El número de agresiones que no terminaron en muerte, las llamadas lesiones corporales, es muy grande también: 24.176 casos fueron registrados en las delegaciones de policía en los primeros seis meses del año. Este número puede ser mucho mayor si consideramos que buena parte de las mujeres ni llegan a denunciar las agresiones sufridas. En […]
El número de agresiones que no terminaron en muerte, las llamadas lesiones corporales, es muy grande también: 24.176 casos fueron registrados en las delegaciones de policía en los primeros seis meses del año. Este número puede ser mucho mayor si consideramos que buena parte de las mujeres ni llegan a denunciar las agresiones sufridas. En la mayoría de los casos, tanto de muerte como de lesión corporal, los agresores tenían algún tipo de relación amorosa con las víctimas, eran maridos, compañeros, novios, amantes o parientes cercanos como padre, tío, hermano. Este cuadro se reproduce en otros estados brasileros. El año 2007 comienza con un caso que llamó la atención de la prensa nacional: un presidiario, en San Pablo, beneficiado con el indulto de Navidad, mantiene a ex-mujer en cautiverio dentro de la propia casa hace más de 48 horas. La propia hija de la pareja de cinco años de edad, también presa en su casa, consiguió salir escapando por los fondos, después de más de 30 horas de cautiverio.
En Brasilia, otros dos presos, también con la regalía del indulto de Navidad, estupraron a dos mujeres adultas y dos niñas.
Lamentablemente, no siempre las normas jurídicas son justas. Muchos de estos agresores -criminales confesos o presos in fraganti- son beneficiados por la Justicia, porque los jueces siguen lo que ellos o ellas consideran que prescribe la ley. Algunos casos son notorios, como el del ex-director del diario Estado de São Paulo, Pimenta Neves, que mató a su ex-novia, periodista Sandra Gomide, em 2000, continúa en libertad hasta hoy, aunque haya sido condenado a 19 años de reclusión en 2006.
En los últimos dos meses, otros dos casos se mantuvieron en los medios por días. Un vendedor ambulante, con celos enfermizos de su mujer, invadió un ómnibus, secuestró a 55 pasajeros y mantuvo a la mujer bajo la mira de un revólver y golpiza durante todo el día. El comandante de la policía militar declaró sentir pena por el agresor porque «es un pobre hombre corroído por los celos», dijo el coronel. Pero el estado físico de la víctima mostrada lo contrario. La joven estaba desfigurada, con hematomas por todo el cuerpo, el maxilar quebrado, tuvo que ser sostenida para poder llegar a la ambulancia que la llevó al hospital. Semanas después este hombre fue liberado por la Justicia, mientras sigue el proceso. La jueza responsable del caso consideró que el agresor no representaba un peligro para la víctima y determinó solamente que se mantuviese lejos de la mujer o volvería a prisión.
Semanas después, un coronel de la Policía Militar mató una mujer a cuchilladas y alegó que ella se había «caído» sobre el cuchillo; también fue liberado por la Justicia para responder en libertad. La jueza dictaminó que el esclarecimiento del crimen no depende de la detención del acusado y que el hecho de que estuviera suelto no perjudicaría las investigaciones.
Para la historiadora Lana Lage, de la Comisión de Seguridad de la Mujer, el hecho de que estas juezas sean mujeres no significa que tengan una mirada feminista para juzgar casos de violencia contra la mujer. Lana dice: «Cuando decimos que la violencia contra la mujer encuentra apoyo en una cultura brasilera marcada por el patriarcalismo, no estamos diciendo en absoluto, que sólo los hombres están afectados por esa cultura. Esas representaciones que la sociedad brasilera tiene sobre las relaciones de género, representaciones calcadas en este modelo patriarcal, son comunes a hombres y mujeres. Si el movimiento feminista y los trabajos académicos sobre la mujer, en una perspectiva de género, han intentado mostrar el origen social de muchas de las diferencias y de las desigualdades entre hombres y mujeres no tendría sentido decir que sólo por el hecho de que una persona sea mujer, en términos anatómicos, biológicos, automáticamente tendría una conciencia feminista, que ella automáticamente tendría conciencia crítica en relación con su condición femenina. Y esa conciencia también se da en el campo de la cultura.»
Traducción: Daniel Barrantes – [email protected]