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El Black-Out del sistema eléctrico venezolano: ruptura del equilibrio en la generación termoeléctrica

Fuentes: ecopoliticavenezuela.org

Como ya es sabido, un fallo eléctrico de grandes proporciones, está afectando prácticamente todo el país desde el día 7 de marzo aproximadamente a las 5pm. Con el apagón se han visto perjudicados también los servicios públicos (como el agua), el transporte y la telefonía local y móvil. Hasta la fecha (lunes 11 de marzo) […]

Como ya es sabido, un fallo eléctrico de grandes proporciones, está afectando prácticamente todo el país desde el día 7 de marzo aproximadamente a las 5pm. Con el apagón se han visto perjudicados también los servicios públicos (como el agua), el transporte y la telefonía local y móvil. Hasta la fecha (lunes 11 de marzo) numerosas regiones y partes del país siguen sin electricidad. Las clases y las jornadas laborales se han suspendido desde el viernes pasado.

Existe ya toda una discusión sobre las causas de este nuevo apagón. El Gobierno nacional ha afirmado que se trata de una «guerra eléctrica imperial», por medio de ataques cibernéticos (introducción de virus) y eléctromagnéticos por parte del Gobierno de los Estados Unidos, con complicidad de infiltrados internos. La oposición, por medio de Juan Guaidó, ha sostenido que un incendio afectó las tres líneas entre Guri y las subestaciones Malena y San Gerónimo B.

Pero ¿se trata sólo de un incidente puntual? Nuestra respuesta es NO.

En relación la tesis del sabotaje, es cierto que, ante la creciente debilidad e inestabilidad del sistema eléctrico nacional (SEN) debido a la progresiva desincorporación de centrales termoeléctricas que han ido «cayendo» por falta de mantenimiento, algún ingeniero con conocimiento de esta situación podría haber provocado esta falla, dejando al gobierno al descubierto ante su descuido en la gestión eléctrica. Las motivaciones de quien haya podido hacer algo así escapan a nuestro análisis. Pero si es cierto que algo así podría haber sucedido, sería única y exclusivamente como consecuencia de la inestabilidad del sistema eléctrico. En circunstancias normales, ni la peor intención de sabotaje habría provocado algo así.

La debacle de las termoeléctricas y el incremento de nuestra vulnerabilidad

Si bien es cierto que el sistema eléctrico venezolano es altamente dependiente de la generación hidroeléctrica del Guri (estado Bolívar), esta tendencia se había comenzado a revertir desde finales de los 90´s del siglo pasado y principios de los 2000. Sin embargo, se adquirió una generación termoeléctrica para su distribución en los centros de carga más importantes del país (Centro, Occidente, Oriente) que lamentablemente hoy se encuentra mayoritariamente indisponible.

¿Por qué? Veamos.

Había una generación eléctrica que se distribuía en varias regiones a nivel nacional y otra que ha tenido un carácter central, la cual nace del Guri. La generación distribuida a nivel nacional fue instalada en el marco del programa nacional «Misión Revolución Energética», ejecutado entre 2008 y 2012. Estos sistemas denominados «grupos electrógenos» tienen una capacidad de 1.100 MW y decayeron en su capacidad de generación -en la actualidad no hay ni un 10% operativos- debido a que los mantenimientos eran difíciles de ejecutar, puesto que la generación distribuida estaba ubicada en las zonas más alejadas de los centros urbanos y pocos técnicos e ingenieros se podían localizar en esas zonas de forma permanente. En este caso se recurrió a ingenieros y técnicos cubanos, sin embargo, la coordinación entre ambos grupos profesionales nunca fue la mejor.

Otro factor a destacar es el de los efectos del cambio de máquinas en la generación turbogas. En Venezuela siempre se ha venido utilizando máquinas General Electric, de muy buen rendimiento y fiabilidad. A partir de la centralización del sistema eléctrico en una sola empresa (Corpoelec), se impuso desde San Bernardino (Sede del Ministerio de Energía Eléctrica) que todas las máquinas a comprarse para el parque termoeléctrico serían Siemens. Este proceso fue masivo y se instalaron turbinas de esta marca en la central Josefa Camejo (Falcón), las Centrales Termozulia (Zulia), Argimiro Gabaldón (Lara), Juan Bautista Arismendi (Nueva Esparta), entre muchas otras.

De estas máquinas ni el 10% están actualmente operativas. Las mismas no funcionan adecuadamente con el gasoil que se les alimentaba. En realidad, las máquinas funcionan de forma óptima con gas natural. Pero el Gobierno impuso de forma acelerada que se alimentaran con gasoil para dar respuestas rápidas al creciente problema eléctrico, lo que provocó que varias máquinas quedaran fueran de servicio durante los primeros meses de operación, sin que el fabricante respondiera por ellas, debido a que la operación forzada a gasoil fuera de especificaciones no es una causa incluida en las clausulas de garantía.

Cabe destacar, que cada máquina de estas tiene una capacidad de 150 MW a un costo de unos 200 millones de dólares cada una.

En la decisión de cambio de máquinas no hubo consultas, ni participación de los jefes de las plantas termoeléctricas a nivel nacional, ni de los expertos de las antiguas operadoras como ENELVEN, Electricidad de Caracas, Enelbar, Cadafe, etc. Fue una decisión impuesta desde el nivel central, por razones desconocidas.

Por último, pero no menos importante, está el problema de la corrupción. Se perdieron unos 38 mil millones de dólares en todo este proceso que no ha generado sino pérdidas, y lograr restablecer todo el sistema de termoeléctricas costaría hoy, al menos la mitad de eso. Los más sonados y recientes casos de corrupción destapados en España con Nervis Villalobos, revelan el enorme desfalco a la nación realizado a través de las compras fraudulentas de estas máquinas de generación termoeléctrica que hoy están totalmente indisponibles.

Cabe recordar que la empresa Siemens tiene demandas a nivel internacional por corrupción y competencia desleal, basada en sobornos a funcionarios de gobiernos de países en vías de desarrollo para imponer sus modelos de turbinas ante las turbinas General Electric, claramente mucho más fiables y de mejor calidad, en términos generales. Empresas alemanas como Volkswagen, se han visto recientemente involucradas en fraudes como los ocurridos en Estados Unidos con sus modelos a gasoil, donde evadieron los controles de la Agencia Ambiental (EPA) para falsear los datos de las emisiones de combustible de sus vehículos.

El resultado de todo esto ha sido la fulminación de la generación termoeléctrica, con la consecuente afectación de las regiones que cubría, lo que ha generado que el consumo de electricidad de todo el país quede dependiendo de una única fuente: el sistema se ha terminado «recostando» de las centrales hidroeléctricas del Caroní (Guri, entre otras) y además las han sobre-exigido.

En realidad estamos en emergencia eléctrica desde 2012

Hoy estamos viviendo las consecuencias de un severo proceso de degradación del SEN, con la pérdida de la amortiguación que, ante cualquier falla, podía ofrecer la generación termoeléctrica y con una altísima dependencia y una sobre-exigencia del complejo hidroeléctrico del Caroní. Cualquier falla que se produzca en este último va a provocar una falla generalizada a escala nacional.

Hoy estamos en una una situación de máxima inestabilidad del SEN y una posición mucho más vulnerables que antes. Ya no hay más emergencia eléctrica que decretar, porque estamos en emergencia eléctrica desde el 2012. Y dentro de esa emergencia eléctrica lo que hemos hecho es hundirnos más.

El país tiene huecos por todas partes, es un barco con agujeros por todos los lados de su casco. No se puede tapar uno sin dejar de tapar el otro y como balance neto, sigue entrando agua y hundiéndose. Las fallas parece que irán a peor y ahora será un efecto dominó.

Alternativas sostenibles para la superación de la crisis eléctrica

Aunque hoy la indisponibilidad del parque termoeléctrico supera al 90%, es posible recuperar gran parte de esa inversión. Podemos revertir el grave daño al sistema eléctrico recuperando el parque termoeléctrico, algo que llevaría meses o quizás varios años, pero lo podemos hacer. Debemos recuperarlo y para eso, tenemos que cambiar la matriz de combustibles del parque termoeléctrico e incrementar el uso de gas natural en lugar de gasoil. Esto estaba incluido en todos los planes nacionales de desarrollo de 2007 y nunca se hizo, pero ya no queda más que hacerlo y avanzar hacia un modelo sostenible en nuestro sistema eléctrico.

Además, debemos recuperar los proyectos en energías renovables, especialmente en La Guajira y en Paraguaná que están en el extremo de la red troncal de transmisión de 765 kV. De esta forma daríamos equilibrio a nuestro sistema eléctrico nacional que está extremadamente inestable. Esto es posible con un esfuerzo responsable del gobierno. El día que realmente se quiera asumir la responsabilidad de la grave situación eléctrica del país se podrán tomar las medidas correctivas, cada día que pasa es un día perdido. Vacilar es perdernos.

 

* Alejandro López-González es Doctor en Sostenibilidad por la Universitat Politécnica de Catalunya, UPC (Barcelona, España), con postgrados en Generación Eléctrica a partir de fuentes renovables de energía (Pamplona, España) y en Ingeniería Energética (Madrid, España). Ha trabajado por más de 12 años en la industria energética venezolana (PDVSA y Ministerio de Energía Eléctrica). Actualmente es Investigador en el Instituto de Organización y Control de la UPC (Barcelona, Catalunya) y profesor invitado en el Centro Socioeconómico del Petróleo y Energías Alternativas de La Universidad del Zulia (Maracaibo, Venezuela). Milita en el Frente de Resistencia Ecologista del Zulia (FREZ).

Fuente: http://www.ecopoliticavenezuela.org/2019/03/11/black-out-del-sistema-electrico-venezolano-ruptura-del-equilibrio-la-generacion-termoelectrica/?fbclid=IwAR0H72kj6gxXm2kPURG1etChHwgZBZFEfu0FVbnDT94igY4ERem1YgYlGX4