Alex Saab. Basta con teclear. Así de fácil es. Aparecerán ya no cientos, sino miles de notas periodísticas. Sin duda existen investigaciones muy serias. Confío en la capacidad de juicio de cada lector o lectora.
No es la primera vez que ante nuestros ojos está el problema. Es de vieja data: ¿Es ético en la izquierda auténtica, comprometida y radical, coherente y ejemplar, guardar silencio ante la corrupción y el crimen de los poderosos? ¿Debemos dejar la crítica a la derecha más inmoral, a los que hoy internacionalmente avalan por doquier a Guaidó?
Si ante nuestra consciencia se presenta el caso, de un empresario multimillonario que ha estado asociado no sólo con el gobierno de Venezuela, antes bajo el mando del inolvidable Hugo Chávez, hoy con Nicolás Maduro al frente, sino que también ha sido aliado de políticos de la derecha, defendido del abogado fascista De la Espriella, el mismo que defiende a Uribe Vélez y otros mafiosos; socio de narcotraficantes y paramilitares colombianos (véase https://www.eltiempo.com/unidad-investigativa/jorge-luis-hernandez-villazon-alias-boliche-el-testigo-contra-alex-saab-516978); si comprobamos, como es factible hacerlo ahora mismo, que ese empresario colombiano giró dineros y recibió favores a diestra y siniestra; que usó el hambre y la penuria de cientos de miles de venezolanas y venezolanos (por favor, de nuevo teclear: Saab cajas Clap), la necesidad de vivienda social y de satisfacción de otros derechos básicos; si somos lo suficientemente honestas para darnos cuenta de lo que es absolutamente evidente con sólo cruzar con nuestra propia mente miles de datos sobre la enormidad de las ganancias de Saab, su flota de aviones, sus palacetes y estilo de vida, no tenemos en consecuencia más que afrontar la verdad y rectificar.
Es vergonzante al cabo de estas semanas de fluido debate y justa denuncia sobre las reservas de lingotes de oro que el Tribunal de Comercio de Londres decidió entregar a la gente de Guaidó, que desde páginas y voces de la izquierda latinoamericana, desde Buenos Aires hasta ciudad de México, a la que nos han ligado años de lucha, no se diga nada del permanente expolio que de ese oro y de otros recursos estratégicos o de gran valor han hecho empresarios mercenarios como Saab vinculados a importantes personajes de los círculos próximos al legítimo gobierno venezolano, no precisamente siempre para paliar la grave situación de escasez inocultable, sino desarrollando esos negocios con regímenes como los de Turquía, Irán o Rusia, para derivar inmensas fortunas de personas y familias hoy intocables en Venezuela a las que Saab blanquea sus capitales incontables en cuentas e inversiones en una estructura financiera y en general de economía de rapiña en la que se aseguran, pase lo que pase, caiga o no el presidente Maduro, un futuro de felicidad en sus paraísos; no de resistencia revolucionaria sino de usufructo de lo saqueado, al igual que lo hacen las viejas y nuevas oligarquías de Venezuela que desde siempre han explotado la nación y han vivido de esa impunidad en Estados Unidos o Europa.
Es probable que Saab sea extraditado a USA. Aunque su abogado, el ex juez español Baltasar Garzón, también vinculado con oscuros casos (desde la sistemática persecución y torturas a vascas y vascos hasta la reciente defensa de otro importante corrupto venezolano, el huido general Hugo Carvajal), advierta que demandará esa medida y que el empresario indignado espera se le recompense con una indemnización por daños patrimoniales y de imagen, por entre 5 y 12 millones de dólares.
Es una muy mala noticia esa extradición a USA. Allí es donde más funciona la maquinaria de crimen e impunidad que más destroza el mundo. Tan mala noticia como que las actuaciones criminales de Saab y sus socios también quedaran en la impunidad en Venezuela o en otros países. Allí han actuado a sus anchas. Se han valido de la miseria de una importante parte de la población para enriquecerse, como ciertas castas de encumbrados y favorecidos con chaquetas tricolor. Desde hace años. Una servidora lo ha vivido directamente.
Hace unos años ante un caso algo similar (hermanos Marambio, empresarios chilenos comprometidos en grave corrupción en Cuba, también con base en millonarios negocios de alimentos y otros), alguna sentencia se produjo y dejó como enseñanza la necesidad de no callar. Una izquierda revolucionaria que lo hace se degrada, no tendría cómo alzar la cabeza. Cuba expidió órdenes de búsqueda y captura internacional contra los Marambio. Pasados unos años de estar prófugo, Max Marambio, ante la incautación forzosa de parte de sus bienes, presentó una demanda en la Corte de Arbitraje de la Cámara de Comercio Internacional, con sede en París.
Marambio gozó y goza de excepcionales circunstancias y de trato reverencial, nunca fue detenido, sus fortunas están indemnes y aumentadas, blanqueó capitales en varios países, incluso en España donde ha sido también defendido por abogados reputados como líderes comunistas (https://okdiario.com/espana/vicepresidente-comunista-comision-del-coronavirus-apodera-agente-007-fidel-castro-5578579). Hoy es un próspero empresario y político que nos sigue hablando de manera impúdica de “procesos revolucionarios”, como sus apoderados, que dan lujo de noticia no desmentida a un portal de extrema derecha.
Si Saab hablara, ¿qué contaría, qué lograría probarse? ¿Podrá Venezuela, como hizo Cuba, quizá tardíamente, reaccionar y procesar por corrupción a ese empresario colombiano? ¿O seguirá siendo tratado como “agente de un gobierno revolucionario” con pasaporte venezolano? ¿Qué tan poderosos secretos guarda?
En la izquierda latinoamericana y en la internacionalista tenemos que avergonzarnos de estas cosas, de estos silencios, de estas complicidades; ¿o es mejor y tolerable la corrupción por venir de aparatos de la “izquierda”? Denunciarlas y repudiarlas del mismo modo que las prácticas criminales de la derecha, es un deber, ya no siquiera revolucionario. Es de elemental decencia y decoro. Si me apuran diría: es mucho peor aún que provenga esa realidad de quienes salivan negocios mientras su verborrea es otra, apoyada en discursos antiimperialistas en los que citamos al Che universal o al comandante Fidel.
Esas cloacas son en las que no puede jamás caer ninguna fuerza que hable de una mejor humanidad. Se entra y no se sale nunca. Esa es la histórica tarea que tienen ante sí movimientos sociales, partidos políticos e insurgencias: deslindarse y combatir la corrupción, el narcotráfico y la lógica de enriquecimiento de unas elites, sean del color que sean.
Mi colega Iosu Perales lo acaba de decir en esta página: “La corrupción ha sido decisiva en la pérdida de confianza en las izquierdas. La supuesta superioridad ética de la izquierda queda sustituida por la idea de que todos los partidos son iguales. El descrédito de la política, es el descrédito de los partidos y finalmente el descrédito de los proyectos: no hay proyecto bueno. La izquierda y los gobiernos progresistas no podían fallar, pero fallaron. Los ideales, las promesas, la confianza inicial de la gente…todo quedó golpeado” (https://rebelion.org/la-izquierda-latinoamericana-y-algunos-dilemas-de-hoy/).
Para tener la moral en alto y poder hablar, con autoridad, de luchas por cambios sociales y políticos en nuestros pueblos, no podemos admitir por ninguna razón, ni práctica, ni táctica, ni estratégica, connivencia alguna con quienes se han lucrado del hambre y las necesidades originadas por bloqueos siameses, como Saab o Marambio lo han hecho mientras envolvían en la bandera venezolana o cubana sus fajos de billetes y escrituras. De lo contrario ¡no seremos nada distinto!