Aunque el reciente decreto ejecutivo de Obama, Declaración de Emergencia Nacional con respecto a Venezuela , no es en sí una declaración de guerra de Estados Unidos a Venezuela, significa una clara injerencia en la política interna venezolana, cuya situación, ciertamente compleja, es considerada por el Gobierno imperialista como una amenaza para la seguridad nacional […]
Aunque el reciente decreto ejecutivo de Obama, Declaración de Emergencia Nacional con respecto a Venezuela , no es en sí una declaración de guerra de Estados Unidos a Venezuela, significa una clara injerencia en la política interna venezolana, cuya situación, ciertamente compleja, es considerada por el Gobierno imperialista como una amenaza para la seguridad nacional del país norteamericano. El mundo al revés, pues al analizar la historia de la política exterior estadounidense desde el siglo XIX (a ser abordada con amplitud en escritos posteriores), se evidencia que la continua «amenaza» a la seguridad nacional de la nación norteña, incluida la de sus ciudadanos allende las fronteras, no ha sido más que uno de los pretextos preferidos por las autoridades norteamericanas para sancionar y/o agredir a otros países directa o indirectamente (por medio de ejércitos aliados o de mercenarios). De manera que los victimarios han desempeñando el papel estratégico-comunicacional de víctimas, y en caso de que decidan finalmente atacar a Venezuela, habrá servido una vez más el pretexto absurdo de la amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos.
A continuación tres razones que explican, en parte, la actual injerencia del águila imperial en Venezuela:
1.-Venezuela continúa siendo parte del área de influencia natural del Imperio norteamericano; patio trasero que le provee materias primas a bajos costos y un mercado importante. Más aún, la nación suramericana tiene como principal socio comercial a Estados Unidos, con todo y el discurso antiimperialista, socialista y humanista del Gobierno de Maduro. Incluso la «Revolución Bolivariana» negoció, con saldo favorable a los intereses estadounidenses, nada más y nada menos que con empresas como la Chevron y la Halliburton, cómplice esta ultima del derramamiento de sangre de centenares de miles de inocentes en Irak, cortesía de las tropas estadounidenses, forjadoras de «libertad». En este contexto no se aprecian contradicciones económicas entre Venezuela y Estados Unidos, pero la presencia en el país caribeño de las mayores reservas de hidrocarburos del planeta y de una respetable riqueza natural, son elementos más que suficientes para que el Imperio norteño intervenga de forma permanente en los asuntos venezolanos, sin importar la ideología de quienes gobiernen en Venezuela.
2.- La creciente alianza del Estado venezolano con países como China, Rusia e Irán, ha sido sin duda alguna, un factor inquietante para el Imperio estadounidense. En el caso de China téngase en cuenta que es el mayor competidor global de las corporaciones norteamericanas, y viene circulando en distintos medios de difusión internacionales, la noticia de que sustituiría definitivamente al dólar como moneda comercial. En Venezuela los chinos han realizado grandes inversiones, incursionando en el sector petrolero, en la construcción, en las finanzas, y en otras áreas. Mientras tanto Rusia intenta alcanzar el poderío que caracterizó a la Unión Soviética, pisa con mucha fuerza en Europa del este y en Asia, es aliado importante de China, y tiene nexos militares-estratégicos con la nación venezolana (incluida la venta de armamento). Y en cuanto a Irán, señálese su vinculación con China y Rusia, y su presencia en América Latina, en especial en Venezuela, inquieta particularmente al lobby sionista, de gran influencia en la política exterior estadounidense. Al igual que el gigante asiático (China), Rusia e Irán también habrían planteado desligarse en su totalidad del dólar.
Los vínculos de Venezuela con China, Rusia e Irán, se enmarcan claramente en la geopolítica y la economía global actual, que responden en buena medida a una feroz competencia intercapitalista-corporativa. En esta competencia Estados Unidos parece ir perdiendo, a juzgar por sus problemas financieros y por el riesgo inminente de que el dólar pierda su dominio mundial, y en tal sentido su Gobierno presiona e intenta amedrentar de diversas maneras (torcer el brazo, como diría Obama) a Venezuela y otras naciones asociadas con China y Rusia, y a estas mismas. Aquí la mal llamada guerra contra el terrorismo ha sido útil para Estados Unidos y algunos de sus aliados, y si la competencia intercapitalista se acentúa mucho más, es bien posible que se desate un conflicto bélico de mucha mayor proporción que dicha guerra, concentrada por ahora en Asia y África. Sería una conflagración con repercusiones en todos los rincones de la Tierra, e involucraría directamente a Venezuela por converger en ella los intereses de las potencias enfrentadas.
3.- De cierta forma la injerencia del Imperio norteamericano en Venezuela y en otras naciones del orbe, ha servido como cortina de humo para desviar un poco la atención del pueblo estadounidense respecto a la crisis interna del país norteño, en la que resaltan el alto costo de la vida, un elevado desempleo, la restricción progresiva de las relativas libertades, y la represión brutal a los pobres, en especial a ‘negros’ e inmigrantes latinoamericanos. Intenta Obama, por ejemplo, apaciguar los ánimos caldeados tras el asesinato de varios ‘negros’ en Ferguson y otras localidades de Estados Unidos.
En conclusión, la actual injerencia estadounidense en Venezuela, con la seguridad nacional de Estados Unidos en «peligro», y la violación de derechos humanos en la nación venezolana como pretextos, no es cuento de camino, como lo creen o lo quieren hacer creer numerosos opositores del Gobierno de Maduro. Si bien la «Revolución Bolivariana» no es enemiga en la realidad del Imperialismo estadounidense, de acuerdo a la notable asociación comercial, es evidente que Estados Unidos siempre tiene en la mira a Venezuela, más aún cuando tienden a fortalecerse las alianzas del país suramericano con potencias como China y Rusia, importantes competidores globales de la economía norteamericana.
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