El fenómeno del «low-cost» bajo la lupa de experto (foto: Ansa) (ANSA) – ROMA, 30 OCT – El siglo XXI está signado por el «low cost» (bajo costo), pero lejos de ser un negocio no solo acerca servicios y productos de calidad inferior sino que nos hace más pobres. Esta es la conclusión a […]
El fenómeno del «low-cost» bajo la lupa de experto (foto: Ansa)
(ANSA) – ROMA, 30 OCT – El siglo XXI está signado por el «low cost» (bajo costo), pero lejos de ser un negocio no solo acerca servicios y productos de calidad inferior sino que nos hace más pobres. Esta es la conclusión a la que llegó Pier Luigi del Viscovo, docente italiano, especialista en sistemas de distribución y venta, en un estudio titulado «Por qué el low cost nos hace más pobres, otorga inferior calidad y menor ambición: ¿bajar los precios es un suicidio socialista?»
Desde vuelos aéreos, pasando por compras de supermercado, hasta adquisiciones vía Internet, esta es sin duda alguna la era del «low cost».
Por lo general, cuando se hace una compra de este tipo se piensa que se trata de una «ganga» y hasta un cierto punto lo es. Luego, se comienza a entender que la ganancia para quienes venden, no obstante los bajos precios, tiene que existir de algún modo. Según Viscovo, detrás de la apariencia de igualdad de acceso a determinados objetos y servicios, la verdad es otra: el bajo costo nos hace más pobres «porque cada vez que creemos hacer un negocio, en realidad estamos comprando alguna cosa de calidad y valor adjunto inferior, en una espiral que por otra parte arrastra hacia abajo a toda la economía». Cualquiera sea el origen técnico y comercial de perseguir precios cada vez más bajos, el fenómeno atrajo a miles de adeptos, «gracias a la cultura de matriz católica y de orientación socialista de inicios del siglo XX», subrayó el también director del Instituto Experimental de Marketing y del Centro de Estudios Fleet & Mobility.
La clave está en que el precio no es solo un punto de encuentro entre la oferta y la demanda, es también un formidable elemento de comunicación que orienta el comportamiento de los consumidores. Porque el producto «low cost» no solo es más barato que los otros sino que es una adquisición que a los ojos del consumidor vale más de lo que cuesta, mucho más del precio que paga por tenerlo.
Pero es obvio -e impensable- que los productores y distribuidores no hallen su conveniencia incluso en la venta de productos y servicios a muy bajo costo. Los efectos de esta práctica «en la economía y en la tasa de ocupación a mediano plazo frenan el desarrollo», según Viscovo, que también se desempeña como consultor en la materia en la Comisión Europea. «Con la ilusión de hacer que todo sea accesible para todos -concluyó- se produce y distribuye pobreza».(ANSA).
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