Edgardo Lander es Integrante de la Plataforma Ciudadana en Defensa de la Constitución, Profesor jubilado de la Universidad Central de Venezuela. Forma parte del Grupo de Trabajo Permanente de la Fundación Rosa Luxemburgo oficina Quito, ha venido trabajando Alternativas al Desarrollo, y es Asociado del Instituto Transnacional, un tanque de pensamiento de izquierda, que tiene […]
Edgardo Lander es Integrante de la Plataforma Ciudadana en Defensa de la Constitución, Profesor jubilado de la Universidad Central de Venezuela. Forma parte del Grupo de Trabajo Permanente de la Fundación Rosa Luxemburgo oficina Quito, ha venido trabajando Alternativas al Desarrollo, y es Asociado del Instituto Transnacional, un tanque de pensamiento de izquierda, que tiene su sede en Ámsterdam. Por la extensión de esta entrevista la publicaremos en dos partes.
El domingo 29 de mayo publicamos la primera parte de esta entrevista en profundidad con Edgardo (Entrega (I) «Hay sectores que buscan la violencia como objetivo»). En ella hablaba especialmente de las causas y peligros de la violencia y la represión que se está desarrollando. En esta segunda parte de la entrevista abordamos con Edgardo, los objetivos del movimiento en defensa de la constitución y contra toda violencia, le preguntamos si es posible detener la Constituyente y sobre el debate que recorre la izquierda en relación a la situación venezolana.
En la rueda de prensa donde fuiste vocero de la autoconvocatoria de un sector de personalidades y organizaciones que se asumen no representados ni por el PSUV ni la MUD, anunciaron una serie de iniciativas. Según tu opinión cuál es la puntualización que esa lucha tiene que ir adoptando.
En esta extrema polarización que se ve en los medios, los diversos grupos y personas que nos hemos autoncovocado compartimos que esa polarización no representa a todo el país, ni siquiera a la mayoría del país. Pero esa otra postura, que no es simplemente una posición intermedia, una cosa blandengue, que no es un centro político, sino que es amplio sector muy diverso de la sociedad. Que inclusive en relación al proyecto de sociedad podemos tener muchas diferencias, pero hoy tenemos claro que para poder debatir sobre esas diferencias y expresar que país queremos, tenemos que sobrevivir. Si nos matamos todos entre si ahí termina el debate. Entonces cómo darle expresión pública y capacidad política a ese enorme descontento. Como construir discursos alternativos que apunten a mostrar una luz que muestre que son posibles otras formas de encontrar las soluciones. Otras formas en las cuales se desmonte esta dinámica que se ha desatado de exterminio del otro, hacia unas formas de un mínimo de convivencia que permita expresas las diferencias. Creo que por ello y acá hablo en los términos de lo que ha sido la experiencia en la Plataforma Ciudadana en Defensa de la Constitución, para nosotros ha sido central la idea de que la Constitución constituye hoy las únicas reglas del juego con las cuales contamos. No se trata de una defensa de la Constitución como si fuese un texto sagrado ni inamovible, yo personalmente soy de la idea que la constitución que corresponde un país petrolero rentista donde todo el mundo tiene derechos y no tiene obligaciones, pero en este momento no tenemos ni el espacio ni el oxígeno ni es el momento adecuado para abrir debate sobre estas cosas. Primero tenemos que desmontar la escalada de violencia y en otro momento podemos abrir discusiones sobre lo que hay que cambiar o lo que hay que preservar.
Insistimos en esta idea de las reglas del juego. Las reglas del juego que votamos los venezolanos cuando nos dimos la Constituyente del ’99. Una elección universal, directa y secreta con representación proporcional de las minorías, donde hubo un referéndum donde se le preguntó al pueblo si quería una Constituyente y posteriormente a los trabajos de aquella ANC otro referéndum en el que el 72% de la población aprobó la Constitución, son unas reglas del juego legítimas y las reglas del juego con las cuales contamos.
El cambio de estas reglas de juego, de donde venga provoca más violencia. Cuándo Julio Borges presidente de la Asamblea Nacional, declara que Maduro había abandonado el cargo, cuando hasta el día anterior lo acusaban de abusar del cargo, eso obviamente no respeta la Constitución y muestra una disposición a violarla. El gobierno por su parte ha venido desmontando la Constitución desde el momento en que perdiendo las elecciones parlamentarias decidió nombrar un TSJ amañado. Entonces hay una estrecha relación, inseparable relación entre los niveles de violencia que siendo alimentados estos dos extremos y las formas en que la Constitución ha venido siendo atacada por estos dos extremos. Para nosotros, como Plataforma en Defensa de la Constitución, la idea de desmontar la escalada de violencia y la idea de la defensa de la Constitución son absolutamente inseparables. Porque estas son las reglas del juego con la que tenemos que buscar las formas de ir resolviendo los severos problemas que hoy enfrenta la sociedad venezolana.
Y esto pasa inevitablemente por el reconocimiento de la separación de poderes, por el reconocimiento de tener un calendario electoral claro. Hay razones para pensar , qué sentido tiene que nos anuncien que el 10 de diciembre va a haber elección a gobernadores si ya va estar en funcionamiento una Asamblea Constituyente que al ser plenipotenciaria podría decir para que va a haber elecciones si la nueva estructura del Estado no tiene gobernadores.
Hay aquí una situación de simplemente tirarle una patada a la mesa que hace que aquí no vaya a haber elecciones más nunca. Porque no sabemos si en una Asamblea Constituyente totalmente controlada por la cúpula PSUV – Gobierno, que diseño autoritario de país se van a inventar. Eso nos coloca en una situación compleja, estamos en un momento muy crítico en el que si no le logra evitar que una elección tramposa de Asamblea Constituyente ilegítima se lleve a cabo, nos encontraremos con un nuevo país, con un orden autoritario donde la posibilidad de plantear democráticamente opciones va a estar absolutamente negada. Eso hace que en los próximos meses sean absolutamente crítica, en el que la búsqueda de salidas no violentas pase por el rechazo de esta propuesta, precisamente porque tiene mecanismos tramposos, en los cuales no hay democracia, no hay posibilidad de expresión de la voluntad del pueblo venezolano por el mecanismo absolutamente manipulado de esta ingeniería electoral, lejos de abrir las puertas a posibilidades no violentas de procesamiento de las diferencias, estaremos en una situación donde cualquier cosa vale. Estamos en unas semanas históricamente críticas. En un punto de no retorno, podríamos amanecer en pocas semanas con un orden constitucional manipulado, autoritario, con una nueva estructura de Estado totalmente controlado por arriba. Si simplemente constitucionalizan lo que ya han hecho se constitucionaliza un orden autoritario.
Cuáles son las condiciones que tu vez que te harían decir que es posible impedir esta Constituyente
Yo creo que es fundamentalmente un asunto que está en el tema de la legitimidad. Una pugna por la legitimidad. El gobierno pretendía con este llamamiento un poco revigorizar el imaginario chavista popular. Es decir una Constitución que es feminista, que es ecológica, que es indígena que es de las comunas, etcétera, como tratar de recuperar el espíritu de lo desde abajo. Ese es un cuento que algún impacto tiene, pero no tiene capacidad para construir la legitimidad que requiere. Entonces en la medida en que esto va apareciendo, tanto por los procedimientos, la metodología y la dimensión de como se está haciendo como por el país que anuncian, esto no convence. Entonces cómo construir un clima de opinión de acción que contribuya a deslegitimar de tal manera que las fracturas que sabemos que existen del gobierno, no en el Alto gobierno por supuesto, pero si en otros niveles, y las fracturas que sabemos que existen al interior de las fuerzas armadas, se hagan más visibles y que por la vía desgajamientos, el gobierno llegue a la conclusión de que no puede seguir adelante. Y ese es un escenario que yo no descarto. La tarea es darle esa sensación de urgencia para contribuir a crear el clima de opinión y de fisuras al interior de este aparato que avancen en la deslegitimación de este proceso, de manera tal que el gobierno reconozca que está caminando hacia una situación de no retorno que sea interpretado como el cierre de la Santamaría y que la única cuestión social que quede es la violencia. Esto no quiere decir que al amplio espectro que comparte estas preocupaciones tenga opiniones compartida con respecto al país, al Arco Minero, a cómo construir un modelo distinto del rentismo, nos queda mucho que debatir y diferenciarnos. Pero esta situación suficientemente severa, de definición de para dónde va el país a muy corto plazo, que requiere que todos los esfuerzos de convergencia, aun entre quienes estamos enfrentados políticamente, porque este no es solo un reto político, es un reto ético de sobrevivencia en Venezuela hoy. Y planteado en términos éticos yo creo que apela a una sensibilidad ampliamente extendida a la sociedad venezolana.
Que les dices a las voces de izquierda que han cuestionado tus críticas al gobierno.
Desde el punto de vista de quienes apostamos, en el inicio del proceso a que era posible la transformación venezolana, por el amplio proceso de movilización y organización popular en los primeros años del chavismo. Y de quienes estamos convencidos que estamos en una profunda crisis civilizatoria que requiere en primer lugar ir más allá del capitalismo. Pero incorporando hoy todas aquellas miradas que las corrientes ortodoxas del socialismo dejaron fuera. Por ejemplo el tema de la diversidad cultural de los pueblos del mundo, las perspectivas feministas con todas las implicaciones que tiene, todo lo que tiene que ver con los límites del Planeta y las implicaciones de esta guerra permanente que la modernidad ha construido en contra el resto de la naturaleza de la cual los humanos somos parte. Quienes estamos convencidos de esa necesidad como urgencia de transformación ante la crisis civilizatoria, no podemos ver lo que ocurre hoy en el país simplemente con las herramientas y las miradas de la guerra fría. No podemos ver simplemente al gobierno sólo porque se declara de izquierda, revolucionario o lo que sea y como estaría enfrentado a los Estados Unidos, simplemente por eso debería tener nuestro apoyo como reclama mucha de la izquierda internacional que mira de esa forma al Proceso Venezolano.
Es indispensable tener la posibilidad de diferenciarse del proyecto imperial de aplastamiento de los imaginarios de la transformación; de esos imaginarios, de esa capacidad organizativa que se generó en el movimiento popular durante los primeros años. Pero por otra parte igualmente es necesario enfrentarse de forma radical y evitar la legitimación de un discurso supuestamente de izquierda, supuestamente socialista, supuestamente revolucionario, para llevar a cabo políticas que son absolutamente autoritarias y que en ese espectro que ha conformado lo que históricamente se ha entendido desde la Revolución Francesa como izquierda y derecha, son claramente posturas de derecha.