En este artículo el autor aprovecha la reciente conclusión del Comité de DDHH de la ONU a respecto de la vulneración de los derechos político-jurídicos del ex presidente Lula para reflexionar sobre el entramado que supuso la operación Lava Jato.
A partir de ahora, el crimen cometido por Sérgio Moro y sus acólitos, no puede ser ignorado por más tiempo. Así se relataba la noticia en la G1, la cadena que antes desconocía que se habían cometido barbaridades contra el ex presidente Lula:
“El Comité de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) informó este jueves (28) que el ex presidente Lula (PT) no tuvo un juicio imparcial y no se le garantizó su privacidad, a parte de que sus derechos políticos fueron vulnerados en la Operación Lava Jato.
La comisión también consideró que las ‘violaciones procesales’ de la operación Lava Jato convirtieron en ‘arbitraria, la prohibición que recayo sobre Lula para participar en las elecciones a la presidencia’. Con eso, la ONU entendió que hubo vulneración de los derechos políticos del ex presidente, incluyendo el de presentarse a las elecciones”.
Una noticia de tal importancia, que debería ser leída en la televisión como si de la narración de un gol de falta de Juninho Pernambucano decisivo para hacerse con la Copa del Mundo se tratase, fue leída con la voz de quien comunica el fallecimiento de Roberto Carlos. Voz embargada por el pesar y rostro crispado por la pena y el dolor. Una tragedia. Si pudiera, la reportera hablaría como los bolsonaristas: esa decisión de la ONU es otra de las muchas obras del comunismo internacional.
Pero los crímenes, cometidos por el entonces juez Sérgio Moro y procuradores asociados, no hace mucho estaban debajo de las narices de la prensa, que evitaba el olor a podrido de las fases del juicio. Los ojos de los medios de comunicación tampoco veían las invasiones de la privacidad de Lula, escucha de abogados, fugas de imágenes y frases íntimas de Lula. Ni oían las justas palabras de los brillantes abogados de la defensa de Lula: Cristiano Zanin y Valeska Martins. Los comentaristas en la televisión hacían oídos sordos.
Sin embargo, la parcialidad, el crimen y la corrupción que el mediocre Sérgio Moro decía combatir, ya estaba presente aquí:
En 2018, Lula fue preso tras una sentencia que lo condenaba por corrupción por haber recibido un tríplex, a pesar de que no llegara a probarse que él fuera el dueño. La sentencia condenatoria fue tan escasa de pruebas, que los párrafos podían ser copiados de cualquier lugar del documento, y el resultado sería el mismo. Las sinrazones se repetían o solo cambiaban los nombres de los delatores. Aunque todo el samba estaba tocado con una única nota: un delator declaró, declaró, declaró, así hasta el infinito. Había “pruebas” que se referían a e-mails, en los que Zeca Pagodinho era Lula, Brahma era Lula, el Jefe era Lula, Madame era Doña Marisa [la mujer de Lula]. Todo un laberinto de idas y venidas, de reculadas y vueltas, de fijación en búsqueda de un único objetivo: la condena del ex presidente Lula.
Así fue el interrogatorio, de la última vez en que Lula depuso ante al inquisidor de la derecha brasileña:
“Moro.- Señor ex presidente, ¿puede aclararnos si tenía la intención, desde el primer momento, de adquirir un tríplex en el edificio en lugar de una unidad simple?
Lula.- No la tuve ni al principio ni al final. Yo quiero hablar, porque tengo derecho a decir que ni requerí, ni recibí, ni pagué, un apartamento que dicen que es mío.
Moro.- ¿Nunca tuvo la intención de adquirir ese tríplex?
Lula.- Nunca tuve la intención de adquirir el tríplex.
Moro.- Aquí, tiene una propuesta de compra, sujeta a ser aprobada, relativa a ese mismo inmueble. El documento fue firmado por la señora Marisa Leticia, se lo voy a enseñar.
Lula.- ¿De cuándo es la fecha?
Moro.- 01/04/2005. Consta en ese documento, no sé si el señor llegó a verificar una enmienda. El número 174 correspondiente al tríplex en ese mismo edificio fue enmendado y, encima, se escribió el número 141. En ese documento los peritos de la policía federal constataron que se hiciera una enmienda, ¿sabe usted quién hizo la enmienda?
Lula.- ¿La policía federal no descubrió quién fue? ¡¿No?! Entonces, cuando lo descubra, comuníquemelo, yo también quiero saber.
Moro.- Aquí, consta un término de adhesión de un dplex de tres dormitorios en ese edificio situado en Guarujá, unidad 174 A, que después, tras la transferencia de la iniciativa a la OAS, acabó transformándose en el tríplex 164 A. ¿Puedo enseñarle el documento?
Lula.- ¿Por quién está firmado?
Moro.- …La firma está en blanco…
Lula.- Entonces, ¡guárdelo, por favor!”
Y con tales pruebas, finalmente, el juez dictó sentencia:
“Condeno a Luiz Inácio Lula de Silva”.
Sobre una corrupción semejante a la de Sérgio Moro, que fingía moralidad, el gran José Carlos Ruy acertó a destacar en el Dicionário Machado de Assis:
“Nóbrega – Fue recolector de limosnas para la Iglesia. Encontró a Natividade y Perpetua en la calle de San José cuando se dirigían a consultar a Bárbara. Él quedó con la nota de 2 mil reales que Natividade le dio de limosna. Aplicó y multiplicó el dinero. Pocos meses después, dejó de ser recolector de limosnas y cambió de carrera. Dejó la ciudad; cuando volvió, tenía algunos pares de millones de reales, que la fortuna dobló, redobló y tresdobló. Ganó dinero en la especulación, del ‘encilhamento’ [1]. Era otro; las facciones no eran las mismas, sino las que el tiempo le fue recomponiendo y mejorando”. (Esaú y Jacó, 1904)
El genial Dicionário Machado de Assis, de José Carlos Ruy, aún espera a ser publicado por la editorial Anita Garibaldi.
Nota
[1] Período de agitación financiera tras la proclamación de la República en Brasil, caracterizado por un gran movimiento de especulación en Bolsa y negocios arriesgados.
Fuente: https://vermelho.org.br/coluna/rascunho-automaticovitoria-de-lula-na-onu-vitoria-da-civilizacao/
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