Celebro la ilusión que levanta Unidos Podemos (UP) porque una sociedad sin ilusiones está muerta pero yo soy ya mayor y por más que quiera ilusionarme (lo estuve una media hora) no puedo. A mí la izquierda de los últimos dos o tres decenios -con su entrega al mercado y su debilidad mental- me ha […]
Celebro la ilusión que levanta Unidos Podemos (UP) porque una sociedad sin ilusiones está muerta pero yo soy ya mayor y por más que quiera ilusionarme (lo estuve una media hora) no puedo. A mí la izquierda de los últimos dos o tres decenios -con su entrega al mercado y su debilidad mental- me ha echado de la izquierda porque no he tenido más remedio que mandarla a paseo intelectual y factualmente. Ahora me dedico a intentar ser yo mismo, esto es, a procurar entender lo que ocurre en toda su complejidad, algo reñido con la política que se basa en gestos, signos, símbolos y medias verdades o mentiras como montañas. La política actúa sobre una población incapaz de mirarse al espejo y los políticos mismos, en su generalidad, tampoco son capaces de hacerlo, a excepción de algunos a los que el Poder ha colocado ahí para que de vez en cuando lo hagan.
Unidos Podemos me gusta porque puede animar el panorama político sobre todo si le da il sorpasso al PSOE que es como una derecha moderna europea, sustentada por las ideas de Beck o Giddens. Pero con la cabeza comprendo que Unidos Podemos cada vez es un despropósito mayor y que aquí no hay a quién votar: el PP es la crueldad neoliberal y, usando su propio lenguaje, anticristiana; el PSOE es su mayordomo y socio en las «puertas giratorias»; Ciudadanos, las juventudes del PP y Unidos Podemos la versión IU siglo XXI: ¡hala!, to’os p’adentro, y entraron en IU en los años ochenta hasta los del Partido Humanista que era una secta.
Por mucho que uno piense que hay que partir de lo real y aceptar el parlamentarismo para no caer en el infantilismo de la izquierda, la sopa incoherente de letras y sensibilidades es tan grande que no atisbo un proyecto con miras a largo alcance sino una especie de eclosión reactiva contra todo sin palancas comunes, al contrario, da la impresión de que dentro de UP está la semilla de un conflicto venidero inevitable. Y es cierto que se hace camino al andar pero al andar erguido y con paso más o menos firme, eso no lo observo con claridad.
Una minoría bien organizada
El profesor Pablo Iglesias está fichando a personalidades supuestamente con gancho, sin experiencia -como él- pero con un teórico atractivo. Un militar encabeza una lista, una periodista, número dos de otra, una juez, a Alberto Garzón hay que ponerlo por alguna parte, a Cañamero por otra, a Pilar Távora en el Senado. Pero, ¿esto qué es? ¿Se puede uno fiar de una formación así cuando ya tenemos la experiencia de IU? ¿A qué espera el PCE para irse de esa ensaladera y no dañar más la memoria histórica de la izquierda? Más vale pocos pero más coherentes, hace muchos años que desde dentro del PCE quieren matar al PCE, pues los matadores ya tienen su partido, Unidos Podemos, ahora que se queden fuera los paleolíticos porque -como afirmaba mi padre- «quien con niños se acuesta, cagado amanece» y, de todas formas, hay muchos «niños» y jóvenes en Juventudes Comunistas que no admiten tanta movida de pollos sin cabeza, yo creo en las teorías que hace tiempo dio a conocer el psicólogo Serge Moscovici: una minoría bien formada y organizada es más influyente que una masa incongruente. ¿Quién conduce y ha conducido al mundo, para bien y para mal? Una minoría. Y así va a seguir siendo porque así es la especie humana.
En mi facultad -que tiene unos 4.000 alumnos- a las asambleas van unos 50 pero sus decisiones son vinculantes ante la Junta de Facultad porque se supone que la democracia ha actuado, nadie se suele detener a analizar qué ocurre y esto sucede en todas las vertientes de la vida pero este personal de Unidos Podemos no se cansa de hablar de la democracia y de la participación como tótems imaginarios, quieren inventar la rueda porque lo necesitan para no morirse por inanición espiritual y para captar votos, ¿pero es que no miran a su alrededor?, ¿es que no ven lo que ocurre?, ¿es que no comprenden la famosa frase de Warren Edward Buffett, «Hay una guerra de clases, y la estamos ganando los ricos»? ¿O es que aquí cada uno vende algo y ellos venden pueblo?, ¿con qué material está hecho el producto que venden?, ¿qué utilidad tiene?, ¿qué fin?, ¿es madera o conglomerado? Está claro que Unidos Podemos, de prosperar, terminará igual que cualquier colectivo humano: mandarán unos pocos -como en las asambleas y reuniones varias de los «alternativos»- porque el resto «pasa» de todo más tarde o más temprano, muchos son los llamados y pocos los elegidos. En el fondo no hay que escandalizarse por eso, de hecho nadie se escandaliza porque ya he indicado que no nos solemos parar a ver qué ocurre con el personal indolente, la vida tiene que seguir y el poder es para la minoría que se lo trabaja pero, por favor, basta ya de discursitos abstractos y abstrusos sobre la democracia y la igualdad mal entendidas, los que son, son los que son, y basta. Esta realidad ya se ve en Unidos Podemos pero el hecho está tapado por la erótica del poder y sin embargo estallará algún día (ya lo está haciendo), es decir, el asamblearismo terminará topándose con lo que hay en cualquier colectivo humano, sea grande o pequeño: una minoría «de vanguardia» que lucha entre ella y una mayoría que, o se deja llevar, o termina indiferente a todo a menos que le toquen el bolsillo porque al final UP se asentará en los estratos del sistema, creará su nomenclatura, al tiempo que mirará acaso con nostalgia su código ético sin que ello signifique que sus representantes vayan a corromperse, simplemente se volverán humanos.
Al modo made in USA
UP es tan ilusionante como deudor de la cultura individualista patológica de Estados Unidos, en el fondo es un producto de su tiempo y su tiempo es el neoliberalismo, lo quiera o no. Tiene perdida, por ahora, la memoria histórica y, a causa del activismo del mercado y del acomodamiento acomplejado de la izquierda tradicional, está desarrollando una política sobre la marcha frente a un enemigo que lo tiene mucho más claro, que comenzó a articularse a poco de comenzar el siglo XX (Popper, Hayek, von Mises), que se tiene por ganador y que influye en UP más de lo que UP cree. UP es un movimiento en mantillas que quiere comer alimentos sólidos cuando aún está en la fase de los potitos y, sí, claro, algo hay que hacer, esto es mejor que nada pero a mí no me gusta el pan para hoy y el hambre para mañana, me gusta salir al terreno de juego con las ideas más o menos diáfanas, no puedo participar de esta dinámica o, mejor dicho, mi participación es escribir y no ser cómplice de una fiesta de fuegos artificiales que acabe en la enésima travesía del desierto de un colectivo que confunde la realidad con el deseo.
Y en eso llegó Errejón, etc.
Rosa María Artal, la periodista de Zaragoza que va de número dos por UP, dice que ella es socialdemócrata, Anguita y Garzón que comunistas y Errejón declara que tanto una como otra ideología son asuntos del pasado. Ole, mi niño. El militar Julio Rodríguez va de número uno por Almería y aparecen militantes de UP de aquella provincia gritando que qué es esto, ¡un otanista en las listas de la izquierda! Pero, ¿cómo han podido llegar semejantes personas a la dirección provincial y regional de un partido político? Es positivo que el ejército posea mandos que ven los asuntos mundiales de otra manera. ¿Ahora que algunos simpatizan con eso de que otro mundo es posible los van a hundir con la historia que tiene España de intervencionismo militar reaccionario en la política? ¿Sabe historia de España y de la izquierda este personal? Es más, ¿ha leído?, ¿ha estudiado como para estar donde está?
Por cierto, fuera la LOMCE, ¿y ahora qué? ¿Más planes de estudios blanditos?, ¿que los alumnos no sufran con reválidas, pobrecitos, pasen de curso con varias pendientes y se lleven becas con suspensos?, ¿qué se den aprobados de despacho como en la progre Andalucía?, ¿Qué haya cuotas femeninas y masculinas en los tribunales universitarios? ¿Qué tiene que ver eso con la justicia, la defensa del conocimiento y el talante que predica la izquierda? ¿Saben ustedes -quien me lea- el nivel tan bajo de conocimientos que tienen mis alumnos del último curso del grado en periodismo? Eso viene de la familia, del colegio, de las enseñanzas medias y de la pasividad de los que se llaman progresistas, ¿así quieren los de UP llegar a una sociedad libre de ciudadanos bien formados?
¿Cómo votar semejante galimatías? En un diario (despacho de Efe) leo que Garzón no se entusiasmará o no hará alusiones a la nacionalización de la banca, la Otan o la República por consejo de Podemos. ¿He leído bien? Por otra parte, cualquier círculo o marea puede en un momento dado formar un cisco público ante las declaraciones o decisiones de algunos de sus aliados en cualquier parte del país (que no es país entero, para unos es España, para otros Cataluña, para otros Euskadi, para otros, «este país»). Si ya de por sí IU es una formación no ya plural sino cainita, ahora UP parece una versión corregida y aumentada de lo anterior, todos arrejuntados porque huelen poder sin saber exactamente qué van a hacer con el poder adicional que obtengan.
La verdad, esto empieza a superar a La vida de Brian, si no fuera porque uno tiene aún sus esperanzas -ya mínimas- era para carcajearse de lo que se observa y sobre todo de lo que está por venir, protagonizado por un matrimonio de conveniencia que al final terminará -como mucho- desarrollando una política socialdemócrata que, sin calamidades, es lo máximo que te dejan hacer los que, en efecto, están ganando la guerra porque no basan sus ideas y sus actos en lo que pueda ser, en las fantasías, en Rousseau y en el mito del buen salvaje, sino en lo que en realidad es, por eso vencerán y están venciendo.
No se trata de implantar a la fuerza las tesis ortodoxas derivadas de un leninismo que contemplaba «una lucha que exige serenidad, disciplina, firmeza, inflexibilidad y una voluntad única» (Lenin) pero sí de aprender de esta premisa, ¿de dónde deduce Errejón que estos temas son ya pasado?, ¿no está viendo cómo se comportan los grandes poderes con el tema del Tratado Trasatlántico o cómo va cayendo la llamada nueva izquierda latinoamericana a través de una articulación rigurosa entre poder socioeconómico-político-mediático? ¿Qué me ofrece Errejón contra lo anterior? ¿Su democracia participativa de to’os p’adentro en la que al final no participa casi nadie y se convierte en una jaula de grillos que forma multitud de comisiones? Eso es lo que perseguían, precisamente, los caídos líderes latinoamericanos y lo que siguen persiguiendo. «Si quieres que nada se solucione forma una comisión», afirmó Perón hace ya demasiados años. La izquierda siempre ha padecido de comisionitis, es decir, inflamación de comisiones.
Paren el tranvía, por favor, que yo me bajo en la próxima para no subir más, hace años que tengo las pruebas que necesitaba para extraer mis conclusiones casi definitivas y este arrejuntamiento me las está confirmando. Para algo tienen que servir los años, el estudio y la observación participante activa.
En la televisión se proyecta estos días un anuncio que pretende ensalzar las bondades tecnológicas de las telecomunicaciones con el argumento de que nos mantiene unidos. No, en absoluto, se confunden los conceptos juntos, revueltos, o muchedumbre solitaria (Riesman) con el de unidos que es muy diferente. La unión se lleva a término bajo premisas similares y, antes de entrar en una arena política globalizada, sólida e implacable, los experimentos deben hallarse al menos algo consolidados y concretados para no terminar ilusionando primero y deprimiendo después a los ciudadanos que ya están aguantando bastante. La unión es necesaria pero la unión, no la componenda.
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