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Fermín Muguruza en Cuba

Voto latino para la igualdad de razas

Fuentes: Rebelión

La lluvia y las ráfagas de viento amenazaban con robarse los planos estelares de la noche habanera. Los primeros sonidos no llegaban de las bandas, refugiadas bajo el techo del escenario, sino de los corazones de los músicos y el público que se disparaban ante la posibilidad de la cancelación. Pero no. El reggae fue […]

La lluvia y las ráfagas de viento amenazaban con robarse los planos estelares de la noche habanera. Los primeros sonidos no llegaban de las bandas, refugiadas bajo el techo del escenario, sino de los corazones de los músicos y el público que se disparaban ante la posibilidad de la cancelación.

Pero no. El reggae fue más fuerte. Se impuso con sus armonías cadenciosas, los graves latidos del bajo y la guitarra marcando el acento de las canciones, como si esperara de un instante a otro la resurrección de su Dios, el jamaicano Bob Marley, en la Tribuna Antimperialista José Martì.

Y se hizo el milagro. Marley resurgió en la versión inaugural de Could you be loved de los cubanos Paso Firme y en los pulóveres de los muchachos que danzaron en su honor.

Los locales se esmeraron. Le pusieron ganas al asunto. Se sabían en uno de los momentos significativos de su carrera: eran los teloneros del músico y activista vasco Fermín Muguruza, quien ha mantenido un intenso compromiso político a favor de los excluidos y guetizados del planeta durante sus veinticinco años de desandar la carretera del arte alternativo y colaborado con bandas de renombre internacional como Manu Chao y su Radio Bemba, Todos Tus Muertos, Tijuana No, Amparanoia , Albert Pla , Desorden Público y Reincidentes , entre otras.

Quizá fue ese el motivo que los llevó a entregar uno de sus conciertos más resonantes a lo largo de seis años de labor en el under por poner el auténtico reggae en el mapa de la cultura nacional.

El público lo sintió así. Los seguidores del acento urbano de The Wailers y Peter Tosh, el punk, y el rap se acoplaron como si todos fuesen uno.

Entonces por la cintura cósmica del Caribe se deslizó el himno de la noche: «Todo estará muy bien. Así que, no llores mujer. No llores mujer. Pequeña, no dejes caer más lágrimas», sonó una versión de No Woman No Cry coreada por la multitud.

«Esta canción es un puente de amor», manifestó el director y bajista de Paso Firme, Alexander González, ex Moncada. Luego, Fermín Muguruza y su banda Afro-Basque Fire Brigada en el programa habanero de su gira Talka Tour 2007.

¡Arriba a los que luchan! ¡Un saludo a todos, desde Cuba, la trinchera ideológica! disparó el vasco e inmediatamente después dio luz verde a su maquinaria rítmica, influenciada por Public Enemy y The Clash, nave insignia del movimiento punk

Las potentes dosis de reggae, ska, rap y drum and bass, enriquecidas por rrifs que avivaron el fuego del rock and roll, provocaron un efecto inmediato: los cuerpos bailaban desprendiendo una cascada de adrenalina juvenil que volvió a mojar el ya resbaladizo piso de la instalación.

Muguruza hace tiempo eligió la píldora para entrar en el mundo real, el cual mira a través de los ojos de Martin Luther King Jr, cuando pronunció su célebre discurso I Have a Dream y de John Lennon al terminar Imagine.

Por eso no sorprendió que mostrara el legendario rostro del Che Guevara y pidiera apoyo para Palestina. El ex Negu Gorriak conocía muy bien la trascendencia del escenario, donde tomó el micrófono para exclamar: «Necesitamos paz con respeto, con dignidad, con los mismos derechos para todos».

Como su amplia discografía el set continuó a un volumen ardiente y expansivo. Y casi en los minutos de descuento desembarcaron los rockers de Qva Libre, comandados por el guitarrista Carlos Díaz. Los nuestros deben haber ingresado a la escena con un volcán en el estómago. Muguruza había dejado el ambiente energizado. Pero se crecieron y a base de rock and roll, funk, rap y música popular cubana prolongaron hasta las dos de la madrugada la banda sonora de esta fiesta convertida en un voto latino para la igualdad de razas.