1. La huelga de la policía militar es el proyecto de fin de un país llamado Brasil 1.1. El Decreto o la Propuesta de Enmienda Constitucional PEC-55 es el fin del Estado brasileño La huelga de los policías militares de este Estado (y en particular de los de Espíritu Santo) tiene como telón de fondo dos […]
1. La huelga de la policía militar es el proyecto de fin de un país llamado Brasil
1.1. El Decreto o la Propuesta de Enmienda Constitucional PEC-55 es el fin del Estado brasileño
La huelga de los policías militares de este Estado (y en particular de los de Espíritu Santo) tiene como telón de fondo dos cuestiones fundamentales para el destino del pueblo, como trabajadores brasileños, teniendo en cuenta el golpe instalado contra la gente.
La primera es: a nombre de la Propuesta de Enmienda Constitucional, PEC-55 -en realidad, a nombre de Wall Street-, los Gobiernos golpistas y golpeados están fanáticamente secuestrados por la ideología ultraliberal que les impone, religiosamente, la siguiente palabra de orden: «Aumento cero para la inversión pública durante 20 años», empezando por que el salario mínimo no subirá durante ese mismo lapso (1).
El nazi-proyecto que está en la base de la PEC-55 se asemeja al que fue implementado en Chile, en la década del 70 del siglo XX: aprovechándose del terrorismo de Estado de la dictadura militar, se llevó a cabo en Chile el primer experimento neoliberal de la Historia del capitalismo, por «recomendación» personal de Kissinger a Pinochet, desde el plano político, para establecer la Operación Cóndor en el país austral.
Y, desde el económico, del Nobel Milton Friedman, como encargado de la economía de Chile. Esto dijo, en Newsweek, 14/jun/1976: «A pesar de mi profundo desacuerdo con el sistema político autoritario de Chile, no considero pecaminoso para un economista el proporcionar consejo económico técnico al gobierno chileno, más de lo que consideraría pecaminoso para un médico entregar asesoría técnica al gobierno chileno para contribuir a poner término a una plaga» (2).
Es curioso que el autor del libro Capitalismo y libertad, en el que dice que sólo el liberalismo económico clásico (John Locke, Adam Smith, John M. Keynes et al) puede servir de soporte a la democracia política, desvinculaba tan fácilmente la economía de la política, cuando las teorías económicas que defendía, aún hoy coinciden con la restricción absoluta de todo tipo de libertad económica. En breve, quienes imponen una «libertad económica» sin límites deberían ser también responsabilizados cuando la imposición de dicha política va inexorablemente acompañada de represión, hambre, desempleo y, lo no menos grave, por la supervivencia de un brutal estado policial.
La PEC-55 es la retoma de este proyecto llevado a cabo en Chile en la década del 70, bajo nuevas bases. Durará 20 años, tiempo que a su vez duró la dictadura militar brasileña, porque sus gestores creen que ese sería el tiempo medio para que el Estado brasileño sea barrido del mapa, siendo sustituido por la administración integral del imperialismo yanqui, en el horizonte de su proyecto de constitución de un Estado único para gobernar al mundo.
No serán de extrañar los resultados desastrosos que la actual situación económica de Brasil traerá respecto a la caída de las exportaciones e importaciones y el consecuente déficit de la balanza comercial; también, a la producción de alimentos, a causa del monopolio sobre la agricultura por parte de transnacionales (Monsanto); y, por contraste, el aumento desmedido del desempleo así como el desbalance entre lo recibido por empleados y obreros, del total del ingreso bruto nacional, antes de la salida arbitraria e ilegal de Dilma Rousseff, y por el sector propietario, después del ascenso al poder de Michel Temer, con el mafioso apoyo de EE.UU, y, claro, el efecto negativo sobre la clase trabajadora del país.
1.2. El neoliberalismo como ideología del Estado imperialista estadounidense mundial
Nombrado como Secretario de Estado del imperialismo gringo durante la dictadura planetaria de Richard Nixon (1969-1974), Henry Alfred Kissinger protagonizó el golpe de Estado en Chile no sólo derrocando al presidente socialista chileno Salvador Allende, en 1973, sino también, como contrapunto al socialismo, impuso al sátrapa Augusto Pinochet un paquete neoliberal cuyo objetivo, con el tiempo, era el de sustituir la gestión del Estado chileno por el monopolio capitalista estadounidense, teniendo en cuenta la relación entre Wall Street y las transnacionales gringas.
Así, el proyecto de base era la radicalizada aplicación de las tesis neoliberales desarrolladas por el economista austriaco-inglés Friedrich Hayek, para tener de tal manera al Estado como el gran enemigo del capital, a ser derrotado por este con miras a la implementación de un capitalismo puritano, típicamente anglo-sajón, bajo el liderazgo del imperialismo yanqui.
El capitalismo puritano neoliberal está en la base del proyecto de dominación mundial del imperialismo estadounidense. Su agenda es simple: crear el Estado mundial bajo el dominio gringo. En este contexto, todos los otros Estados de todos los países del mundo son enemigos a ser destruidos.
Es por esto que el complejo militar-industrial estadounidense destruyó totalmente a Palestina -durante décadas de experimento de caos estatal-, Irak, Afganistán, Libia, Somalia, teniendo predilección por cualquier Estado del mundo que sea seglar o laico, soberano, hablando desde la óptica política y económica.
De ahí deriva también la persecución permanente a Irán, Rusia, China, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Argentina y, sobre todo, a los países que componen y componían el BRICS, como Brasil, dirigido por el reciente golpe de Estado, realizado por el imperialismo gringo, teniendo en cuenta su proyecto de constitución de un Estado mundial puritanamente anglo-sajón.
Es este el contexto del golpe de Estado en Brasil. Los gobiernos petistas cometieron errores crasos. El principal de ellos fue no haber tenido inteligencia para contraponerse al proyecto de dominación monopólica de la dictadura monopólica estadounidense, incluso porque dejó que sectores fundamentales del Estado brasileño, como el educativo, el judicial, el mediático y el militar, continuasen bajo la hegemonía de-formativa del aparato integral de dominación gringo.
Sin embargo, el golpe contra el gobierno de Dilma Rousseff ocurrió porque el PT intentó implementar, no obstante los errores crasos explicitados, un capitalismo de Estado soberano, aprovechándose de la brecha que emergió con el surgimiento del BRICS y de una crisis en el proyecto de dominación planetaria de los EE.UU, teniendo en cuenta la resistencia primero que todo de China, Rusia e Irán, países que rechazaron y rechazan el proyecto puritano de Estado mundial yanqui: que bien entendido es el Estado neoliberal.
1.3. El terrorismo de Estado como táctica para acabar con el Estado
A partir de este cuadro, surge el momento de tratar la segunda cuestión que habrá de enfrentarse hacia adelante: el terrorismo de Estado. Este tiene como objetivo la sustitución del Estado brasileño por la total dominación del capitalismo monopólico estadounidense.
No hay que olvidar, a propósito, que la época de la experiencia neoliberal chilena (con la participación de la U. de Chicago y sus académicos neoliberales, los Chicago Boys), Kissinger estuvo en la línea de frente del Plan Cóndor, realizado para masacrar cualquier resistencia al proyecto de dominación puritano-mundial gringo, definido milenariamente por el fundamentalismo del destino manifiesto anglo-sajón (3). Dominio según el cual «América» sería para «los americanos» (para ellos, no para el resto de americanos), el mundo sería para «los americanos» y el planeta sería una especie de Mr. Universe yanqui.
Pues bien, nuestra Operación Cóndor del presente es el terrorismo de Estado, que usa la gestión del caos como política de dominación total, con miras a acabar con el propio Estado a ser sustituido: ese es el proyecto en curso del capitalismo monopólico-financiero gringo.
La idea fascista es simple: implantar una «Operación Cóndor», basada en el terrorismo de Estado, que usará el caos como política de terror para que la población misma pleitee el fin del Estado y su cambio por un capitalismo puritano transnacional-gringo, teniendo en cuenta la cotidianización del caos, vivido entonces como norma social rutinizada.
Aunque muy probablemente se dé la participación de operaciones especiales, formadas por militares capixabas o capichabas especializados en gestión policial del caos, la huelga de los policía militares de este Estado, el de Espíritu Santo, independiente de ella misma, en sí legítima, está siendo usada como laboratorio de terror contra la población capichaba, para aplicarle el primer choque de terror cuyo objetivo es: cotidianizar y exigir el Estado terrorista como gestor de la cotidianidad caótica.
El círculo es vicioso. El Estado terrorista, que existe para acabar con el propio Estado, aplica políticas de caos para que la población vaya a pedir socorro al terrorismo de Estado, para que este, al límite, retire al Estado de sus/nuestras vidas, viciándonos al y en el caos, como si este fuese normal: una fatalidad que emerge en función de un mal absoluto, que puede ser tanto la invasión urbana del lumpen-proletariado, como está ocurriendo ahora, con un grupo de policías militares en huelga, de profesores en huelga, en fin, de cualquier manifestación laboral con miras a mejorar las condiciones de vida de la clase trabajadora.
Así como los Chicago Boys eran especialistas en administrar el darwinismo puritano del «homo economicus», referencia que fue estimada para sustituir la hegemonía ideológica del Estado como fuerza motriz de la economía y de la sociedad, se llega, con el golpe en Brasil, a la época del Estado terrorista, gobernado por gerentes especializados en la implantación del caos y su uso para, al límite, acabar con el Estado, sustituyéndolo por el dominio integral del imperialismo gringo, y de paso eliminar toda resistencia de los trabajadores.
La PEC-55 está puesta para durar 20 años porque es el periodo medio que los gestores del caos consideran necesario para acabar con el Estado brasileño. Como vienen haciéndolo, pero no han podido, aun con la aplicación del Golpe Suave, de Gene Sharp, con el de Venezuela desde 2006, cuando el obispo Pat Robertson amenazó en relación con el presidente Hugo Chávez: «Si cree que queremos asesinarlo, pues creo que tendríamos que poner manos a la obra y hacerlo», tal como le dijo al exiliado forzado y periodista gringo Greg Palast (6/jul/2006) (4).
Identificar a los gerentes internos al servicio del proyecto del fin del Estado brasileño y combatirlos en nombre de un Estado socialmente justo, es la principal e irrenunciable tarea de todos nosotros, los trabajadores brasileños, e incluso de todos los trabajadores americanos, ya no del gobierno «americano» porque es este, precisamente, el enemigo a combatir.
Esta identificación no será posible si caemos en la trampa de los gestores del caos, que son especialistas en producir rostros para odiarnos; rostros que sirven para que nosotros mismos nos volvamos, al combatirlos, aquí en Brasil, pero también en Venezuela, México, Colombia, agentes del fin del Estado.
Los policías militares, en este momento que están en huelga, son apenas la pelota de ocasión.
La próxima podrá ser cualquiera de nosotros… lo que ya está ocurriendo.
No sobra decir, para terminar, que dicha huelga policial, sólo en Vitória, capital del estado de Espíritu Santo, ha dejado ya 52 muertos de manera violenta, apenas entre el 4 y el 7/feb/2017 (5). Ojalá la sangre derramada por esas 52 personas sirva para evitar el (ojalá no inminente) fin del Estado brasileño.
Fuentes escritas y visuales:
(3) https://www.youtube.com/watch?v=G0C3bHr92HU
(4) http://www.voltairenet.org/article143578.html
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