Desde Radio Malva entrevistamos al politólogo uruguayo Raúl Zibechi acerca de las políticas neoliberales en torno a la vivienda. Aprovechando su paso por València el pasado mes de marzo para asistir a una charla-coloquio en el CSOA L’Horta, planteamos cuestiones sobre el urbanismo, el turismo y la gentrificación que afectan a nuestros barrios a día […]
Desde Radio Malva entrevistamos al politólogo uruguayo Raúl Zibechi acerca de las políticas neoliberales en torno a la vivienda. Aprovechando su paso por València el pasado mes de marzo para asistir a una charla-coloquio en el CSOA L’Horta, planteamos cuestiones sobre el urbanismo, el turismo y la gentrificación que afectan a nuestros barrios a día de hoy.
En tu charla hablaste de las políticas neoliberales que se están produciendo en torno a la vivienda tanto en Latinoamérica como en Europa, ¿cómo funcionan estas políticas?
Las políticas neoliberales quieren mercantilizarlo todo, incluso la vida. Hablamos de un modelo especulativo que no tolera la diversidad, que trata de homogeneizarlo todo para poder mercantilizar mejor, convertir todo en productos similares para poder venderlos más fácilmente. En el caso concreto de la vivienda, se especula con el suelo urbano. Tratan de rediseñar zonas centrales que hace 30 o 40 años eran periferias y que ahora se han revalorizado, por ello se quiere expulsar a la gente para hacer negocio y construir grandes edificios. Se expulsa a familias con el aumento de los alquileres o como me han contado que hacían en el Cabanyal, directamente con excavadoras.
Gentrificación y turistificación son las palabras que aparecen continuamente cuando hablamos de estos procesos. En nuestro país el desarrollismo enfocado al turismo es una política que viene de décadas atrás y que convierte a barrios y ciudades en escaparates para el visitante.
Estos procesos provocan la sobreutilización de las zonas más céntricas, las zonas monumentales o de playa y las convierte efectivamente, en grandes escaparates. Aumenta el número de apartamentos turísticos, se encarecen los servicios, las viviendas, los precios de los alquileres, se promocionan zonas bien conservadas, con buenos trasportes y grandes restaurantes y el resto de la ciudad se queda en una situación mucho más vulnerable. Finalmente quienes se benefician del turismo son las aerolíneas, los grandes hosteleros, es el mismo capital financiero que está implicado en los procesos de gentrificación.
Sin embargo, el turismo siempre se nos vende como una fuente irrenunciable de riqueza.
Todo el sistema neoliberal se basa en una publicidad falsa, ya sea para construir una represa en una comunidad indígena o un hotel en la playa, siempre se promete que generará empleo. El turismo genera empleo temporal, precario, salarios bajos y malas condiciones laborales. Es muy difícil encontrar en la hostelería un empleo fijo, bien remunerado y con buenas condiciones. En general, el modelo actual provoca una enorme precariedad de vida a todos los niveles, no sólo a nivel laboral. Este mismo modelo tiene también su impacto ambiental negativo, ya que con el turismo se sobreutilizan los recursos hídricos, como por ejemplo está ocurriendo en Mallorca donde la calidad del agua es muy mala. Es la lógica del extractivismo de recursos en favor del gran capital, ya se habla de extractivismo urbano, si no logramos frenar este modelo nos arrinconarán en las periferias de las ciudades en condiciones muy malas.
Los movimientos sociales que luchan contra estos fenómenos de gentrificación y turistificación en sus barrios, reivindican el derecho a una vivienda digna, algo que consideramos de justicia. Sin embargo, en este mismo sentido desde Latinoamérica nos llegan las luchas por el derecho al territorio, una filosofía con una lógica más comunitaria que en cierta medida se contrapone al sentido individualista que conlleva el derecho a la vivienda.
En mi opinión el concepto de territorio es clave. Toda vivienda se construye sobre un terreno, una tierra, no podemos legislar sobre el derecho a la vivienda sin tratar sobre el terreno urbano que es el principio para acceder a una vivienda. En muchos lugares de Latinoamérica se entiende que las viviendas están afincadas en territorios, vivimos en comunidades y el territorio nos debe permitir seguir siendo comunidad. La relación de los seres humanos con el territorio es importante para garantizar la vida. Quien vive y forma parte de un territorio lo cuidará. Nosotros decimos que el territorio no nos pertenece sino que nosotros pertenecemos al territorio. El territorio no es para usufructuarlo es para sostenerlo. El territorio es agua, alimento, tierra, vida, comunidad, es todo lo que gira en torno a esa convivencia. Ninguna familia puede enfrentar el modelo de forma individual, tenemos que hacerlo en comunidad.
La vida en comunidad y el arraigo a un territorio es lo que nos permite hablar de la identidad de un barrio. Sucede que cuando hablamos de preservar esa identidad se nos acusa rápidamente de oponernos al progreso.
En el debate sobre el desarrollo que defienden los grandes empresarios nos encontramos como muchos sectores populares y de trabajadores que piensan que el consumismo, lo moderno y el progreso son lo bueno. En la última crisis mucha gente ha llegado a replantearse las cosas pero falta mucho trabajo por hacer en este sentido. El sistema tiene mucha fuerza y la cultura del consumo y la idea de modernidad tienen mucho peso. Van a faltar todavía muchas crisis y fallos del sistema para que aspiremos a una vida sencilla, un buen vivir, una buena calidad de vida sin mucho consumo, sin coches. Anoche en Benimaclet estuvimos veinte minutos para aparcar y otros diez para llegar desde donde encontramos sitio hasta el CSB Terra, ¿qué ventaja fue ir en coche si finalmente tardamos más en llegar a los sitios?
Has explicado como en Latinoamérica muchos gobiernos progresistas promovieron políticas desarrollistas en la últimas décadas que han resultado muy perjudiciales. Nosotros tenemos el caso del PEC en el barrio del Cabanyal o del PAI de Benimaclet con un gobierno progresista además de varios proyectos similares en el resto de la ciudad.
La cuestión común entre la izquierda y la derecha es que ninguno de los dos cuestiona el modelo de desarrollo. La izquierda sigue el modelo neoliberal. Se plantean pautas para paliarlo pero no para cuestionar el modelo. Si esto no se cuestiona vamos a ver una creciente polarización social como ya está ocurriendo en varias partes del mundo. El 1% es cada vez más rico y mientras que la desigualdad sigue creciendo. Sobre esta polarización social va a ver una polarización política. Ahí vemos como aparece la ultraderecha. Además el modelo neoliberal genera una sociedad cada vez más militarizada donde la protesta se criminaliza, la policía tiene un gran poder y en un juicio su palabra vale siempre más que la de un ciudadano.
Si las instituciones juegan a nuestro favor mejor pero el jugador no es el partido ni el político, ni el diputado, ellos pueden favorecernos o perjudicarnos pero el actor principal es la gente. Lo que nosotros hagamos es lo decisivo, si tenemos apoyo de arriba pues mejor. Los políticos son como el viento que puede soplar o no a nuestro favor pero quien debe pilotar la nave es la gente.
Sucede en ocasiones que se tiende a la desmovilización cuando los gobiernos de izquierda están en el poder
Debemos hacer más cosas además de movilizarnos, no sólo hay que manifestarse sino ser capaces de crear espacios nuevos, propios. No alcanza con reclamar el derecho a la vivienda sino que hay que comenzar a crear las soluciones por nosotros mismos, esto es lo decisivo, no podemos depender de la clase política.
Fuente: https://radiomalva.org/2019/03/26/raul-zibechi-y-las-politicas-neoliberales-en-torno-a-la-vivienda/