El profesor J.A. Tapia (2016) escribió en un reciente artículo, publicado en Rebelión sobre las perspectivas de la economía norteamericana, una reflexión muy importante y que presenta una cierta sintonía con lo que expuse en mi anterior artículo. Este autor presenta una previsión bastante realista sobre la más que probable entrada en recesión en los […]
El profesor J.A. Tapia (2016) escribió en un reciente artículo, publicado en Rebelión sobre las perspectivas de la economía norteamericana, una reflexión muy importante y que presenta una cierta sintonía con lo que expuse en mi anterior artículo. Este autor presenta una previsión bastante realista sobre la más que probable entrada en recesión en los próximos años de la economía de EEUU. Afirma que si no estamos ante un periodo de crisis permanente, al menos si estamos ante un periodo «raro», un periodo «en el que no hay ni una expansión clara ni una recesión clara».
Tal advertencia se asemeja a lo que me aventuré a denominar en mi primer artículo (Martin, S., 2016) como el periodo de estancamiento.
«Se abre así un panorama que podría seguir una secuencia determinada por repetidos colapsos de sobreproducción en los mercados de los países centrales, seguidos de periodos escuetos de crecimiento lento basados en expectativas de corto plazo, demanda de bienes y servicios por parte de los países «descolonizados» económicamente hablando (China, Irán y Rusia). Lo que es improbable será observar en las futuras décadas periodos de gran crecimiento y mejoras en las condiciones de la clase trabajadora.»
Pero creo que he de matizarlo y ampliarlo, como intentaré hacer en los siguientes párrafos, de manera que lo que se proponga en este artículo permita avanzar en la comprensión del funcionamiento del sistema capitalista.
Partiendo del estudio de la historia de las crisis económicas del capitalismo desde un enfoque marxista a través de la LTDTG1. S e trata de complementar esta versión del análisis de las crisis, la cual puede presentar un cierto reduccionismo, en favor de una propuesta marxista. Esta implicaría un análisis más complejo de algunos fenómenos que caracterizan al capitalismo contemporáneo. En primer lugar, postularé una formalización para una tipología sencilla de las crisis del capitalismo. Para, posteriormente obtener una conclusión sobre este periodo de excepcionalidad posterior a la Gran Recesión de 2008.
Dicha clasificación se basa en la división de las crisis entre estructurales y coyunturales. Aunque ambas se pueden producir simultáneamente, las segundas están vinculadas a factores causados por las primeras.
Las crisis estructurales surgen de las contradicciones internas del capitalismo, bien explicadas en el Tomo III de El Capital de Marx (1894). Estas estarían propiciadas por una caída de la rentabilidad del capital, basada en la tendencia de las empresas a incorporar una mayor tecnología, que expulsa el valor del trabajador del valor de la mercancía final. El resultado consistiría en la reducción de la Tasa de Plusvalía y la imposibilidad de revalorización del capital, siendo su última fase el bloqueo del proceso de acumulación de capital. Estas crisis siempre están latentes y dependiendo de la capacidad del capital de contrarrestarlas2, se harán latentes o simplemente serán sorteadas a través de mecanismos de restitución de las condiciones para la inversión.
Pero son esos mismos mecanismos los que acaban generando las condiciones propicias para las crisis coyunturales. Por lo tanto estas no se originan por causas distintas a las contradicciones del capital, sino todo lo contrario. En última instancia son consecuencia de estas. Los efectos de las crisis coyunturales suelen ser más cortos pero más intensos y degradan más las condiciones de vida de la clase trabajadora.
En el esquema anterior, se pretende formalizar de una manera visual la idea que en este artículo expongo: como en la evolución de una economía capitalista, la producción (en variación anual) tendería a un descenso gradual, siguiendo a la tendencia descendente de la rentabilidad de las ganancias del capital.
Dentro de la senda presentada por la producción, se diferencian dos ciclos: los primeros de crecimiento o «al alza», se basan en la puesta en marcha de las causas contrarrestantes3 a la LTDTG, y los segundos de decrecimiento o a la baja, representan las crisis coyunturales.
Con este cuerpo tipológico, podemos concluir que la crisis de 2008 fue una conjunción de la crisis estructural que el capitalismo occidental lleva arrastrando desde finales de los 60s, con una tendencia descendente de la Tasa de Ganancia y la crisis coyuntural del capital financiero que se inició a finales de los 90s. Esta crisis estructural basada en el agotamiento del sistema fordista, llevó en los 70s a intentar crear de nuevo las condiciones posteriores a la Segunda Guerra Mundial por medio de una serie de guerras tanto militares como sociales. El objetivo era reducción los costes energéticos y la ampliación de los mercados para eliminar el stock de sobreproducción de las industrias de los países desarrollados.
Sin embargo, esta situación finalizó con el estallido de las crisis (coyunturales) del petróleo y ya en los 80s se continuó con los intentos para la corrección de las disfunciones del sistema. Se inicia en esta misma década una fuerte lucha de clases, en todo su significado, siendo este el comienzo de un periodo de ataques contra el bienestar de los trabajadores, iniciados desde la propia academia económica, las Instituciones Internacionales y los gobiernos. Ataques que hoy se han insertado en el interior del ideario general y parecen algo normal y necesario. Por ejemplo se denominan política de ajustes a medidas que suponen la caída de los salarios reales, de las prestaciones por desempleo y la represión del movimiento obrero. De esta forma, se persigue reducir todo lo posible la fuerza de la masa de asalariados. Esta pérdida de capacidad de negociación a causa de un nuevo sistema de producción separa a los trabajadores y genera (como bien explicaban Marx y Engels) menos puestos de empleo, creando un ejército de reserva que sirve de amenaza frente a las reivindicaciones de aquellos que lo mantienen.
No obstante, el modelo de empleo no fue lo único que se modificó. Se dio vía libre a la entrada del capital privado en industrias y servicios que durante las décadas anteriores, que bajo consenso social habían sido, por su relevancia, limitadas a la gestión estatal. Unidas a estas inversiones, el exceso de capital de los países desarrollados se dirigió hacia los países periféricos.
Estas inversiones que buscaban rápidos réditos, finalizan a finales de los 90s con numerosas crisis de deudas en los países periféricos, lo que lleva a buscar vías de inversión alternativas para este continuo exceso de capital. Para sostener el proceso de acumulación, el sistema necesita vender cada vez en mayor cantidad y de esta manera mantener la masa de ganancias. Es en ese momento que se desarrolla, de forma masiva, el crédito al consumo.
No hubo crecimiento de los salarios porque eso hubiese impedido el sostenimiento de la tasa de ganancias, pero a cambio se cedió parte del capital para dar continuidad al circuito de acumulación. Mientras este nuevo modelo de consumo se expandía, el crecimiento del mercado financiero, que tenía como objetivo sostenerlo, empezó a dar señales de agotamiento. El primer aviso fue la crisis coyuntural de las empresas de internet en 2001, llegando a su punto álgido con la Gran Recesión de 2008, donde confluyeron tanto la crisis estructural que se gestaba desde los 60s y la crisis coyuntural de la deuda de los países occidental.
En este momento y tras 7 años de aplicación de medidas para volver a la situación previa (destrucción de empleo, empeoramiento de las condiciones de la clase trabajadora, privatización de mercados de tradicional gestión estatal y guerras), no se atisba respuesta: el capital aún duda en la inversión y el proceso de acumulación está estancado.
Se podría decir que estamos viviendo por primera vez un periodo donde las causas contrarrestantes, no serían ya suficientes para frenar el avance de la crisis estructural. Esto provocaría el estancamiento de la expansión de la producción que actualmente observamos en los países occidentales. La validez de estas afirmación implicará que en los siguientes años las economías desarrolladas se enfrentes a diferentes crisis coyunturales.
Sin que esto signifique que el modelo de acumulación capitalista vaya a colapsar, sí se atisba el agotamiento del modelo occidental. Faltará conocer si los modelos capitalistas que actualmente existen en otros continentes pueden sustituirlo o si en cambio, es momento de superar el sistema capitalista.
Bibliografía
MARX, K. (1894). El Capital: Crítica a la Economía Política.Vol.3. (Traducción de Madrid: Edición Akal, 2007).
TAPIA, J.A. (2016). «Perspectivas económicas para el 2016». Publicado en el portal Rebelion: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=206900&titular=perspectivas-econ%F3micas-para-el-2016-
MARTÍN FERNÁNDEZ, S. (2014). «El análisis marxista de las crisis económicas, un estado de la cuestión: la ley de la tendencia descendente de la tasa de ganancia y la nueva interpretación temporal». Tesis final Master. Publicada en el deposito digital de la Universitat de Barcelona: http://diposit.ub.edu/dspace/handle/2445/60674
MARTÍN FERNÁNDEZ, S. (2016). «¿Hacia un estancamiento del modelo acumulación y producción occidental?». Publicado en el portal laRepublica: http://larepublica.es/2016/01/20/hacia-un-estancamiento-del-modelo-de-acumulacion-y-produccion-occidental/
Notas
1Ley de la Tendencia Descendente de la Tasa de Ganancia. Para más información sobre su cuerpo teórico e historia del cocepto Martín Fernández. S (2014).
2 Medida en su fuerza frente al trabajo, un concepto que Kalecki, a pesar de su elaboración exenta de la teoría del valor, acertadamente llamaba mark-up.
3Las causas contrarrestantes estan definidas por Marx en el libro III de el Capital (1894) como «5 causas contrarrestantes principales que dentro del propio sistema cpaitalsita permitían contrarestar temporalmente la caída de la Tasa de Ganancia» (Martín Fernández, S., 2014)
Sergio Martín Fernández. Historiador Económico.
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