En los últimos meses, hablar de Vladimir Putin significa asociarlo directamente con la jerarquía de Zar ruso. Esa vinculación a hombre grande y fuerte que está provocando el resurgir de la gran Rusia es lo que escuchamos a menudo. De hecho esa identidad e imagen creada en el espacio público le está dotando de un […]
En los últimos meses, hablar de Vladimir Putin significa asociarlo directamente con la jerarquía de Zar ruso. Esa vinculación a hombre grande y fuerte que está provocando el resurgir de la gran Rusia es lo que escuchamos a menudo. De hecho esa identidad e imagen creada en el espacio público le está dotando de un apoyo y aceptación muy amplia por parte del pueblo ruso, vistas quedan sus holgadas victorias electorales. En el presente artículo, me propongo reflexionar y exponer ciertos datos con el fin de visibilizar la evolución dependiente de la economía rusa y desvelar rasgos que denoten esa falsa percepción de la figura de «Zar» que se atribuye asiduamente a Putin.
Lejos de pretender un desprestigio o demérito de Putin por la evolución ascendente de la economía rusa en los últimos 17 años, es necesario observar ciertos datos económicos que denotan esa falsa percepción de milagro económico. Ojeando varios indicadores, veo interesante mostrar la evolución del PIB junto con la exportación de petróleo. Quisiera puntualizar que a sabiendas del debate que puede surgir entorno a las características que se tienen en cuenta para elaborar el PIB, veo interesante mostrarlo simplemente por el hecho que constata: Evolución del Estado ruso depende de exportación de hidrocarburos.
Fuente: Elaboración propia a partir de datos obtenidos de http://atlas.media.mit.edu/es/profile/country/rus/ y http://www.datosmacro.com/pib/Rusia
El PIB marcado en azul se encuentra referenciado con los valores absolutos de la izquierda y en millones de euros. A su vez, el % de exportación de petróleo crudo está indicado con las cifras de la derecha del gráfico (no hay datos de 2016 y 2017). Los cambios económicos producidos en la URRSS desde finales de la década de los ´80 y los ´90 produjeron un colapso económico que desembocó en la firma del Tratado de Belavezha y la disolución de la URRSS. La economía rusa en su totalidad se contrajo enormemente llegando en 1999 a datos que correspondían a un tercio del PIB si lo comparamos con 1989. Es curioso observar que ya en 1998 se produce un punto de inflexión en la exportación de petróleo y que a sabiendas de la leve mejoría que se estaba dando, en 1999 el presidente Boris Yeltsin renunció a su cargo de Presidente. Desde la renuncia de Yeltsin en adelante Vladimir Putin ocupó el cargo interino de Presidente y mantuvo su puesto de Jefe de Gobierno. Se puede decir, que desde esta fecha, comienza «El milagro económico de Putin» con victorias electorales de mayorías absolutas y un respaldo popular sorprendente si lo comparamos con otros líderes occidentales.
De 1999 en adelante la evolución de la economía rusa ha sido imparable, de hecho se declaró a Rusia como economía emergente y fue incluido en la lista de países emergentes (BRICS) y en otros tratados económicos internacionales y de gran importancia como por ejemplo la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo).
En el gráfico, llama la atención que en 2009 a pesar de encontrarse la economía mundial en un periodo de crisis y de bajar notablemente el PIB ruso, las exportaciones de petróleo crudo no parecen afectarle tanto. Parece más bien que sufrieran una ligera desaceleración en su crecimiento. Lo que sí ha afectado y duramente a la economía rusa han sido las sanciones económicas internacionales establecidas por occidente en respuesta de la posición adoptada por Rusia en la guerra de Ucrania y la anexión de Crimea. Ese descenso en las exportaciones de petróleo crudo que se produce desde 2012 no es sólo por lo citado anteriormente, sino que también se deben por la bajada del precio del barril de petróleo. Al gobierno ruso le interesa que el precio de los hidrocarburos en general sean altos ya que su reserva, sobre todo de petróleo, en un periodo de menos de 80 años perderá su posición de segundo mayor exportador de petróleo del mundo. Una de los debates en las reuniones que se celebran entre los países de la OPEP lo centran rusos y sauditas. Los sauditas son los mayores exportadores del mundo de petróleo y frecuentemente afirman que sus decisiones en la gestión del petróleo están tomadas por un grupo de tecnócratas de la materia y ajenos a lo político. En cambio, Rusia acusa al país árabe de seguir los dictámenes de su aliado Estados Unidos en el interés de depreciar el valor del barril de petróleo para asfixiar aún más a la delicada y dependiente economía rusa.
El milagro económico que ha ocurrido en Rusia desde la entrada del siglo XXI está directamente relacionado con el precio del barril de petróleo, el cual no ha dejado de crecer a pasos agigantados. Gracias a esto, Putin se ha beneficiado de tener las arcas del Estado rebosantes de dinero líquido y ha podido invertir y reconstruir todo el sistema sanitario, de pensiones y sobre todo la modernización del ejército entre otras cuestiones. Pensemos que desde finales de los ´80 los impagos en las esferas tanto públicas como privadas eran asiduas y por lo tanto la regularización e inversión en modernización de ciudades, transportes y sobre todo el de mantener al día los pagos en pensiones, ha sido lo que realmente le ha dado esa popularidad dentro del pueblo ruso y no porque haya sido un magnífico estratega económico. De hecho, si su principal interés fuera la actividad económica del país, pondría en marcha diversas reformas estructurales. Por ejemplo, una de las cuestiones vitales para la economía rusa es diversificar las exportaciones y evitar la dependencia del petróleo. Cabe destacar que en 2015 más de la mitad de las exportaciones rusas eran de la industria del petróleo, concretamente un 28% de petróleo crudo, un 18% de refinado de petróleo y un 8% de gas de petróleo.
Una de las posturas que parece estar tomando el gobierno ruso es la de centrar su mirada en el continente asiático. Varios son los contactos que mantiene Moscú con Pekín en diferentes áreas económicas, por ejemplo el megaproyecto de la nueva Ruta de la Seda o las cada vez más ventas en el sector armamentístico. En relación con la nueva Ruta de la Seda, existe una teoría económica en la que premia no tanto la capacidad económica nacional de un Estado sino su capacidad de intervención en un amplio número de personas. Es decir, una operatividad transnacional que involucre a un amplio sector de población es mucho más interesante económicamente que un grupo económico delimitado por la esfera del Estado. Lo que la nueva Ruta de la Seda crearía sería la unión de millones de personas en un marco de actividad transnacional, por lo tanto tomar la iniciativa y vanguardia de ese proyecto se torna importantísimo.
Adrián Ruíz. Politólogo especializado en relaciones internacionales
Fuente: http://blogs.publico.es/econonuestra/2017/06/20/el-milagro-economico-de-putin/