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La insurrección empresarial

Fuentes: elestimulo.com

El interés de los empresarios no puede girar solamente en torno a los incrementos de la productividad, la reducción de costos, el aumento de la ganancia y rentabilidad, la conquista de una mayor cuota de mercado, etc. Transformarse en una fuerza de cambio económico y social implica afinar un nuevo discurso que deje atrás las […]

El interés de los empresarios no puede girar solamente en torno a los incrementos de la productividad, la reducción de costos, el aumento de la ganancia y rentabilidad, la conquista de una mayor cuota de mercado, etc.

Transformarse en una fuerza de cambio económico y social implica afinar un nuevo discurso que deje atrás las quejas por la falta de liquidación de las divisas baratas de Cencoex o a las pocas subastas que convoca el Sicad. El movimiento empresarial tiene que salir de su ghetto para tejer vínculos más estrechos con sus trabajadores y la comunidad. Solo así podrá lograr una valoración social positiva del papel de la empresa en la construcción de la nueva sociedad.

Figurar en el ranking de las empresas más rentables puede ser importante para la empresa, más nunca será suficiente para alcanzar un verdadera estima y aprecio por parte de la inmensa mayoría de la población.

Si la empresa privada quiere convencer al país de que su lógica de funcionamiento no es contraria al desarrollo humano integral, debe demostrarlo con hechos.

Cuando el humilde trabajador o el sencillo ciudadano de a pié vean que gracias a la inversión social de la empresa ellos pueden continuar su educación formal y capacitación técnica, o sus hijos concluyen los estudios de educación secundaria y universitaria, o su familia tienen asegurada atención médica y un espacio para el esparcimiento y la recreación en el club de los trabajadores, o lograron adquirir una vivienda propia gracias a su plan de financiamiento solidario, se romperá el monopolio gubernamental de la sensibilidad social y la empresa empezará a ser vista como un instrumento cuya nueva y verdadera misión es generar un creciente excedente, ya no solo para satisfacer el afán de ganancias y dividendos de sus dueños y accionistas, sino también para financiar la creciente inversión social que se requiere para mejorar la calidad de vida y bienestar de la población.

No se puede despachar esta responsabilidad diciendo que para esos se pagan los impuestos y que es deber del gobierno administrarlos con transparencia y eficiencia.

Para reducir el elevado peso que aún tiene el sector informal, el apoyo de la empresa privada a la economía social puede ser una demostración de su compromiso en la lucha contra el desempleo. Si las empresas promueven el espíritu emprendedor de estas grandes masas de desempleados y subempleados y los desarrollan como sus proveedores, brindándoles asistencia técnica para que puedan obtener financiamiento, tendríamos un sector empresarial haciendo causa común con la tarea de erradicar las raíces de la pobreza y la exclusión social.

La revolución de los emprendedores

Hace un tiempo ya de aquella entrevista que Fidel Castro concedió al periodista Jeffrey Goldberg de la revista «The Atlantic» en la que éste le preguntó si el modelo socialista de la isla es exportable, a la cual el líder histórico de la Revolución respondió: «El modelo cubano ya no funciona ni para nosotros», «el Estado ha tenido un rol demasiado grande en la vida económica del país»»

El Socialismo del Siglo XX (SSXX), tras el ideal humanista de derrotar la pobreza y la exclusión social, estatizó prácticamente todos los medios de producción. En nombre de eliminar la explotación del trabajo ajeno y asegurar la inversión social de las ganancias, procedió a expropiar desde una bodega, hasta una siderúrgica, pasando por talleres mecánicos, peluquerías, farmacias, empresas de refinación de petróleo, redes de clínicas y consultorios privados, cadenas de hoteles, restaurantes y cines, líneas de aviación, etc. Parte de las lecciones más importantes del intento fallido por construir el SSXX son las siguientes:

1) Implantación de un capitalismo monopolista de Estado que inhibió el espíritu emprendedor y las capacidades creadoras del pueblo, criminalizó la iniciativa empresarial y frenó el desarrollo de las fuerzas productivas, todo lo cual se tradujo en una permanente escasez, racionamiento y especulación de los productos que se requieren para satisfacer las necesidades básicas.

2) Entronización de poderosas élites de la burocracia estatal y la nomenclatura partidista que, en la práctica, derivaron en una burguesía funcional; castas explotadoras que se apropiaron de parte importante del plustrabajo social, ya no por el imperio de la propiedad privada sobre los medios de producción, sino por los privilegios asociados a los altos cargos que disfrutaban en la estructura del Estado.

3) Falta de identificación del ciudadano de a pié con un modelo organizativo y funcional del Estado y la sociedad, mediatizado por un ineficaz burocratismo y creciente control del partido que se extendió de forma cada vez más intrusiva a todos los campos de la vida social y donde los trabajadores nunca se sintieron copropietarios sociales de los medios de producción estatizados.

Al igual que pasa en el socialismo bolivariano, en el SSXX la propiedad estatal no fue percibida como propiedad de todo el pueblo, toda vez que terminó siendo secuestrada por el burocratismo, el pseudosindicalismo y la corrupción. Las nefastas consecuencias de ese modelo provocaron una creciente insatisfacción social que finalmente causó la implosión del llamado socialismo real.

La construcción de un nuevo modelo productivo de amplia y creciente inclusión social no puede quedar entrampada en el maniqueísmo de propiedad privada vs. propiedad estatal. La economía crecerá de manera sostenida solo si está en manos de quiénes están más interesados en producir una abundante oferta de bienes y servicios destinados a satisfacer sus crecientes necesidades.

De allí la importancia de estimular el espíritu emprendedor de la ciudadanía organizada para que se convierta en fuerza motriz de una insurrección empresarial, comprometida con la construcción de un nuevo modelo productivo capaz de generar un creciente excedente para ser invertido como ganancia social.

Fuente: http://elestimulo.com/blog/la-insurreccion-empresarial/