Traducido del portugués para Rebelión por Alfredo Iglesias Diéguez.
A lo largo de la evolución de la historia humana, las civilizaciones siempre se han caracterizado por estar envueltas en un proceso dialéctico, de transformaciones constantes. No fueron raros los cambios estructurales y coyunturales en las sociedades de cada época, que en algunas ocasiones quebraron una línea evolutiva, en otras tan sólo producían un cambio en el mando del gobierno e incluso, en otros momentos, se producía una evolución natural, debida, principalmente, a las circunstancias y necesidades peculiares de cada momento.
Leemos diariamente que está en marcha un ‘golpe’, ese golpe tendría por objetivo apartar del poder a la presidenta Dilma Rousseff, expulsar al Partido de los Trabajadores e instaurar un nuevo orden. Hay, por otra parte, quien ve pertinente todo eso e incluso hay quien defiende abiertamente una intervención militar o una moción de censura (impeachment, en el original) a la presidenta electa.
Bien, me atendré al concepto de ‘golpe de Estado’.
El golpe de Estado es la usurpación del poder de forma ilegítima y, al contrario de lo que ocurre en las revoluciones -un tema sobre el que volveremos en otra ocasión-, tiene un carácter personal, egoísta.
Busca la conquista del poder para satisfacer el interés de una persona o de un pequeño grupo de personas que representa intereses que son contrarios o no están contemplados por el establishment político.
Tiene lugar cuando los derrotados, descontentos y golpistas, incapaces de alcanzar el poder por el voto popular, buscan, a través de la fuerza, asumir la posición de jefe de gobierno de forma tramposa: buscan legalizar y legitimar la ruptura institucional instrumentalizando los poderes legislativo y judicial.
Desgraciadamente, en mi opinión, está en marcha un golpe de Estado en Brasil y el hecho es cada vez menos cuestionable, especialmente después de la reciente reunión que mantuvieron el presidente de la Cámara de los Diputados (1), el magistrado del Supremo Tribunal Federal Gilmar Mendes (2) y el diputado Paulinho da Força (3), cuya agenda fue el impeachment de la presidenta de la República, la aprobación de sus cuentas electorales en el Tribunal Superior Electoral y las de su gobierno en el Tribunal de Cuentas de la Unión.
Este hecho supone un desmadre** de los valores republicanos. Por favor, no me censuren por el uso del substantivo desmadre, pues representa precisamente la naturaleza de esa reunión («pérdida de la moderación en el comportamiento…»).
Ese desmadre de los valores republicanos se produjo según el modelo actual de hacer política (así, con ‘pe’ minúscula): usando a los medios de comunicación para darle a los hechos una apariencia positiva o negativa, según convenga. Tanto es así que el titular de la Folha de São Paulo (4) es revelador: «Cunha discute impeachment con magistrado del Supremo».
El barniz civilizado y civilizatorio se rompe con facilidad en nuestra sociedad cuando los intereses de clase son contrariados, llega con observar lo que está ocurriendo actualmente en el país, donde en nombre de la moral que publicaron intereses impublicables.
1964, por ejemplo, fue un golpe de Estado, pues el grupo que había perdido las elecciones presidenciales frente a Gétulio Vargas, Juscelino Kubitschek y Jânio Quadros (5), aliado de los malos militares, tomó para sí el poder con la intención de reorientar el evento nefasto de la ‘revolución’, dándole un aspecto de legalidad y legitimidad al controlar el Congreso y el poder judicial.
El golpe de Estado es habitual en lugares cuyas instituciones políticas son débiles, donde no existe la certeza del cumplimiento de todas las normas constitucionales en lo referente a la sucesión de cargos políticos o a la garantía de los derechos individuales, siendo habitual en América Latina, África y Oriente Medio en el transcurso del siglo XX. Sus principales agentes aparecen siempre como salvadores de la patria, ya que siempre aparecen después de haber acontecido algún disturbio o una crisis.
Es un hecho que vivimos tiempos sombríos, un tiempo en que los golpistas echan mano, como ya hicieran en 1954 y en 1964, de la bandera del combate a la corrupción, pero, paradójicamente, defienden la reducción de la mayoría de edad penal, el impeachment, la ruptura institucional… Vivimos un tiempo en el que los ‘bolsonaros’ (6 ) e imbéciles de todo tipo, ofenden a la presidencia de la República, piden la muerte de Jô Soares (7) y hacen ofensas racistas a una joven periodista (8).
Escribí hace ya algún tiempo que todo eso forma parte de una sucesión de acontecimientos que, desde mi punto de vista, son los responsables de la inflexión conservadora, incluso sombría, de la que estamos siendo testigos en el país. Se trata de la construcción del golpe.
El golpe en curso tiene una metodología curiosa:
a) judicialización de la política;
b) politización del poder judicial;
c) espectacularización (mediaticiación) de lo que fue judicializado; y, por fin,
d) criminalización de la Política, de los políticos y de los partidos políticos, todo para justificar el golpe.
La sociedad tiene que reaccionar frente a cualquier tentativa de golpe, pues estamos en el siglo XXI, nuestras instituciones son fuertes y una ruptura institucional sería trágica para la nación.
* Pedro Benedito Maciel Neto es abogado, autor de Reflexões sobre o estudo do Direito (Komedi, 2007).
** El autor usa la palabra ‘esculhambação’, de difícil traducción en el sentido que tiene en el brasileiro coloquial, ya que nombra una circunstancia o condición en que hay confusión seguida de actos inmorales y de bajo calado; por lo general se traduce como follón, pero no concuerda muy bien la expresión ‘follón de los valores republicanos’.
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(1) N. del T.: El presidente de la Cámara de los Diputados es, en estos momentos, Eduardo Cunha, del centrista Partido del Movimiento Democrático Brasileño.
(2) N. del T.: Gilmar Mendes es magistrado del Supremo Tribunal Federal desde el año 2002, cuando lo propuso para el cargo el Fernando Henrique Cardoso, del neoliberal Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB).
(3) N. del T.: Paulinho da Força, así conocido por liderar la Força Sindical, un sindicato ‘de resultados’ fundado por él mismo en 1991 para oponerse a la Central Única de los Trabajadores, ligada al Partido de los Trabajadores, en la actualidad lidera Força Sindical y el partido Solidaridad, aliado incondicional do PSDB.
(4) N. del T.: El influyente diario Folha de São Paulo, bajo una apariencia de pluralismo político, ha destacado en los últimos años por su oposición a los gobiernos del PT, llegando a ser el responsable de la divulgación de una falsa ficha policial de la presidenta Dilma Rousseff en la que se le acusaba de planear y ejecutar acciones armadas en tiempos de la dictadura militar (1964-1985) .
(5) N. del T.: Los días 31 de marzo y 1 de abril de 1964 se produjo un golpe Estado protagonizado por una facción del ejército que, apoyándose en los grandes propietarios rurales, la burguesía industrial y financiera paulista y una parte de las clases medias urbanas, depuso al presidente João Goulart para frenar una supuesta deriva de Brasil hacia el comunismo. El golpe de Estado de 1964, por tanto, puso fin a la Cuarta República (1946-1964), un período de gran estabilidad democrática y avances sociales en Brasil, fundamentalmente bajo con los gobiernos de Kubitschek (1956-1961), Quadros (1961) y el propio Goulart (1961-1964), y estableció un régimen dictatorial que limitó profundamente los derechos y libertades del pueblo brasileño y adoptó una política desarrollista que bajo una apariencia nacionalista en el discurso provocó la dependencia económica de los EEUU. El régimen militar terminó en 1985.
(6) N. del T.: Jair Bolsonaro es un militar en la reserva y diputado federal por el conservador Partido Progresista por el estado de Rio de Janeiro que defiende abiertamente el régimen militar instaurado en Brasil después del golpe de Estado de abril de 1964.
(7) N. del T.: Jô Soares es un polifacético hombre de letras y presentador de un programa de entrevistas, entretenimiento y música, emitido por la cadena televisiva Globo, el Programa do Jô, que debido a su tono irreverente y sarcástico en las tertulias políticas cuenta con el rechazo de muchos miembros de la derecha política brasileña.
(8) N. del T.: Se está refiriendo al ataque racista sufrido por la joven periodista de Brasilia Cristiane Damacena el pasado mes de abril después de colgar una foto en Facebook.
El original se encuentra en: http://www.vermelho.org.br/noticia/267527-10 (16 de Julio de 2015).