«En estos momentos, existen muchas posibilidades de que la presidencia de Jair Bolsonaro en Brasil, sea muy breve. La palabra impeachment ya forma parte del léxico corriente en los medios de comunicación y las redes sociales en el gigante suramericano». Al menos así lo considera Andrés Ferrari Haines, profesor en la Universidad Federal de Río […]
«En estos momentos, existen muchas posibilidades de que la presidencia de Jair Bolsonaro en Brasil, sea muy breve. La palabra impeachment ya forma parte del léxico corriente en los medios de comunicación y las redes sociales en el gigante suramericano». Al menos así lo considera Andrés Ferrari Haines, profesor en la Universidad Federal de Río Grande de Sul (UFRGS), Brasil, en un trabajo que publicó el 21 de mayo el diario argentino Página 12 y reproducido en Rebelión [N. Ed].
Eduardo Bolsonaro, hijo del presidente, alertó en Buenos Aires que una victoria electoral de Cristina Fernández de Kirchner supondría el riesgo de convertir a Argentina en otra Venezuela.
Curiosamente, dice el periódico, su padre está consiguiendo en Brasil lo que no pudo lograr el mercenario Juan Guaidó para Venezuela, de que surgieran en todas partes levantamientos y protestas que promuevan la oposición al mandatario.
La histórica marcha del miércoles 15 de mayo, en la que cerca de dos millones de personas salieron a las calles de 200 ciudades de Brasil para protestar contra los recortes presupuestales en la educación, fue un punto de inflexión en el rechazo al presidente Jair Bolsonaro, sus hijos y varias personalidades allegadas a él.
Quienes durante su campaña electoral pensaron que aquel estilo violento y belicoso constituía parte de una estrategia electoral para atacar a sus opositores, están percibiendo que se trata de una faceta de su personalidad. Da la impresión de que su capacidad de diálogo es nula, y que sólo sabe expresarse de manera agresiva -aun cuando ello pudiera no ser su intención-. Pareciera que Bolsonaro, con sus hijos, trató de fortalecer su imagen en una relación directa con su base electoral, desprestigiando a sectores que formaban parte de la coalición de gobierno, tales como los militares, que ocupan varios cargos en partidos políticos aliados.
Más grave aún, en el campo de la economía, ha sido el nombramiento de su «superministro» Paulo Guedes, una opción extremadamente neoliberal y sumisa a capitales estadounidenses, en especial a los que pretenden la explotación extrema de recursos naturales y al control de instituciones financieras estatales y de empresas tales como Petrobras.
En esta estrategia, Guedes colocó todas sus fichas a favor de la aprobación de una brutal reforma enfocada a prevenir una «inevitable» catástrofe económica, en lo que encuentra gran resistencia dentro y fuera del parlamento.
Se trata de una estrategia de sumisión a la actividad privada que culminó el ministro de Educación Weintraub quien, convocado por el Congreso en medio de una protesta estudiantil, dejó bien en claro que el objetivo no era recortar el presupuesto educativo, sino extinguir del sistema educativo público. En línea con su presidente, el ministro descalificó a los estudiantes y afirmó que «los egresados de las universidades públicas brasileñas no saben nada».
La realidad, sin embargo, ha demostrado que, por el contrario, las escuelas públicas son las que ocupan los primeros puestos en el ranking nacional -con sólo dos o tres de las privadas- en el pelotón de proa, e incluso las públicas están entre las primeras en cotejos con países emergentes. Además, algunas de las públicas tienen respetables colocaciones a nivel internacional. Así, queda claro que no tiene fundamento alguno el proyecto gubernamental destinado a desmantelar la educación pública en beneficio de la privada que el ministro tanto elogia.
Por su parte, el canciller Ernesto Araújo alineó la política externa de Brasil a Estados Unidos en una cruzada moralista que identifica la «globalización» como un proceso manejado por el «marxismo cultural» y a los riesgos climáticos con una «conspiración comunista», aun a costa de perder mercados externos importantes.
Mientras tanto, la economía se paraliza, la bolsa cae y el dólar se dispara. Además, se ha conocido que la consultora A.T. Kearney sacó a Brasil, por primera vez, de los 25 principales destinos para los inversores de Estados Unidos. Durante el gobierno de Dilma Rousseff estaba en tercer lugar.
Bolsonaro fue perdiendo tanto apoyo en la última semana que incluso su «gurú», el astrólogo Olavo de Carvalho, pronosticó que él abandonará la política de Brasil. El Movimiento Brasil Libre, gran participante de la caída de Rousseff y en la ola anti-PT, también anunció su ruptura con él. Los estudiantes están convocando una movilización mayor para el 30 de mayo y, además, se han sumado a la Huelga General del 14 de junio contra la reforma de Bolsonaro.
Los tres medios principales, O Globo de Rio y Folha do Estado de Sao Paulo, en sus editoriales son muy críticos sobre los manejos políticos del presidente y de sus ataques a la democracia. Las investigaciones de corrupción y asociación ilícita sobre otro de sus hijos, Flavio, crecen cada día y afectan a casi cien personas que estuvieron contratadas o movieron fortunas en relación con su oficina, incluyendo a la mismísima esposa del mandatario.
Fuente: https://www.poresto.net/