filosóficos que he visto y leído hasta la fecha aparece en la páginas 208 y 209 de Educación ético-cívica. 4º ESO. Un coche alargado, rojo-rosado, grande, usual en las películas americanas de los sesenta, ocupa prácticamente toda la viñeta. A poca distancia del morro delantero, una calavera; cerca de la rueda derecha trasera, un libro abierto tirado; en letras negras destacadas: «Y, POR ÚLTIMO: UN COCHE FILÓSOFO». Dos bocadillos para completar: el primero, que apunta al portaequipajes, dice cartesianamente: «Consumo petróleo, ¡luego existo!». El segundo, dirigido a la parte delantera del coche, tiene aspiraciones tan o más metafísicas: «Lo que a menudo me pregunto es: ¿existirán los seres humanos… o son sólo fruto de mi imaginación?».
El autor es Miguel Brieva. ¿Les gustó? Prosigamos entonces.
Educación ético-cívica es un libro de filosofía para 4º curso de ESO con todas las características que solemos exigir -cuando nos ponemos imposibles, sólo cuando nos ponemos imposibles- a un manual para un último curso de la enseñanza secundaria obligatoria: un lenguaje adecuado para estudiantes de esas edades; una apropiada guía de lectura; conceptos destacados definidos de forma comprensible para los potenciales lectores y lectoras (así, el dedicado al liberalismo económico en la página 114); sucintas biografías cuando la situación lo exige de los autores citados y comentados; complementos y suplementos imprescindibles de teoría económica y jurídica; referencias históricas resumidas; cartas o fragmentos seleccionados con criterio (la de Günther Anders, en página 199, por ejemplo); citas destacadas que muevan y den pie a la reflexión individual o colectiva en clase; sugerencias de investigación asequibles para estas edades; breves notas resaltadas (los «¿sabías que…?» del manual); recomendaciones bibliográficas y cinematográficas bien pensadas y buscadas; desarrollos ampliados al final del capítulo o en los márgenes cuando es el caso; interesantes temas de reflexión (el ejercicio socrático que cierra el primer capítulo: «La aventura de la ciudadanía» y el magnífico, informativo y emocionante texto sobre «Cuando lo permite la democracia» que cierra la unidad XIV del bloque III, de lectura imprescindible para cualquier joven estudiante, son dos ejemplos destacados); debates filosóficos que estén al alcance y puedan estimular al estudiantado de estas edades; excelentes aforismos filosóficos (el recogido de Santiago Alba Rico es de cita obligada: «¿Cuánto hay que dejar de querer para seguir creyendo que podemos seguir queriendo lo que queramos?»); un glosario indexado; una bibliografía final que no apabulla y deja sin aliento y sin ganas de volver a no ser que sea bajo imposición o tortura psicológica, y, por si faltara algo, unas ilustraciones -«magníficas» es un adjetivo que se queda corto- de Miguel Brieva, consistentemente complementarias del texto ilustrado pero que, en sí mismas, representan otro excelente libro filosófico anexo (Vean, para abrir boca, la portada y contraportada del volumen y las dos penúltimas ilustraciones y la inolvidable guinda final que cierra el libro y pongan toda su alma en la atenta mirada y lectura de la ilustración dedicada a Claude R. Eatherly (pág. 47), en la inolvidable portada de «¡Mola!» de la página 67, en la viñeta dedicada al único ejecutivo aceptable: el ejecutivo dedicado a la pereza, o, en fin, en la que acompaña un fragmento, nada anodino por cierto, del Manifiesto Comunista (p. 172)).
Estamos, pues, ante un libro del que quizá puede pensarse que interesa ante todo a alumnos de secundaria, tal vez a madres, padres y tutores de esos alumnos y acaso a profesores de filosofía, ciencias sociales y asignaturas afines o no afines que imparten la asignatura en los centros de enseñanza de secundaria no siempre en condiciones razonables (y con una finalidad esencial: que el primer contacto del estudiantado con la filosofía no se convierte en un batacazo que les haga odiar lo que debería ser amado). Sin duda, es razonable extraer esa inferencia pero cabe añadir una consideración sustantiva: Educación ético-cívica interesará, formará e ilustrará también a ciudadanos, enseñantes o no, filósofos o no, que tengan simplemente aprecio o amor por el saber y que seguramente ya se sintieron subyugados por Educación para la ciudadanía. Democracia, capitalismo y Estado de Derecho, un libro editado por editorial Akal y que los autores han puesto a disposición ciudadana en las páginas del diario electrónico de rebelión (http://www.rebelion.org/
He escrito «formar» y creo no exagerar. Un ejemplo personal. Yo he sido durante unos 20 años profesor de filosofía en bachillerato y COU y he impartido clases de Ética durante unos quince cursos. Tengo consciencia de haber cometido algunos disparates pero no creo haber estado totalmente desinformado de las temáticas que se desarrollan en Educación ético-cívica. Puedo asegurar sin exageración y con veracidad no impostada que mientras leía atentamente, y con entusiasmo creciente, el libro de Carlos Fernández Liria, Pedro Fernández Liria, Luis Alegre Zahonero y Miguel Brieva, no sólo pensaba en la enorme batería de propuestas que en él se sugerían para el alumnado y el profesorado, no sólo reparaba en la calidad de la argumentación del texto central del ensayo y de los comentarios complementarios, no sólo admirada la ausencia de sectarismo en las aproximaciones filosóficas incorporadas (por ejemplo, la columna dedicada a Karl Popper en la página 84, o el desarrollo dedicado a la doctrina social de la Iglesia católica y a la teología de la liberación (páginas 176-186), no sólo me conmovía la forma en que los autores se acercaban a la época clásica y a la mitología griega, no sólo leía complacido sus reflexiones sobre la racionalidad humana, y sobre la racionalidad matemática en particular, no sólo eso decía, sino que no dejaba de aprender una y otra vez sobre temas, posiciones, autores y razonamientos político-morales. Las numerosas páginas dedicadas a Kant, en este ensayo tan críticamente kantiano, son ejemplo de exquisitez y sabiduría filosóficas; las «teorías éticas» presentadas en la unidad 20 incrementan o generan el gusto por el filosofar; la destacable explicación sobre una de las ideas centrales del ensayo -«Nadie debe ocupar el lugar de la ley»-, núcleo filosófico esencial del libro, es de cita necesaria; las unidades dedicadas a la igualdad entre hombres y mujeres de todo el sexto bloque (en especial, la unidad 24, «La desigualdad de hecho entre el hombre y la mujer») enseñan más que mil campañas publicitarias bienintencionadas. Así, pues, Educación ético-cívica. 4º ESO no sólo puede enseñar al alumnado del último curso de enseñanza obligatoria sino que enseña también, y no es usual, al lector adulto que conoce o aspira a conocer los temas desarrollados por dedicación intelectual, profesional o simplemente por gusto.
Además de todo ello, Educación ético-cívica, como todo libro de filosofía que se precie, tiene una tesis destacada que jamás se presenta de forma doctrinaria y sin argumentación. Podemos enunciarla así: entre los numerosos proyectos que ha emprendido la Humanidad a lo largo de su historia, la aventura de la ciudadanía ha sido la más arriesgada y la más sorprendente, y esa aventura, desde luego inacabada, es incompatible con un sistema económico-social y civilizatorio que los autores no dudan en designar con su verdadero nombre, capitalismo, un sistema que coloca el beneficio económico y las relaciones mercantiles, y las mentiras adyacentes y sus falsarios administradores, en el puesto de mando de todo el conjunto de relaciones sociales, un modo de producción en el que, como recordaba Boaventura de Sousa Santos, el capital siempre tiene el Estado a su disposición y, en consonancia con los ciclos, «ora por la vía de la regulación, ora por la vía de la desregulación». Por lo demás, los autores no renuncian a criticar de forma ajustada y comprensible para lectores no versados las deformaciones ilustradas, los varios estalinismos, las aventuras «izquierdistas» tristemente célebres «por el número de represaliados y muertos que produjeron».
En síntesis: no hay duda concebible ni puede haber excusa. Educación ético-cívica es el manual que todo profesor de secundaria ha aspirado a escribir alguna vez o, si no ha sido posible, cuanto menos a poder usar en clase y en la preparación de la materia. Ahora tenemos la ocasión de aprovecharnos, sabiendo además que el libro está magníficamente escrito y huye, como se huye de la simplificación pueril, de esquemitas repetitivos e ininterrumpidos sin apenas texto central y de aquellos manuales de escritura tan plana que apenas recuerdan remotamente una lengua con historia, sintaxis, riqueza y tradición.
Si queremos introducirnos en temáticas de filosofía política, si deseamos recordar viejas lecturas, si aspiramos a ahondar en nuestros conocimientos, Educación ético-cívica. 4º ESO es un magnifico instrumento que permite, además, discusiones en clase, familiares también, en grupos ampliados en los Institutos, que nos pueden hacer más críticos, más informados, menos manipulables y con la piel erizada ante los continuos desmanes de eso que suele llamarse la «civilización» capitalista.
Todo eso, si no ando errado, es generar ciudadanía crítica, es decir, no servil.