La corrupción, el lavado de dinero y el desvío de capitales hacia los llamados paraísos fiscales se han convertido en prácticas cotidianas en muchas de las naciones del mundo. La compra de prebendas, el abuso de poder, la realización de negocios sucios, han incrementado el número de personas que acumulan fortunas a expensas del erario […]
La corrupción, el lavado de dinero y el desvío de capitales hacia los llamados paraísos fiscales se han convertido en prácticas cotidianas en muchas de las naciones del mundo.
La compra de prebendas, el abuso de poder, la realización de negocios sucios, han incrementado el número de personas que acumulan fortunas a expensas del erario público.
En esta vorágine de malos manejos financieros y económicos se ha visto involucrada ahora la presidenta surcoreana Park Geun-hye, quien el pasado 13 de marzo fue sancionada por el Tribunal Constitucional, destituida y despojada de inmunidad bajo la acusación de haber cometido graves actos de corrupción.
Park ha sido la única mujer en llegar a tan alto cargo en esa nación asiática y también pasa a la historia como la primera líder elegida democráticamente en ser destituida.
Desde hacía varios meses proliferaban las manifestaciones contra ella mientras el país se balanceaba entre la parálisis y la confusión, a las que se unían graves tensiones con la República Democrática de Corea y con la República Popular China debido a la línea de confrontación seguida por su Gobierno contra esos países.
Corea del Sur tendrá que celebrar nuevas elecciones presidenciales en un plazo de dos meses, o sea, a principios de mayo.
Miles de manifestantes celebraron la decisión de la Corte Institucional sobre Park, al unísono que otra concentración más pequeña en Seúl a favor de la exmandataria culminaba con dos personas muertas y una decena de heridos.
Como ha sucedido durante largos meses de acusaciones e investigaciones por parte de las autoridades, la presidenta Park volvió a negar su responsabilidad, pero tanto el Tribunal Constitucional como el Parlamento y la Fiscalía consideran probado que fue cómplice en la trama de corrupción y tráfico de influencias dirigida por su amiga Choi Soon-sil.
Esta mujer, a la que apodan Rasputina porque su oscura influencia sobre el Gobierno era similar a la que tuvo aquel siniestro monje ruso en la corte del zar Nicolás II, dirigía una administración paralela en la sombra para vender favores políticos a cambio de sobornos.
La presidenta Park tenía una amplia conexión con Choi, y ésta última corregía los discursos de la mandataria; tuvo acceso a documentos secretos sobre las relaciones con Japón y Corea del Norte y se aprovechó de esa estrecha amistad para persuadir a las mayores transnacionales del país, como Samsung y Hyundai, para que entregaran hasta 80.000 millones de won (casi 63 millones de euros) a dos fundaciones que ella misma dirigía.
Chang Si-ho, sobrina de Choi Soon-sil, admitió en los tribunales que chantajeó a la compañía Samsung en colaboración con su tía, a la que señaló como cerebro de la trama de corrupción que sacude a Corea del Sur. Además de la presidenta y estas dos mujeres, asesores presidenciales, compañías transnacionales, altos funcionarios como el ex viceministro de Cultura y Deporte, Kim Chong, se hayan implicados en el caso.
También está detenido el vicepresidente y heredero de la Samsung, Lee Jae-yong, a quien se acusa de haber entregado 43.000 millones de won (35 millones de euros) a Park y a su Rasputina para que el Gobierno autorizara la fusión de dos de sus filiales.
La Organización de Cooperación Económica para el Desarrollo (OCDE), reconoció en un documento que «la corrupción transnacional corroe sin distinción a numerosos países del planeta y la mitad de los casos son cometidos por funcionarios de naciones desarrolladas».
La OCDE, que agrupa a 34 países desarrollados, agregó que la dimensión del fenómeno es tan grande que representa un volumen de 13.800 millones de dólares anuales, basándose solo en 427 casos de corrupción juzgados desde 1999, cuando entró en vigor su Convención Anticorrupción.
El cohecho, indicó, podría representar 10.9 % del valor total de las transacciones y 34.5 % de las utilidades.
Por su parte la ONG The Corner House asegura en otro informe que «las raíces del pernicioso fenómeno de la corrupción se encuentra en los procesos de privatización, desregulación y reforma del servicio social, impulsados por las mismas instituciones financieras internacionales y gobiernos donantes de Occidente que tan elocuentemente predican al Sur sobre el buen gobierno».
El documento, titulado «Exportación de la corrupción: privatización, multinacionales y soborno», puntualiza que el aumento de ese flagelo en todo el planeta es en gran medida el resultado de la rápida privatización de las empresas públicas junto con la aplicación de reformas para reducir la dimensión y el gasto de los servicios sociales. Dichas reformas han sido impuestas a los países en desarrollo por el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y los gobiernos de Occidente que apoyan a sus empresas transnacionales.
The Corner House, con sede en Gran Bretaña, agrega un dato sumamente importante: «las empresas de Occidente pagan sobornos del orden de los 80.000 millones de dólares al año, aproximadamente la cifra que la ONU considera necesaria para erradicar la pobreza en el mundo.
Numerosas transnacionales aparecen con enormes récords de sobornos internacional como la estadounidense Halliburton, la alemana Siemens o la inglesa British Petroleum.
Con la destitución de Park Geun-hye se agudiza la profunda crisis política, económica y social que sufre Corea del Sur desde que estalló el escándalo de corrupción el pasado otoño.
Seúl, que ocupa el lugar 13 entre las economías mayores del mundo con un vertiginoso crecimiento económico a partir de concluida la guerra en 1953, padece hoy la enfermedad llamada corrupción que si no se controla y corta a tiempo le traerá peligrosas adversidades.
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