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Que no haya silencio en la derrota (IV)

Fuentes: Rebelión

  «Tenemos que hacer una inmensa labor educativa y una inmensa campaña con nuestro pueblo, comunicarnos mejor y entenderlo mejor«. Roy Chaderton   Algunos, entre ellos el mismo Chávez, se han referido a la comunicación como la «falla tectónica» de la Revolución Bolivariana. Este tema fue una preocupación permanente del Comandante, aunque él mismo nunca […]

 

«Tenemos que hacer una inmensa labor educativa y una inmensa campaña con nuestro pueblo, comunicarnos mejor y entenderlo mejor«.

Roy Chaderton

 

Algunos, entre ellos el mismo Chávez, se han referido a la comunicación como la «falla tectónica» de la Revolución Bolivariana. Este tema fue una preocupación permanente del Comandante, aunque él mismo nunca pudo resolverlo. El era un gran comunicador y eso ayudó a que las notorias fallas de las políticas comunicacionales se hicieran menos perceptibles. Una vez que se fue físicamente el gran líder, esas fallas han persistido y hay que decirlo en forma autocrítica, porque somos comunicadores: los errores comunicacionales están entre las causas principales de la reciente derrota. Eso lo sabe el presidente Maduro y así lo sugirió el pasado martes: «Debemos tener una nueva política comunicacional adaptada a los nuevos tiempos» y acotó algo que está de moda pero que no va al meollo del problema: «Debemos aprender a manejar mejor las redes sociales, a ser más efectivos con la tecnología«. En realidad, las redes sociales, la llamada comunicación 2.0, no son más que un medio, una herramienta, no sirven de nada si los errores generales se transmiten por allí. Por supuesto, debemos manejarla mejor, pero eso es solo parte del tema, y no la más importante. La palabra clave, lo hemos dicho mil veces a mil oídos sordos, es «Estrategia«. Volveremos sobre ello más adelante.

El tema de nuestra problemática comunicación oficial es comidilla permanente en los predios de la Revolución, un asunto de nunca acabar cuya resolución está pendiente. Después de esta derrota, la preocupación se agudiza. En una entrevista reciente, la comunicadora e investigadora en comunicación política y opinión pública María Alejandra Díaz, abogó por la renovación de la política comunicacional del Estado: «Debemos asumir que la política comunicacional del Estado es errática y además perdió credibilidad porque el discurso está divorciado de lo que está pasando en la realidad. Tú no puedes pretender ocultar por mucho tiempo lo que la gente ve en la calle, y no puedes decir que vas a hacer una cosa y no la cumples. Por ejemplo, tú no puedes declara que vas a acabar con las colas en tres meses y después no cumplirlo. Y eso lo hizo gente nuestra, del gobierno. La gente pierde la confianza porque fragilizaste ese nexo y hay una desconexión entre discurso y acción«. Y también: «Nosotros estamos haciendo una comunicación panfletaria (esto lo dijo también Pérez Pirela en su programa del lunes pasado) Tenemos que dejar de hacer propaganda y hacer comunicación política. Eso se estudia. Aquí en Venezuela hay especializaciones en comunicación política. Se estudia la comunicación de crisis«. Al margen de la solo relativa precisión del término «panfletario», hay que entender la intención de su uso y eso lo aclara la misma Díaz cuando afirma, con tino, que tenemos que dejar de hacer propaganda y hacer comunicación política y eso se complementa con otra acotación suya: eso se estudia. Y aquí nos acercamos a otro asunto que es fundamental: la comunicación no es un producto de mentes brillantes que acceden a la iluminación de ideas providenciales, no señor, la comunicación es una ciencia. Si no se entiende eso, no se entiende nada. También a ello se aproximan las opiniones de Díaz, cuando aboga por el uso del marketing político. Para decirlo en nuestra lengua: mercadeo político, algo que nosotros parecemos desconocer y que la derecha seria -no nos referimos a la oposición mediocre de aquí- sí usa comúnmente con bastante éxito y a lo cual dedica ingentes recursos humanos y materiales, con el montaje de grupos de estudio, laboratorios, tanques de pensamiento, departamentos de mercadeo y otras herramientas. Es con esos instrumentos con los que se modela la opinión pública mundial, y se diseñan los escenarios de guerra e intervención. También sobre este tema volveremos más adelante.

Como nosotros nos venimos ocupando críticamente de estos asuntos desde hace mucho tiempo y no ahora después que perdimos, no tenemos mucho que agregar a cosas que hemos dicho antes, así que disculpe el lector, pero vamos a hacer un diagnóstico citándonos largamente a nosotros mismos.

Comencemos con una cita de nuestro Análisis del 9 de octubre de este año, que se inicia con una referencia a conceptos emitidos por Oscar Schemel: «… el chavismo necesita renovar su discurso y reencontrarse afectivamente con la mayoría que no forma parte del chavismo duro, aunque apoya el modelo de inclusión que representa el chavismo. Y eso no es un problema electoral, sino estratégico, concierne al destino de la Revolución Bolivariana. Nosotros desde hace tiempo hemos dicho que el discurso del chavismo es sectario (es decir, es el discurso de una secta, en el sentido confesional del término). Schemel afirma que es necesario que el chavismo se reconecte con esa mayoría no incondicional, que le hable a ese segmento, porque solo le habla al chavismo convencido. Ese es un problema que arrastramos desde hace tiempo y que no hemos superado todavía. Sería fácil decir que ese es un tema «comunicacional», y así descargamos las culpas en una parte del Gobierno. No señor, es un tema político que concierne a todo el Gobierno, al partido de vanguardia, al movimiento revolucionario en su conjunto. Chávez siempre fue un duro crítico del sectarismo, aunque a veces caía en ese error, no tenemos empacho en decirlo, porque somos más fanáticos de Chávez que del Caracas, pero nos damos cuenta de que esos dos amores también han cometido errores«,

Dos acotaciones con respecto a esta cita. Una es que, precisamente, ese segmento no incondicional al cual no le hablamos fue el que nos derrotó, el que se abstuvo ¿Teníamos razón, o no? Otra: los problemas de nuestra comunicación no se resuelven con la cambiadera de ministros. Nuestros ministros de comunicación han sido gente trabajadora y preparada. Mencionemos algunos: Andrés Izarra, William Lara, Blanca Eekouht, Ernesto Villegas, Delcy Rodríguez, Desire Santos Amaral. Estos problemas se resuelven cuando el alto gobierno entienda que tiene que escuchar a todos los que acumulamos larga experiencia comunicacional, los especialistas, y cuando comprenda que tiene que apelar a herramientas científicas que sirvan al trazado de estrategias y a la evaluación de las mismas. Solo entonces podremos acceder a una condición sine qua non para una comunicación exitosa, y que señalamos en el mismo Análisis del 9 de octubre: » El chavismo necesita con urgencia salirse de su concha, abrirse aun más al gran país, a toda la gente. Pero para eso tiene que hacer un esfuerzo para entender mejor al pueblo, su cultura, sus sentimientos, sus costumbres, su idiosincrasia «. No podrá hacerlo si no estudia, si no investiga en la sociedad con herramientas científicas.

Ahora citaremos parte de un artículo nuestro publicado en mayo de este año y circulado por las redes sociales, titulado «Sin la mirada crítica la Revolución está muerta», que contiene un diagnóstico sobre la situación de nuestra comunicación oficial. La cita es larga, mas creo que necesaria:

1.- La estrategia «Eudomar Santos» (personaje improvisador de una telenovela venezolana). Eso es lo que comúnmente hacemos: como vaya viniendo, vamos viendo. Al carecer de lo que es la base fundamental de toda política comunicacional, el establecimiento de una estrategia de largo aliento, practicamos una comunicación reactiva, que depende demasiado de la conformación de las matrices del enemigo. A veces respondemos muy bien, es verdad, como en el caso de la orden ejecutiva de Obama, pero por el hecho de que generalmente esas contraofensivas nuestras no forman parte de un planteamiento estratégico, terminan luciendo como fragmentadas. No se produce el necesario proceso acumulativo de toda comunicación exitosa, donde cada acción está vinculada a todas las demás y se pone al servicio de los grandes objetivos generales. Ojo: una estrategia no es un cuerpo teórico complicado que nos exija largos y engorrosos documentos, sino un plan concreto, con los mencionados grandes objetivos generales y también objetivos secundarios o tácticos cuya función principal es contribuir a la realización de los señalados objetivos generales. Igualmente debe incluir una segmentación de las audiencias que nos permita diferenciar los contenidos de los mensajes, y los distintos tonos y lenguajes a utilizar (lo cual nos podría ayudar significativamente a comunicarnos, por ejemplo, con las clases medias cuyas mentes están colonizadas por la derecha) Además, una estrategia debe incorporar políticas específicas para el correcto uso de los distintos medios de comunicación y una línea de acciones permanentes y prolongadas, que enmarquen a todas las acciones coyunturales y puntuales.

2.- La excesiva preeminencia de la propaganda sobre la formación de conciencia político-ideológica. El Gobierno tiene que hacer propaganda, sin duda. Pero la propaganda suele ser un factor de información más que de formación, aunque en una correcta estrategia de comunicación, una cosa serviría a la otra. El imperialismo y sus lacayos tienen entre sus principales armas la colonización de las mentes, de la conciencia de la gente. Para ello cuentan con múltiples herramientas y una vasta experiencia. Todo su aparato comunicacional, su industria cultural y su adoctrinamiento en los distintos niveles de la educación están al servicio de esa colonización. Eso hace a los pueblos vulnerables a las ofertas de oropel del capitalismo, a las respuestas del egoísmo, a la manipulación y el engaño. Es algo muy difícil de superar y solo se puede lograr con una acumulación de acciones, estímulos y mensajes, que apunte a resultados duraderos, con una estrategia de largo alcance, y en plazos que no serían breves. La conformación de una conciencia crítica nueva no será producto de la propaganda, sino de un plan de formación político-ideológica del pueblo al servicio del cual esté la propaganda ¿Fácil? No ¿Imposible? Tampoco. Pero lo cierto es que con la estrategia de Eudomar Santos no hay ninguna posibilidad de vencer en la trascendental batalla de las ideas. Son temas para el debate que se están debatiendo muy poco.

 


3.- La comunicación repetitiva y acrítica. En nuestra participación en el programa «Como ustedes pueden ver», por invitación de nuestro apreciado amigo Roberto Malaver, el único presentador de la televisión oficial que osa invitarnos, a pesar de nuestras «impertinencias», nos referimos brevemente a este asunto. Nuestros medios de comunicación dedicados a los contenidos políticos han terminado siendo casi completamente previsibles. Los moderadores y «analistas», salvo honrosas excepciones que confirman la regla, se repiten unos a otros con los mismos conceptos, ideas, propaganda, informaciones y matrices. Es una especie de obligación no manifiesta comulgar con las líneas y medidas oficiales sin mostrar ni un ápice de desacuerdo o crítica. La función crítica se reduce a las acciones de una oposición que en realidad la pone bastante fácil, dada su proverbial torpeza y mediocridad. Ahora bien, no se trata de enarbolar una mirada crítica contra el Gobierno como si se fuera oposición, pero sí dirigida a la realidad ¿No era acaso común en Chávez la crítica, a veces muy dura, a sus ministros y otros funcionarios? ¿No fue acaso el Comandante un crítico acerbo del burocratismo, la indolencia, la ineficiencia en muchos factores del Gobierno? La verdad verdadera es que no hemos alcanzado el Paraíso, y aunque ya no estemos en aquel infierno de la Cuarta República, lo cierto es que no hemos pasado del purgatorio ¿Esa impronta crítica no es parte del legado de Chávez del que tanto se habla? ¿No fue Chávez quien planteó iniciativas como las «tres R» (Revisión, rectificación y reimpulso)?

Por otra parte, la publicidad no es una solterona, está casada desde hace mucho tiempo con el mercadeo: publicidad y mercadeo, ese es el concepto integral de esta actividad. Hagamos dos citas enciclopédicas (Wikipedia) para ahorrarnos explicaciones:

«La clave para alcanzar los objetivos de la organización reside en identificar las necesidades y deseos del mercado objetivo y adaptarse para ofrecer las satisfacciones deseadas por el mercado de forma más eficiente que la competencia.

La mercadotecnia es también un proceso que comprende la identificación de necesidades y deseos del mercado objetivo, la formulación de objetivos orientados al consumidor, la construcción de estrategias que creen un valor superior, la implantación de relaciones con el consumidor y la retención del valor del consumidor para alcanzar beneficios »

«La investigación de mercados   es la herramienta necesaria para el ejercicio del marketing. Podemos decir que este tipo de investigación parte del análisis de algunos cambios en el entorno y las acciones de los consumidores. Permite generar un diagnóstico acerca de los recursos, oportunidades, fortalezas, capacidades, debilidades y amenazas ( DAFO ) de una organización «.

 

Los pasos para acceder a una comunicación asertiva y productiva del Estado y la Revolución son precisos:

 

1) Abandonar el concepto supersticioso, subjetivo de la comunicación. El «me gusta» o «no me gusta», el «yo pienso», el «yo creo». Dejar de trabajar con base a ocurrencias y pálpitos, y comenzar a privilegiar la comunicación científica

2) Crear y dar suma importancia a un equipo profesional de mercadeo político, o contratar alguno que ya exista, que emprenda la impostergable tarea de realizar un estudio de fondo (y permanente) de la sociedad venezolana: sus valores, sus emociones, sus aspiraciones, sus necesidades, sus posiciones políticas, su relación racional y emocional con los postulados de la Revolución, los cambios culturales (que son continuos), la incidencia de los mensajes contrarrevolucionarios, etc.

3) Con base en lo que arroje ese estudio científico de la sociedad, trazar una estrategia comunicacional única y de largo aliento que oriente la acción de todos los equipos y medios de comunicación del Estado, que apunte a la comunicación con diversas audiencias y permita establecer tipos de mensaje, tonos de comunicación, promesas y ofertas políticas, uso de los diversos medios, etc.

4) Realizar, apelando igualmente a las herramientas científicas del mercadeo político moderno, evaluación de resultados que nos permitan conocer con base cierta la efectividad y la incidencia de nuestros mensajes en el cuerpo social

5) Con base en esa evaluación, introducir periódicamente correctivos, adaptaciones y hasta cambios en la estrategia de ser necesarios.

 

Si no actuamos así, seguiremos siendo aprendices de brujos de la comunicación, echando tiros al aire y caminando a ciegas por esta compleja senda, es decir tropezando una y otra vez con los escollos de la realidad.

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