La semana comenzó con una derrota para el gobierno, el martes (29), cuando el PMDB anunció su salida de la coalición gobernante; pero termina con una conjugación de hechos que le avisan al lado opuesto que el juego aún no ha terminado. Las manifestaciones de ayer (31) en 22 ciudades de Brasil fueron las más […]
La semana comenzó con una derrota para el gobierno, el martes (29), cuando el PMDB anunció su salida de la coalición gobernante; pero termina con una conjugación de hechos que le avisan al lado opuesto que el juego aún no ha terminado.
Las manifestaciones de ayer (31) en 22 ciudades de Brasil fueron las más grandes realizadas hasta ahora en defensa de la democracia y en apoyo a la presidente Dilma Rousseff, y dieron una representatividad más amplia al frente político contra el impeachment, más allá del petismo y el sindicalismo. La presencia y el discurso de Chico Buarque en la concentración de Río constituyeron el mayor simbolismo de este carácter.
Si el clamor popular por el impeachment impulsó el proceso en la Cámara de Diputados, el de ayer contra la destitución de la presidenta también será escuchado por los partidos, en la semana crucial en que Dilma y el ex presidente Lula da Silva buscan avanzar en las articulaciones para recomponer la coalición oficialista para bloquear el proceso en la plenaria de la Cámara. El hecho de que haya masas protestando contra el impeachment facilita la toma de posición de diputados que alegaban que sería imposible apoyar a un gobierno «con el pueblo en contra».
Claro que no todo el pueblo está en la calle defendiendo a Dilma. En este momento, Lula y otros articuladores conversan con el PP, PSD, PR y partidos menores, un núcleo con presencia parlamentaria donde podrían estar los 100 votos fundamentales para ganar la partida con un mínimo de seguridad. Si la oposición necesita poner en el plenario 342 votos, el gobierno puede montar su dique con votos en contra, abstenciones y ausencias. Lula está conversando incluso con sectores del PSB, viejo aliado que se mudó a la oposición.
La semana también terminó con otra victoria para Lula: la decisión del Supremo Tribunal Federal de mantener en el ámbito de la corte suprema las investigaciones iniciadas contra él por el juez Sergio Moro en primera instancia. El amparo que aún pesa contra su asunción como ministro aún no fue examinada, pero ahora el ex presidente no será descartado por una orden de prisión preventiva de Moro, mientras articula la salvación del gobierno. El juez, además, fue cuestionado por los magistrados por la divulgación ilegal de audios de conversaciones grabadas entre Lula y la presidenta.
Lula iba a participar en el acto en Brasilia, pero sensatamente desistió para que no parezca una provocación el STF, que la misma tarde iba a decidir sobre la cuestión del fuero. Por ello grabó un video objetivo y corto, en el que se limitó a pedir la unión en defensa de la democracia y la legalidad.
En días previos, Dilma sumó a su favor manifestaciones de alta resonancia contra el impeachment, tanto de alto nivel como de las bases de la sociedad brasileña. Un magistrado del Supremo Tribunal Federal, Marco Aurelio Mello, le dio la razón: «sin crimen de responsabilidad (el impeachment) sí es golpe». El miércoles, durante el lanzamiento de la tercera fase del programa «Mi casa, mi vida», personas sencillas del campo y la ciudad, del movimiento por la vivienda, junto con Guilherme Boulos del Movimiento de los Trabajadores Sin Techo, MTST, entonaron «no habrá golpe» dentro del Palacio de Planalto. Y el jueves (31) intelectuales y artistas entregaron manifiestos contra el impeachment, incluyendo a Beth Carvalho, Letícia Sabatella, Aderbal Freire-Filho, Ana Muylaert, Sergio Mamberti, Ana Maria Magalhães y muchos más . Wagner Moura (protagonista de Tropa de Élite y Narcos) publicó un artículo contundente contra el impeachment. Profesores y estudiantes protestaron en las principales universidades de Río de Janeiro y Sao Paulo ( USP, UFRJ y otras). Abogados cuestionaron que la Orden de Abogados de Brasil introdujera una nueva petición de impeachment. Juristas siguieron afirmando que Dilma no incurrió en ningún crimen de responsabilidad. En Lisboa, el seminario promovido por Gilmar Mendes y líderes de la oposición fue objeto de protestas de brasileños. En el campo adversario, no hubo registro de manifestaciones de importancia.
Por fin, a pesar de toda la campaña de la gran prensa, la palabra «golpe» pegó. La idea de que un pedido de impeachment basado en maniobras contables apunta a dar una base legal para un golpe contra Dilma contrario a la voluntad popular, ganó fuerza a lo largo de la semana e hizo crecer las manifestaciones, comparadas con las del día 18.
Pero, ¿eso va a cambiar los votos en la Cámara? Nadie puede responderlo inequívocamente, porque nadie sabe a ciencia cierta cuántos votos hay a favor o en contra del impeachment. Pero ciertamente el clima mejoró para el gobierno.
Cuando debió enfrentar un impeachment en su contra, Fernando Collor (1990-1992), pronunció la frase «no me dejen solo», y lo que logró fue una gran protesta de personas vestidas de negro, y no de amarillo-verde, como él lo había pedido. Las manifestaciones de ayer dijeron que Dilma no está sola. Esto no hará mayor diferencia para la oposición que comanda el proceso, junto con Eduardo Cunha y ahora con el vicepresidente Michel Temer. Pero si la hará para aquellos partidos de la base oficialista que venían siendo tentados por el efecto manada.
Fuente: Brasil 247
Traducido por Alai: http://www.alainet.org/es/