El protagonismo político de las Fuerzas Armadas es crucial para comprender el retroceso de los derechos sociales y el avance del neofascismo en Brasil. Esta es una de las conclusiones del dossier La cuestión militar en Brasil: el regreso del protagonismo militar en la política, elaborado por Ana Penido, doctora en Relaciones Internacionales, y Rodrigo Lentz, doctor en Ciencias Políticas, del Observatorio de la Defensa y Soberanía Nacional de Brasil, para el Instituto Tricontinental.
En esta entrevista hablan sobre la importancia del dossier, explican su contenido y hacen comentarios sobre el significado de la probable elección del general Walter Braga Netto como candidato a vicepresidente en la fórmula de Bolsonaro para las elecciones presidenciales de octubre de 2022, un hecho que enmarcan dentro del concepto de «Partido Militar», con el que explican la importancia de las Fuerzas Armadas en la política nacional actual.
Paulo Motoryn.- ¿Cuál es la importancia de la publicación del dossier por parte del Instituto Tricontinental?
Ana Penido.- Este es el dossier número 50 del Instituto Tricontinental. Son dossieres construidos a nivel global. Esta es la primera cuestión a considerar. Producimos este dossier pensando en un público que puede ser de cualquier nacionalidad y, en especial, de los países del Sur Global. Tenemos muchos lectores en India, Sudáfrica, China, así como también en América Latina. Los dossieres están diseñados para este público. Esto requiere de un lenguaje cuidadoso, porque algunas palabras no tienen el mismo significado en todos los países.
Una segunda cuestión muy importante respecto a los dossiers es que no están destinados a un público académico. Si bien cuentan con fuentes, referencias bibliográficas, datos, números, usamos un lenguaje dirigido a las personas comunes, para que tenga acceso la población en general. Estas son dos cuestiones muy importantes.
Una tercera es que el Instituto Tricontinental le da mucha importancia al tema de las imágenes. Este es un material trabajado gráficamente. Las imágenes que se utilizaron son inéditas, fueron producidas a partir del texto, en diálogo con él. La portada presenta exactamente el mensaje que queríamos traer, que Bolsonaro no es algo que salió de la nada, que existe una historia detrás, de protagonismo militar en el ámbito interno y de identificación de los activistas sociales como potenciales enemigos que desestabilizan el país. Esta es una característica muy importante de todas las cartas semanales del Instituto y también de los dossieres. Tuvimos el privilegio de contar con ilustraciones en el material y eso ayuda a que funcione.
Creo que la última cuestión es que los temas de los expedientes se definen internacionalmente. Cuando un tema interno pasa a ser objeto de un dossier es porque está llamando la atención del progresismo global que se organiza en torno al instituto y dialoga con él. El tema de los militares en la política brasileña tomó una proporción tan grande que, de hecho, se convirtió en una preocupación de las organizaciones progresistas a nivel mundial. Fue entonces cuando surgió la demanda. No es un tema que nos hayamos propuesto. Ya veníamos produciendo para el Instituto materiales sobre el gobierno de Bolsonaro, sobre las Fuerzas Armadas, sobre estrategias, sobre la guerra, sobre Defensa, desde que empezó a operar en Brasil. Sin embargo, cuando esto se convierte en dossier, significa que hay un interés mundial por entender un poco de este tema. Esto también muestra el tamaño de nuestro problema para que no solo podamos explicar lo que está sucediendo, sino también tratar de encontrar salidas, soluciones y alternativas.
Paulo Motoryn.- ¿Cómo está estructurado el contenido del documento?
Rodrigo Lentz.- Como mencionó Ana, el material tiene un carácter introductorio. Hemos buscado, en primer lugar, hacer un rescate y una contextualización histórica. También planteamos la organización de las Fuerzas Armadas, tanto interna como externamente, enfatizando que internamente está orientada a neutralizar a las fuerzas sociales que se oponían a la ideología conservadora y liberal que históricamente predomina en el Ejército y otras fuerzas militares. También hablamos un poco de cómo existe una posición periférica y sumisa de las Fuerzas Armadas frente al imperialismo de los Estados Unidos.
Finalmente, comentamos el desdoblamiento del contexto histórico y el perfil que persiste hoy en relación al gobierno de Bolsonaro, además del contexto internacional, con este cambio en el orden global que se está produciendo. Al dialogar con las imágenes, llamamos la atención a que este tema, la cuestión militar, no es un problema de especialistas y no es un problema específico de quienes se preocupan por la guerra. Es un problema cotidiano. Cuando decimos que las policías militares son militares, significa que la seguridad pública en sí misma es una cuestión completamente militar. Y esto afecta directamente a las periferias brasileñas y a los movimientos sociales. Los mismos jóvenes tienen que alistarse cuando cumplen 18 años. La militarización está en los nombres de las calles, es una dimensión de la sociedad, está en nuestra cultura. Por eso es una cuestión relevante y el carácter introductorio pretende precisamente facilitar su comprensión.
Paulo Motoryn.- Ya desde la introducción, ustedes utilizan por primera vez el término «Partido Militar», que dialoga mucho con el título del dossier, que cita «el retorno del protagonismo de los militares en la política». ¿Cómo podemos definir el Partido Militar y explicar este concepto?
Ana Penido.- Se trata de un concepto que, en este documento, en particular, utilizamos de manera didáctica, como una imagen. Pero tenemos otros textos más conceptuales que discuten cuándo se formó, cómo se estructura y, fundamentalmente, los impactos que tiene en la vida pública, desde el punto de vista de la militarización del Estado y de la sociedad. En pocas palabras, este concepto surge en Brasil por un autor conservador, que se llama Oliveiros Ferreira. En su momento, [Ferreira] hablaba de la existencia de un partido uniformado, utilizando esta imagen para pensar la participación política de los militares durante la dictadura militar. El autor se inspira en un concepto tradicional de Antonio Gramsci sobre lo que es un partido, en el sentido de una reunión de un grupo de cuadros que realizan formación política y que señalan sus posiciones clave en las estructuras del Estado. Un partido tiene algún grado de proyecto nacional, no necesariamente para todo el país, pero al menos un proyecto que responde a su propia base de reivindicación corporativa. Este partido disputa sus ideas junto a la sociedad. Cuando Rodrigo [Lentz] llama la atención sobre la militarización, por ejemplo, hablando de las calles y los símbolos, señala que existe una disputa por una forma de leer la historia, lo que se disputa es una narrativa.
Otro autor muy importante es un tipo de los años 1930 que decía: «Mira, tenemos que dejar de tener política adentro del Ejército». Lo decía porque tenían disputas entre diferentes grupos. Si observamos la historia del Club Militar, esto queda evidente. Luego viene Góes Monteiro y dice: «No. Ahora vamos a empezar a hacer la política del Ejército. Ya no la política en el Ejército, sino la política del Ejército». Este es un primer cambio. Durante el régimen militar, la política del Ejército, debido a las reformas en la carrera militar, pasó a ser realizada únicamente por la cúpula del Ejército. Esto genera un nuevo cambio. Ya no se tiene a la política adentro del Ejército, solo existe una política, que es casi la política de la institución. Las reformas hacen que quienes definan esta política sean los que están arriba. Después de todo, el mando lo tiene el general de cuatro estrellas. Puede haber un capitán que opine, un capitán que se convierta en presidente, pero quien manda es el general de cuatro estrellas. Los militares activos mandan más que los de reserva, pero los de reserva también mandan.
La noción de partido que elaboramos fue recuperada, en parte, de este autor y modificada. También porque ya no tendría sentido hablar de un partido en uniforme si no tuviéramos, por ejemplo, los números de la Policía Militar, porque, en Brasil, las policías tienen esta misma estructura militar. Utilizamos el término «Partido Militar» como figura didáctica. Creo que el dossier tiene un papel que jugar, que es desmitificar algunas cosas para la población, ya que la gente suele pensar así: «Las Fuerzas Armadas van a participar en la política, así que vamos a ver los [autos] blindados en la calle de mi casa, todos armados, toque de queda…». Pero no. Este es solo el momento más explícito y casi mediático de un proceso de intervención militar. La intervención militar es continua y rutinaria. Es sutil, furtiva y permanente. Por eso usamos esta metáfora, como si dijéramos: «Otros partidos políticos hacen lo mismo. El hecho de que estén uniformados no significa que no hagan política. Hacen política como los demás». Hicimos esto para llegar a los que no están en tema.
Pero debemos tener un cuidado muy grande con una tendencia inversa. No podemos pensar que los trabajadores votan a trabajadores, que liberales votan a liberales, que burgueses voten por burgueses. No es así como funciona. El militar tiene un arma, tiene espíritu de cuerpo y funciona con jerarquía y disciplina. Por eso, están vetados por nuestra Constitución de tener organización partidaria. Entonces, es totalmente ilegal cualquier tipo de organización en este sentido. Tengan o no un registro ante el Tribunal Superior Electoral (TSE).
Paulo Motoryn.- Ustedes hablan del «retorno» del protagonismo militar. ¿Hubo un paréntesis en el que el partido dejó de actuar o es solo un regreso a los focos?
Rodrigo Lentz.- El término «regreso al protagonismo» fue un cuidado que tuvimos para no alimentar ese mito de que, solo con el bolsonarismo y con Bolsonaro, los militares se han metido en política. Como mencionó Ana, los militares están políticamente involucrados y estructurados a partir de esta organización metafórica, que es el Partido Militar. Esta es una constante en la historia política de la República [Brasileña]. En la fundación de la República, con el golpe republicano, tuvimos dos gobiernos dictatoriales de generales del ejército. Luego tuvimos a Hermes da Fonseca como presidente de la Antigua República, con base en ese modelo electoral fraudulento. Luego tuvimos todo el Estado Nuevo que, aunque no estaba dirigido específicamente por un militar, era un gobierno extremadamente militarizado y comandado por los militares. Después de la Constitución de 1946, el primer presidente fue un general de Ejército, Eurico Gaspar Dutra. Y luego cada elección tuvo algún líder militar participando en la disputa, sin mencionar a los senadores, diputados estaduales y federales, intervinientes en los gobiernos de los estados y en las empresas públicas. Sin embargo, después de eso, tuvimos 21 años de gobiernos dirigidos por generales. Este interregno de 1985 a 2018, en el que no tuvimos un liderazgo específico al frente de la política, de ninguna manera significa que dejaron de hacer política, sino que cambiaron de estrategia y de táctica. Pasaron a un papel secundario o actuaron de manera furtiva, informal y detrás de escena.
Paulo Motoryn.- ¿Qué representa Braga Netto en la fórmula de Bolsonaro para las elecciones de 2022? ¿Cómo debemos mirar esta figura?
Ana Penido.- Braga Netto es el tipo que tiene el mapa de la mina. Es el tipo que fue interventor federal en Río de Janeiro. Es el tipo al que Bolsonaro agradeció el día de la toma de posesión junto con [el exjuez Sergio] Moro y el general Villas Bôas. Es el que literalmente conoce toda la economía criminal de los bajos fondos de Río de Janeiro. Todo indica que está relacionado con la economía que financió las campañas de concejal y diputado de Bolsonaro y, luego, de su familia. Es el tipo con el mapa de la mina. Porque tiene la información que tenía como interviniente, la información que viene de la inteligencia militar y ahora del gobierno, incluyendo la información que puede recabar la propia Oficina de Seguridad Institucional. Y la información es poder.
Esta fue la primera pregunta que nos hicimos: ¿quién manda, al final de cuentas, en este gobierno? Y no cabe duda de que, por el paquete de información que logró reunir Braga Netto a lo largo de todo este tiempo, está en condiciones de tener al presidente en la mano. Nunca fue un ministro cualquiera. En el Instituto decidimos cambiar nuestro enfoque sobre el tema cuando [Braga Netto] se convirtió en el ministro de la Casa Civil [jefe de gabinete]. Porque, hasta entonces, la mayoría de los artículos de prensa trataban a los militares como un «ala militar». Desde que Braga Netto se hizo cargo de la Casa Civil, esto cambió completamente, porque ya no había un ala. [Braga Netto] tiene mucha más información que el presidente sobre su propia vida, tal vez. Está muy claro que los militares no eran solo un grupo político para componer la base del gobierno de Bolsonaro. El paso de Braga Netto a la Casa Civil expresa la capacidad de los militares para coordinar el gobierno de Bolsonaro.
Rodrigo Lentz.- Agregaría que Braga Netto juega un mejor papel en la fórmula que Mourão [el actual vicepresidente] para la cohesión interna de las Fuerzas Armadas, especialmente del Ejército. Promueve una imagen de que la fórmula es apoyada por las Fuerzas Armadas, que es una fórmula de las Fuerzas Armadas, que incluso el gobierno es de las Fuerzas Armadas. Existe esta función electoral, esta coerción como moneda política y también como agregadora de votos. Braga Netto, esa figura que tiene el mapa de la mina, es asimismo un excelente representante, considerando la hipótesis que venimos trabajando de que las milicias de Río de Janeiro también son un subproducto militar. Los dos detenidos y responsables del asesinato de Marielle Franco y Anderson son militares. El asesinato de Marielle tuvo lugar en los primeros días de la intervención federal. Hay ahí un simbolismo que involucra a las milicias.
Paulo Motoryn.- Como resultado de la salida de Braga Netto por la vicecandidatura, debe ocurrir un cambio en el Comando del Ejército y el Ministerio de Defensa. ¿Se puede hacer algún análisis respecto a esto o es algo protocolar?
Ana Penido.- Cada vez más se naturaliza la idea de que el ministro de Defensa puede y debe ser militar. Cuando se crea el Ministerio de Defensa, es esencialmente para desplegar un civil. Lo que motiva esta idea principal es el hecho de que existen tres Fuerzas: la Marina, el Ejército y la Fuerza Aérea. La gente casi solo habla del Ejército, pero la Fuerza Aérea y la Marina también tienen sus ministros en el gobierno. En ese momento, la principal divergencia era entre las Fuerzas. Se peleaban la Marina, el Ejército y Fuerza Aérea por el cargo de ministro. Ahora esta idea se está naturalizando, lo que destruye cualquier posibilidad de control civil.
Tener a un ministro civil no soluciona nada, solo los de arriba. Puedes seguir teniendo toda la estructura militar, que es lo que pasó. La mayor parte del tiempo, desde que se creó el Ministerio de Defensa, nunca hemos tenido, por ejemplo, un concurso para civiles en el ministerio. Sin embargo, es simbólico y, a la vez, es casi como el primer paso tener a un civil como ministro de Defensa, es la primera medida para tener un control civil sobre los militares. La segunda cuestión es que se confirma este predominio del Ejército. Y nuestra hipótesis es que esto debe generar algún grado de ruido. Entonces, la manera en que las demás fuerzas recibirán esto y cómo van a reducir este grado de ruido es algo que todavía veremos en las escenas de los próximos capítulos.
Rodrigo Lentz.- El general Marco Antônio Freire Gomes, señalado para ser el nuevo comandante del Ejército, lideraba el Coter, que es el Comando de Operaciones Terrestres, responsable de las inspecciones generales, que a su vez supervisan a las policías militares. Esto ocurre en un año electoral, lo que también puede favorecer a Bolsonaro en relación a la movilización electoral de los militares en los estados en torno a la candidatura.
Paulo Motoryn.- ¿Cómo entra la influencia de los Estados Unidos en el dossier?
Ana Penido.- La cuestión de Estados Unidos es central en el dossier. Creo que vale la pena comentarlo, porque hubo mucha especulación en la prensa sobre el posicionamiento de los militares sobre la guerra en Ucrania. No cabe duda de que las Fuerzas Armadas brasileñas están alineadas con los países de la OTAN. Esto no es algo de hace cinco años. Esto no es algo de la administración de Bolsonaro con Trump. Es algo de todo un siglo.
Traducción: Isabela Gaia, para Brasil de Fato.