Al conmemorarse 10 años de la Revolución Bolivariana, las Mujeres Venezolanas hemos atravesado un indiscutible avance que ha tocado las reivindicaciones más elementales como sector social especialmente marginado y que sufre hoy, una múltiple explotación en la actual fase de desarrollo capitalista. En Venezuela, como en la mayoría de los países de América Latina, a […]
Al conmemorarse 10 años de la Revolución Bolivariana, las Mujeres Venezolanas hemos atravesado un indiscutible avance que ha tocado las reivindicaciones más elementales como sector social especialmente marginado y que sufre hoy, una múltiple explotación en la actual fase de desarrollo capitalista.
En Venezuela, como en la mayoría de los países de América Latina, a las precarias condiciones materiales de existencia se le suma la cultura judío-cristiana, con su enorme carga machista y misógina; lo que entre otras cosas impide, incluso por parte de las propias mujeres, un reconocimiento real de nuestra problemática. Es así como al revisar estos diez años de proceso, se hace imposible obviar los avances que bajo el Liderazgo y apoyo del Comandante Chávez hemos alcanzado las Mujeres.
La figura de Hugo Chávez ha experimentado así mismo, una clara transformación y viraje cualitativo hacia la izquierda, que pasó de la tercera vía, al Socialismo del Siglo XXI, hasta conseguirnos en sus últimas intervenciones con un Socialismo que sin necesidad de apellido, es un Socialismo que promete y pretende subsanar las deudas históricas que la izquierda tradicional adquirió con algunos sectores sociales. Y es que en reiteradas ocasiones, incluida la última realizada en el Foro Social Mundial, el Presidente Chávez ha manifestado la necesidad de un Socialismo Feminista; o dicho en otros términos, la necesidad y el deber moral de que todo Socialista sea Feminista.
Tales declaraciones abren un caudal de oportunidades para las mujeres y para los sectores populares en general, no sólo de Venezuela, sino también de América Latina, y es que el impacto de la figura y el liderazgo histórico, sumado a la estatura moral de Hugo Chávez pueden sin duda alguna, incidir en desmontar la satanización que la derecha ha logrado instaurar frente al Feminismo.
Y es que mientras el Feminismo burgués es ensalzado por la ideología dominante, en una clara desviación de libertinaje que en lugar de elevar la condición material y moral de la mujer, la subsume en la lógica del capital, para la cual la liberación femenina es sinónimo de individualidad, egoísmo, lucha contra el hombre, promiscuidad sexual, y éxito (siempre que éste último se vincule a sectores socio-económicos altos); en un intento nada fracasado de la burguesía de escindir y atomizar cada vez más la lucha de los sectores explotados por su liberación.
Por otro lado, el feminismo Revolucionario, es obviado, en el mejor de los casos, sino combatido y banalizado por los sectores populares y revolucionarios. Hay que insistir en la idea de que el feminismo en su esencia es antipatriarcal, antiimperialista y anticapitalista, y por tanto es esencialmente revolucionario. Ninguna expresión que pretenda subvertir el orden existente desde sus raíces y que procure la liberación de la mitad de la sociedad puede ser considerada contrarrevolucionaria, pese a que tenga sus expresiones burguesas, como pasa con otros sectores.
En este sentido, se trata pues, de una oportunidad de repensar la situación de las mujeres y su organización para lograr su propia liberación, que si bien será obra de las propias mujeres, requiere de una absoluta unidad y coherencia con todos los sectores populares que coadyuve a combatir la explotación en todas sus expresiones, a la vez que impulse la construcción de una alternativa que nos incluya a todas y todos, y que permita finalmente, superar la prehistoria.
El tema de la mujer es muy neurálgico, porque toca elementos que se han sido naturalizados y que chocan con lo tradicional. No es casual, por ejemplo, que cuando el Comandante Chávez señala que es Feminista, la reacción de quienes lo acompañan se haga esperar y sea pensada, es decir, no hay una reacción instantánea favorable, sino que la gente se detiene a reflexionarlo, sin embargo, siendo el Comandante pues genera la inquietud, y seguramente, creará las condiciones de retomar esta necesaria lucha.
No puede negarse que los gobiernos progresistas del nuevo eje del mal, han tenido sus debilidades frente al tema de la mujer, sin embargo son elementos que se «justifican» en tanto se corresponden con la cultura fundamentalmente católica de nuestros pueblos; pero aún así, estos liderazgos sobre los cuales descansan las esperanzas de la mayoría de los sectores populares, han demostrado su carácter popular y revolucionario, han demostrado no ser elementos cuadrados y dogmáticos sino dialécticos, han demostrado que son líderes en emergencia y en construcción, para nada inmóviles y acabados, de manera que confiamos en que escenarios como el Foro Social Mundial, donde lideresas populares plantearon y recogieron las principales necesidades de las mujeres pobres, sean asumidos y reconsiderados por éstos líderes; de la mano por supuesto, de un movimiento popular de mujeres que exija e impulse sus propias reivindicaciones.
El Foro Social Mundial de Porto Alegre en el 2005, sirvió a Hugo Chávez para asumir una nueva direccionalidad y revivir las ideas del Socialismo, esperamos que del Foro Social Mundial del 2009 en Belém do Pará, los Gobiernos Progresistas de nuestra América asuman para con las Mujeres una nueva y mayor comprensión de la problemática que nos aqueja, y los pueblos abracemos de una vez por todas una lucha que nos pertenece, retomando las banderas del feminismo revolucionario.