«El alma necesita reencarnarse mil veces antes de pasar a ser uno con Dios», explica Rajab Assy Karim desde Ali Saray, a 190 kilómetros al norte de Bagdad. Si Irak está lleno de «atajos» hacia el final de la existencia, seguro que uno de ellos pasa por esta pequeña aldea de adobe en mitad del […]
«El alma necesita reencarnarse mil veces antes de pasar a ser uno con Dios», explica Rajab Assy Karim desde Ali Saray, a 190 kilómetros al norte de Bagdad. Si Irak está lleno de «atajos» hacia el final de la existencia, seguro que uno de ellos pasa por esta pequeña aldea de adobe en mitad del desierto.
Los pocos cientos de aldeanos que habitan en las casas de adobe de Ali Saray son kakai, seguidores de un antiguo credo preislámico cuya mera supervivencia hasta el siglo XXI y en esta región parece un milagro. Karim es consciente de ello y dedica todo su tiempo libre a recopilar libros sobre su pueblo. La suya es la única biblioteca de entre las doce aldeas kakai de la región.
«Vivimos a medio camino entre Tikrit -ciudad natal de Saddam Hussein y bastión de sus seguidores- y Erbil -capital del Kurdistán autónomo», explica Karim. «La zona está llena de terroristas y nosotros somos uno de sus objetivos más fáciles.»
En Ali Saray dan fe de ello los escombros de las 13 casas destruidas por la violencia extremista durante 2013. Están aún sin recoger. Ese parece el precio a pagar por ser kurdo y «pagano» en una de las zonas más volátiles de Irak.
Se dice de los kakai que han conservado la religión original de los kurdos, un prestigio que comparten con los yezidíes, otro culto preislámico. De hecho, se cree que la palabra «kakai» deriva del kurdo «kaka» -hermano mayor-, y que «kakai» significa, literalmente «hermandad». No obstante, la controversia en torno a su credo es grande ya que sus miembros tienen fama de no desvelar sus creencias. Jassim Rashim Shawzan, hasta el momento el primer y único juez kakai de Iraq, aporta una explicación mucho más plausible:
«Nos acusan de no revelar detalles sobre nuestra fe pero no es más que una forma de protegernos en un entorno hostil. Aquí no hay democracia, ni libertad de expresión, ni derechos… vivimos en Oriente Medio, ¿sabe usted?».
El «Pueblo de la Verdad»
Shawzan explica que su pueblo es originario de las montañas kurdas de Irán, y que su centro espiritual se encuentra en Kermanshah, capital de la provincia homónima en el oeste de Irán, fronteriza con Irak. Entre otros tesoros, allí se conserva la única copia del zanur, uno de los libros sagrados de los kakai, asegura. La zona, que coincide con el extremo sur del Kurdistán iraní, está salpicada de templos kakai.
En Irán, los kakai se conocen como «ahl-e haq» (Pueblo de la Verdad) o también como yarsan. Eso, al menos, es la interpretación común, algo dificultada por los escasos conocimientos que se tienen de su fe.
Si bien los siglos de convivencia con los musulmanes les han hecho adoptar tabúes como el de no comer cerdo, la mayoría de los kakai son fácilmente identificables por sus poblados bigotes, que dejan crecer hasta que adquieren llamativas dimensiones. La costumbre, hoy menos habitual entre los musulmanes, los identifica a primera vista, algo que puede ser un peligro, hoy en Irak.
Shawzan también menciona un periodo de ayuno pero, a diferencia del mes santo musulmán, éste dura sólo tres días y se celebra entre diciembre y enero. Por lo demás, su fe en la reencarnación es de los pocos dogmas conocidos.
Al igual que yezidies y mandeos, los kakai no aceptan conversiones; uno nace kakai. Es algo que convierte en una incógnita el futuro de esta minoría en el Iraq después de la caída de Saddam Husein, lamenta el juez.
«Saddam nos quitó muchas de nuestras tierras y aldeas para dárselas a árabes llegados de otras partes de Iraq pero desde 2003 centenares de los nuestros han sido victimas de extremistas islámicos», recuerda Shawzan.
Su denuncia es corroborada por multitud de organismos independientes como Minorities Rights Group International (MRG), una ONG con sede en el Reino Unido. En su último informe, de 2011, sobre la situación de la minorías en Irak, MRG denuncia «amenazas, secuestros y asesinatos» entre los kakai de esta zona y constata que algunos líderes religiosos musulmanes incluso llamaban a boicotear «todos los establecimientos regentados por infieles.»
La mayoría de los kakai coincide en que su situación mejoraría si sus aldeas se encontraran al amparo de la Región Autónoma Kurda de Irak, donde la seguridad es infinitamente mejor que en el resto del país.
A la entrada norte de Ali Saray, Sirwan monta guardia en el puesto de control bajo unas gafas de sol oscuras y un casco de kevlar. Pero su poblado bigote le delata.
«Si algún día se plantea por fin el referéndum para decidir si queremos pasar bajo control de Erbil -la capital administrativa del Kurdistán iraquí-, votaremos favorablemente y en masa», vaticina.
Sirwan se refiere a un plebiscito originalmente programado para 2007, y que decidiría si las llamadas «áreas en disputa» entre Erbil y Bagdad debían pertenecer al norte kurdo o al sur árabe. Por el momento, la consulta sigue aplazada sin fecha hasta la ejecución de medidas para contrarrestar las campañas de arabización de Saddam Hussein.
Precisamente, en agosto pasado, el pueblo ha despedido al kakai que mejor ejemplificaba la sintonía entre este colectivo y la administración kurda de Irak. Escritor e intelectual natural de esta región, Falakadin Kakaye fue dos veces ministro de Cultura en el Ejecutivo kurdo y era el principal responsable de las relaciones entre Erbil y Ankara antes de fallecer.
Kakaye abandona un país que sufre niveles de violencia inéditos desde 2008. Los más de mil muertos en atentados el pasado julio retratan una sociedad convertida en víctima colateral de una tremenda crisis política que se ve agravada por la guerra en la vecina Siria.
Minorías redescubiertas
El informe de Minority Rights no ofrece cifras respecto a la comunidad kakai en Irak, pero señala que aparte de los colectivos al sureste de Kirkuk -zona en la que se halla Ali Saray- existen también miembros de esta religión alrededor de Mosul, donde se les conoce como sarliya y se les atribuye un posible origen turcomano, aunque todos hablan kurdo. O más concretamente gorani, según la citada organización, un idioma iraní cercano al kurdo pero que se encuadra dentro del grupo zazaki. Los sarliye, habitantes de las orillas del Tigris, añade el informe, son campesinos y pescadores, mientras que los kakai al sur de Kirkuk son más urbanos y desempeñan a menudo oficios intelectuales, como médico o abogado.
Saad Salloum, experto en minorías iraquíes y editor de la revista especializada Masarat dice esforzarse en «documentar la diversidad de Irak antes de que ésta desaparezca». «A nivel étnico tenemos asirios y caldeos, kurdos, árabes y turcomanos pero a nivel religioso las variantes son todavía mayores», explica el investigador desde su despacho en la Universidad de Mustansiría, al noreste de Bagdad.
Este hombre que ha vivido tres guerras sin haber cumplido todavía los cuarenta asegura que los diez años tras el derrocamiento de Saddam Hussein han provocado una «brutal crisis de identidad» entre el pueblo iraquí: «Desde 2003 hemos redescubierto nuestra propia pluralidad pero, lejos de aceptarla como una seña identitaria y enriquecedora, hoy tememos al vecino más que a cualquier misil o arma de destrucción masiva», sentencia Salloum.
Rompecabezas de religiones
El norte de Irak es probablemente el territorio con más religiones diferentes por metro cuadrado. Aparte de las dos ramas principales del islam, suníes y chiíes, aquí habitan cristianos asirios y caldeos, y la región kurda se ha convertido hoy día en refugio para comunidades mandeas expulsadas del sur de Irak. Pero además, aquí, cerca de Mosul, se halla el santuario central de los yezidíes, una religión que se extiende desde esta zona hasta las ladera sur del Cáucaso. En el vecino Kurdistán sirio ha también comunidades alevíes.
Aparte de los kakai, más numerosos en el lado iraní de la frontera, el norte de Irak cuenta con una religión «endémica» de la que muy poco se sabe: los shabak, a los que se les categoriza en algún punto intermedio entre cristianos, yezidíes, musulmanes y kakai, aunque es posible que sean simplemente una rama local de la corriente aleví de Anatolia.
A esto se añaden diversas lenguas: el árabe iraquí, el kurdo sorani entre kurdos y yezidíes, el gorani entre kakai y shabak, así como el arameo entre los cristianos asirios y caldeos y como lengua litúrgica entre los mandeos.
Fuente original: http://msur.es/2014/05/02/iraq-vivir-kakai/