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Respuesta a Jesús García Blanca

Las ciencias, las prácticas científicas y el poder político y corporativo

Fuentes: Rebelión

La tecnología ¿beneficia a los ricos? No. A quién beneficie es cuestión de preferencias políticas. Noam Chomsky (2016) Lo malo (poliéticamente) de la ciencia contemporánea es que es demasiado buena (epistemológicamente) Manuel Sacristán (1981)   «El pasado 29 de febrero, apareció en la sección de Opinión de Rebelión un artículo de RGL titulado El lado […]

La tecnología ¿beneficia a los ricos?

No. A quién beneficie es cuestión de preferencias políticas.

Noam Chomsky (2016)

Lo malo (poliéticamente) de la ciencia contemporánea es que es demasiado buena (epistemológicamente)

Manuel Sacristán (1981)

 

«El pasado 29 de febrero, apareció en la sección de Opinión de Rebelión un artículo de RGL titulado El lado oscuro, crematístico y criminal de las pseudociencias, en el que hace una crítica que me veo obligado a calificar de severa y arrojada, pero también de totalmente desafortunada y falaz».

Con estas palabras inicia Jesús García Blanca [JGB] un artículo titulado «El lado oscuro, crematístico y criminal de los gestores de la ciencia» publicado recientemente en Rebelión [1]. Sus argumentos y críticas, algunas quejas incluso, pueden resumirse del siguiente modo (espero que sin incomprensiones por mi parte; pido disculpas en caso contrario):

1. «Que este tipo de diatribas aparezcan en la prensa sistémica es algo que podríamos considerar connatural con el ejercicio del poder, pero que lo haga en las páginas -tan queridas y respetadas- de este medio rebelde y de la mano de una autora que ha demostrado sobradamente su compromiso y capacidad crítica resulta cuando menos preocupante…».

2. «Guevara no parece consciente del papel que el discurso científico tiene como sostén del discurso ideológico del capitalismo… Obvia la diferencia fundamental entre la Ciencia y sus gestores. Como toda idea, la idea de Ciencia puede ser maravillosa; pero como toda idea, el problema viene cuando se encarna en seres humanos imperfectos y por desgracia poco maravillosos. No desconfío de la Ciencia como tal -siempre y cuando permanezca dentro de los límites que le corresponden- desconfío de quienes gestionan su discurso, sus aplicaciones, sus resultados».

3. «Rechazo absolutamente que pretendan convertirla en la única herramienta de conocimiento posible en un alarde de etnocentrismo cuyo único fin es el dominio y el mantenimiento de la desigualdad y los privilegios de los de siempre».

4. «Guevara refuerza el modelo médico dominante industrial y enraizado en el capitalismo… [ese modelo] mantiene una amplia credibilidad e influencia debido, no a razones científicas sino socio-políticas: son los enormes intereses de poder -no sólo económico- los que mantienen vigentes los dogmas de un modelo que ha fracasado a la hora de resolver los problemas de salud crónicos y degenerativos que él mismo ha contribuido a provocar y que está haciendo que cada vez más gente acuda a otras terapias, lo que ha desatado una guerra contra ellas».

5. «Guevara se hace cómplice de lo que Emmanuel Lizcano llama fundamentalismo tecno-científico, reproduciendo en este artículo su discurso integrista que pretende imponer lo que ellos definen como «medicina científica», considerando el resto como «magia» y «estafa», con la paradoja añadida de que es precisamente la medicina moderna, industrial, farmacológica, reduccionista, la que adolece de base científica estricta».

6. «Por último, Guevara nos pone como ejemplo un caso que está siendo utilizado de modo absolutamente rastrero por los mencionados grupos de integristas científicos… tomando como base un artículo publicado por el diario que ella denomina «global-imperial» y a cuyos jerifaltes ha denominado «derecha extrema más literal»».

Agradeciendo su interés, sus críticas y sus generosas palabras iniciales, unas breves observaciones sobre un texto que exigiría largos desarrollos:

1. A mi no me parece mal que en un medio alternativo como rebelión se puedan ver y leer posiciones diversas e incluso enfrentadas. Añadiré: haría muy mal rebelión, o los medios alternativos en general, ubicándose a espaldas de la ciencia e identificando a ésta sin más matices con el poder o con algunos de sus tentáculos. ¿No es ciencia social la que hace Emmanuel Lizcano por ejemplo? ¿Forma parte también él del engranaje, de la trama?

Ello significaría además un verdadero e injusto insulto a científicos que merecen toda nuestra consideración y admiración y que se juegan la piel en muchas ocasiones. Citaré algunos nombres entre muchos posibles: Eduard Rodríguez Farré, Joan Benach, Alfredo Caro Maldonado, Jorge Riechmann, Óscar Carpintero,… Recuerdo que Ernesto Guevara un médico.

2. JGB señala que obvio la diferencia fundamental entre la Ciencia y sus gestores. No la obvio, en absoluto. Distingo bien, procuro distinguir bien entre la ciencia de Galileo, Bohr, Schrödinger y Curie y el Pentágono por ejemplo. Lo mismo que diferencio entre Leibniz, Ada y Turing y Apple, Microsoft y Google.

3. La ciencia, obviamente, no es la única forma de conocimiento. No creo haber afirmado una barbaridad de este calibre. Eso sí, para conocer las leyes del universo es conveniente saber algo (lo más que seamos capaces) de las aportaciones de Einstein por ejemplo (quien, por cierto, no era ajeno a las incrustaciones políticas y corporativas en el desarrollo de las ciencias realmente existentes).

4. No sé a qué dogmas concretos se refiere JGB ni exactamente a qué problemas de salud crónicos y degenerativos hace referencia pero no ignoro, y coincido con él, que los avatares de la práctica médica en las sociedades capitalistas merecen una fuerte enmienda. Estados Unidos es un buen un ejemplo de estos disparates.

4.1. Añado, sin que sea necesario, que desde un punto de vista científico, la base teórica (a veces, ciertamente, muy o bastante masculina) que fundamenta gran parte de la medicina cubana es la misma que sustenta la medicina practicada en Francia, Estados Unidos o España pongamos por caso.

5. Yo no he considerado ni considero que todo conocimiento-insisto: conocimiento, no falso ni falsario decir- que no forme parte de lo que podemos llamar «medicina científica» sea magia o estafa. De eso nada. Hay mucho conocimiento práctico popular, no teorizado en muchos casos, que es conocimiento no despreciable.

6. El caso que puse como ejemplo no es un invento del global-imperial. Basta oír al padre del joven fallecido para darse cuenta de la tragedia y del criminal comportamiento de algunos farsantes (no hablo, desde luego, de JGB) que tienen como lema: «la pasta, la pasta y la pasta; cualquier engaño está justificado».

7. JGB no desconfía de «la Ciencia (¿por qué con mayúsculas?) como tal -siempre y cuando permanezca dentro de los límites que le corresponden- desconfío de quienes gestionan su discurso, sus aplicaciones, sus resultados». ¿Y cuáles son esos límites? ¿Desconfía JGB de todos los gestores a los que hace referencia, en cualquier caso y en toda circunstancia? En todo caso, vale la pena tomar nota: no hay desconfianza del conocimiento que nos aporta la ciencia.

8. La medicina, señala JGB, «ha fracasado a la hora de resolver los problemas de salud crónicos y degenerativos que él mismo ha contribuido a provocar y que está haciendo que cada vez más gente acuda a otras terapias, lo que ha desatado una guerra contra ellas». No sé si el fracaso al que JGB alude es tal. Me da que esos problemas de salud crónicos y degenerativos no tienen que ver directamente con la medicina en muchos casos sino con prácticas industriales criminales (el amianto es un ejemplo) que, por supuesto, han contado con algunos -insisto: algunos- «científicos» cómplices pero no veo por qué JGB no es también crítico con esas terapias a las que alude. ¿Son todas ellas un reino de paz, armonía, seguridad y buen hacer? ¿De verdad de la buena? ¿Lo que se vende como alternativo no es más bien a veces fuertemente remunerativo?

Añado sin necesidad: no hay ninguna duda que las grandes corporaciones y la mayoría de sistemas políticos realmente existentes son, hoy por hoy, claros enemigos de la ciencia justamente entendida. Basta pensar en el tema que solemos llamar (inadecuadamente) «cambio climático» para ver actuaciones que sólo merecen críticas, rechazos y abucheos. Hay muchos más.

Quienes queremos cambiar la sociedad, señala JGB finalmente, y entretanto luchar contra quienes ostentan poder y privilegios, «tenemos la obligación de atravesar ese muro de falsa legitimidad que pretende conferir el discurso científico para producir Verdad». Formulado así, desde mi punto de vista, el sendero de crítica apuntado está lleno de peligros que nada tienen que ver con el avance social y la justicia. El anticientificismo no ha sido nunca un apoyo adecuado para la lucha de emancipación de los pueblos, los movimientos feministas y la ciudadanía más desfavorecida. El socialismo no es enemigo de la ciencia siempre y cuando, por supuesto, ésta no esté vendida al mejor postor. Noam Chomsjy y Manuel Sacristán son dos ejemplos de científicos críticos amigos de los pueblos y adversarios de todo poder despótico. Ha habido muchos más; hay muchos más.

Notas:

[1] http://www.rebelion.org/noticia.php?id=211336

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.