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El hermano del periodista José Couso viaja a Bagdad cinco años después de su muerte

Volver a José

Fuentes: Público

Volver a Bagdad cuando se cumplen cinco años del asesinato de mi hermano, es una experiencia muy dura. Nada más ver el Hotel Palestina y las heridas en su fachada, me veo transportado hacia el día en que nos comunicaban que habías sido herido en el ataque contra el hotel donde trabajabas. Me acuerdo de […]

Volver a Bagdad cuando se cumplen cinco años del asesinato de mi hermano, es una experiencia muy dura. Nada más ver el Hotel Palestina y las heridas en su fachada, me veo transportado hacia el día en que nos comunicaban que habías sido herido en el ataque contra el hotel donde trabajabas.

Me acuerdo de la última conversación que mantuvimos el domingo 6 al mediodía, y no olvido que habíais decidido quedaros en el hotel para no correr riesgos, ya que los estadounidenses sabían que allí os alojabais la mayoría de los periodistas occidentales. Vuelvo a sentir, de golpe, el dolor seco e inodoro que sentimos, cuando después de contarnos que habías salido bien de la operación, una llamada nos traía la peor de las noticias, tu muerte.

Regreso a Bagdad

No reconozco este Bagdad al que llego por tercera vez. Frente al intento por parte de Bush y Aznar de convencernos de las bondades de esta invasión, la situación es peor que cuando visité Irak en los años 2004 y 2005.

Mientras escribo estas palabras desde el mismo Hotel Palestina, los disparos y el ruido de morteros me acompañan como una música perenne. Ahora mismo se combate en la ciudad y es imposible, por el alto peligro que corremos los occidentales, poder siquiera pisar la calle que queda a unos pocos metros del recinto amurallado de este hotel.

Me he emocionado vivamente con el calor transmitido por los trabajadores del Palestina. Desde el momento de mi llegada no han dejado de recordar a José, hablando maravillas de su sonrisa y de la injusticia de su asesinato. Han conseguido unas velas, nos han ayudado a pegar carteles anunciando el homenaje e incluso nos han facilitado un ramo de flores.

Son gente normal, que sufren día a día con este caos macabro en el que han convertido su país y que se desviven de cara al recordatorio que vamos a realizar. No encuentro ni una sola declaración de apoyo a los estadounidenses, todo son palabras gruesas y descripción de calamidades continúas.

A las doce y media nos situamos en la recepción de este hotel desmedido y faraónico, donde hemos montado un pequeño e improvisado lugar de homenaje alrededor del rótulo que anuncia la recepción del Hotel Palestina. Dos grandes carteles flanquean este espacio; uno con una foto de José y su sonrisa y otro, a la manera de los viejos reclamos de «Se busca» del oeste americano, con la imagen de los tres militares estadounidenses y la leyenda: «Asesinos de periodistas buscados por la Justicia Internacional».

La ofrenda

Las velas traídas por los trabajadores del Palestina dan el contrapunto de intimidad y respeto para poder realizar nuestra ofrenda.

Leo una carta en castellano dirigida a José y un amigo iraquí va traduciendo mis palabras al árabe. La gente de la recepción escucha con atención, mientras voy desgranando nuestra lucha de estos cinco años en búsqueda de Justicia. Me siento orgulloso de traerle la noticia del procesamiento de sus asesinos, de trasladarle allí donde esté, que hay jueces españoles que nos acompañan en la persecución de los crímenes de guerra. Le cuento que no le hemos olvidado, que le queremos y echamos de menos. Y termino, prometiéndole que no vamos a cejar en nuestro empeño de luchar contra el olvido y la impunidad.

Hoy en Bagdad, a cinco años de tu asesinato y para escarnio de tus asesinos, sigues muy vivo como un símbolo de la libertad de información.