Una de las matrices de estigmatización reproducidas hasta la saturación por los medios de la derecha iberoamericanay del Imperio yanqui, antes y después de la primera victoria de La Constituyente, es la supuesta «cubanización de Venezuela». Una estrategia que cataloga en sí misma los principios de la propaganda sistematizados por el padre de la propaganda […]
Una de las matrices de estigmatización reproducidas hasta la saturación por los medios de la derecha iberoamericanay del Imperio yanqui, antes y después de la primera victoria de La Constituyente, es la supuesta «cubanización de Venezuela». Una estrategia que cataloga en sí misma los principios de la propaganda sistematizados por el padre de la propaganda nazi Joseph Goebbels, responsable del Ministerio de Educación Popular y Propaganda, creado por el genocida Adolf Hitler a su llegada al poder en 1933.
La somera observación de las noticias sobre Venezuela informa del incremento de esta matriz opinión, mal intencionada y tergiversadora, sobre todo en la medida que se acercaba el 30 de julio. Y lo confirma Google trend, que también ilustra que los picos de esta matriz han informado los sucesos más importantes en la vida política venezolana de los últimos años. En especial, las últimas temporadas de violencias convocados por la oposición, y los procesos eleccionarios.
Esta supuesta «cubanización de Venezuela», como lo fue antes la «sovietización» de la España republicana alrededor de 1939, o la «sovietización de Cuba después de 1959, se adscribe palpablemente al principio goebbeliano de «simplificación y enemigo único», agrupar a todos los enemigos en uno solo. A este responde también, la etiqueta de «castro-comunismo», castrodictadura» o «castro-chavista» para referirse a los gobiernos bolivarianos de Chávez y Maduro.
Funcional además a otro principio relacionado con el anterior, el «principio de contagio», «reunir diversos adversarios en una misma categoría o individuo. Bajo este principio, se equiparan calificativos como «socialismo» y «totalitarismo», «poder popular» y «dictadura», al que se recurre para descalificar a los dos procesos de transformación política, económica social y cultural que se desarrollan en ambos países. Es el mismo fundamento de las postverdades que vinculan al presidente Maduro, a los vicepresidentes, y a otros líderes del PSUV, con el narcotráfico y el terrorismo.
Como se ha explotados los «vínculos» de Cuba con la antigua con ETA y con Corea del Norte, o Venezuela y Cuba con las FARC-EP y el narco-terrorismo.
A propósito, vale destacar que en una reciente entrevista, el jefe de la CIA, Mike Pompeo, subrayó que la presencia cubana y de países hostiles, como Rusia o Irán, en Venezuela, justificaba su interés en la crisis. «Los cubanos están allí, los rusos están allí, los iraníes y Hezbolá están allí. Eso es algo que pone en riesgo a nuestro país»- dijo a Fox News.
Como en otros tiempos, para cumplimentar este principio también ahora se acude al uso y abuso del calificativo de «rojo», calificativo que ha acompañado a otros como «ratas rojas». Aprovechándose de lo que el anticomunismo ha acumulado en los imaginarios de los pueblos.
Es lo que el profeta de Hitler llamaba «principio de la transfusión», partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. El hecho de que el comunismo se asocie a dictadura, falta de libertades, inobservancia de los derechos llamados civiles, carencias, colas…; se combina con antecedentes como la «invasión de Machurucuto», las historias de dictaduras militares en la región y la etiqueta de militar «golpista» del presidente más legitimado de la historia venezolana, Hugo R. Chávez Frías.
Con igual metodología con la que con una «espectacular» imagen de una bomba de los «pacíficos» guarimberos al paso de efectivos de la GNB convirtieron a las víctimas en victimarios; así construyen la narrativa del fracaso del Socialismo, del Socialismo Cubano y por carácter transitivo de la Revolución Bolivariana. Trasmutando la «guerra económica» contra ambos pueblos con la «escasez crónica» y las medidas reactivas de los dos gobiernos para proteger a su gente con una supuesta imposición de «racionamiento».
Llegan hasta el punto transfigurar conceptos y proyectos participación ciudadana, control popular y de gestión del bien común como los consejos comunales y las comunas, en «soluciones totalitarias» o «dictatoriales» del ejecutivo o de «liquidación de gobernaciones y alcaldías».
Matriz que orquestan con otros cuatro mitos de la oposición venezolana y de la derecha internacional: caos generalizado, hambruna, narco-dictadura y militarización. Mitos que se tambalean juntos, por la contundente respuesta del Chavismo frente a la desgastada y violenta «oposición».
El otro principio al que los pupilos de Goebbels han recurrido es al de «transposición», es decir, cargar sobre el adversario los propios errores o defectos. Así, al otro día de darse a conocer la convocatoria a la ANC, El Nacional, resumió las declaraciones del secretario general de COPEI, Robert García bajo el titulo: «COPEI: Constituyente pretende consumar cubanización de Venezuela». Entre las acusaciones tendenciosas del líder opositor se destacó la de que la pretensión de Maduro es «Acabar con el derecho al voto universal, donde el pueblo decide, y pasar al voto corporativo de naturaleza fascista, de carácter mussoliniano…» [1].
Resulta entonces que los que asusan el odio terminan victimizados. Como en una reciente «charla sobre la actualidad de Venezuela», realizada en Miami, bajo al guía de la escritora nacida en la mayor de Las Antillas, Zoé Valdés, quien entre otras manipulaciones afirmó: «Organizamos este conversatorio para que se recuerde que todo lo que está pasando en Venezuela ha sucedido en Cuba. Queríamos recordar el enfrentamiento que hubo en el Escambray (un episodio de lucha armada entre gobierno y opositores a la entonces naciente revolución cubana, que el castrismo denominó «lucha contra bandidos»)»[2].
Con su desfachatez habitual, la escritora residente en Paris vomitó que como le enseñaron a odiar desde la escuela, «odiaba todo»- hasta «a la presidenta del Comité (de Defensa de la Revolución)»- y que viene trabajando hace 25 años en una novela histórica sobre personalidades de la historia de Cuba «que han sido borradas», el dictador y criminal Fulgencio Batista. Con tales confesiones, claro que recibió el apoyo agrupaciones terroristas como Alpha 66 y de venezolanos residentes en Miami que piden sanciones contra Venezuela.
Como hace Vargas Llosa -mucho más escritor que la Zoe, pero igual de desvinculado de la realidad latinoamericana-, que también transpone los crímenes de odio y la violencia a la figura del presidente Maduro, cuando en realidad han sido promovidas por los que él llama «demócratas venezolanos» y a quienes confiere el mérito de haber «impedido hasta ahora que el régimen convierta a ese país en una segunda Cuba». Será que es él -y no el que critica- quien se deja llevar por «un fanatismo ideológico cuadriculado» [3].
Exagerar y desfigurar la realidad cubana ha sido no solo una estrategia de la propaganda contra la propia isla y su Revolución, también ha sido instrumentalizada contra la Revolución Bolivariana. Determinados mitos, frases de líderes sacadas de contexto, noticias sobre determinadas dificultades, fallas o errores en Cuba, son magnificados o manipulados para convertirlos en amenaza apocalíptica para el pueblo venezolano, la región y la «Modernidad» misma.
El 12 de agosto, la redacción del influyente diario hondureño La Prensa publicó «La cubanización de Venezuela». El articulo también concluye con una amenaza:» Otra Cuba en la región sería una tragedia inenarrable» [4].
A esta campaña de terror se suman los antisocialistas de siempre. Uno de ellos, el columnista del Nuevo HeraldAndrés Oppenheimer, concluyó su artículo «Un plan de acción para Venezuela», compulsando a la derecha continental a «hacer un llamado explícito a elecciones presidenciales anticipadas en Venezuela», pues de lo contrario, «La alternativa» sería «la cubanización total de Venezuela, un mayor derramamiento de sangre, una crisis humanitaria cada vez más profunda y cientos de miles de venezolanos más que buscarán refugio en países vecinos» [5].
Otro, Enrique Krauze, autor del libro «Chávez El poder y el delirio», publicó el 20 de junio un articulo con el título: «Para Venezuela, una solución sin precedentes» donde reitera la retórica descalificadora de la derecha internacional, contra las revoluciones de Fidel y Chávez. No solo acusa a Chávez de romper en 1998 el «periodo democrático», también de querer «ser Castro» y de infligir como daño más serio a Venezuela un «feroz discurso de odio». En una muestra clara de orquestación y vulgarización añade el mexicano: «Venezuela es el Zimbabue de América. Una descarada alianza de políticos y militares corruptos, obedientes a los dictados de Cuba e involucrados muchos de ellos en el narcotráfico, ha secuestrado a una nación riquísima en recursos petroleros e intenta apropiarse de ella a cualquier costo humano, y a perpetuidad» [6].
Para Krauze, la diferencia es solo que en la Isla, «el régimen de Castro, que acabó de un golpe con todas las libertades y las instituciones independientes» y en Venezuela, se trata de una cubanización paulatina, al instaurarse «el Estado comunal a través de una asamblea constituyente».
«Maduro compara a Venezuela con la Cuba de los años 60,» fue el titular de El Periódico de Catalunya, para reseñar el discurso de Maduro ante la ANC, en un evidente propósito de desfigurar, convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave [7].
El principio de orquestación que demanda -al decir del propio Goebels- que «la propaganda debe limitarse a un grupo pequeño de ideas y repetirla constantemente, desde diversas perspectivas», se ha manifestado en las narrativas y argumentaciones, de los transnacionales mediáticas, los miméticos medios de desinformación contrarrevolucionarios, así como en publicaciones de tanques pensantes y academias. Una concertación, asegurada desde el imperio, que contribuye a otro principio el de la «verosimilitud», al construirse los argumentos a partir de fuentes distintas.
Se sabe que una reunión secreta en la misión estadounidense de la OEA en Washington, el pasado 13 de julio, Michael Fitzpatrick, exrepresentante permanente de EE. UU. ante este organismo y , Juan Cruz, el director para América Latina del Consejo de Seguridad Nacional, entregaron dos artículos que «delinean la táctica político-ideológica del actual Departamento de Estado en su lucha contra el gobierno bolivariano y contra de la Asamblea Constituyente: Un texto publicado el 23 de junio en The Wall Street Journal («La última batalla por la democracia en Venezuela») y «La bomba de hidrógeno de Maduro» publicado por «Caracas Capital Markets», en la cual se llama a evitar la «cubanización» de Venezuela». Los orientados, fueron un selecto grupo de diplomáticos de Latinoamérica, el Caribe, Europa y Asia [8].
Respondiendo a esta línea, el19 de julio, la NBC-News publicó un artículo de Suzanne Gamboa, titulado «Venezuela pudiera estar marchando por los caminos de Cuba, según congresistas». En este se citaban palabras del senador Bob Menéndez, quien, como Marcos Rubio, se ha caracterizado por impulsar leyes-castigos como el Bloqueo contra Cuba que hoy promueve extender contra Venezuela. Para intentar fundamentar su odio, el corrupto político recurrió a falacias como estas: «Castro ha condenado a su propio pueblo a pobreza, hambre y sufrimiento inmenso, mientras que ha acumulado riqueza y poder» [9].
Días antes de la falsa opositora del 23 de julio el Interamerican Institute for Democracy, presidido por Carlos Alberto Montaner, púbico un texto de Hernán Maldonado, bajo el título «Venezuela sin vuelta atrás» y donde se reitera la mal intencionada equiparación de la ANC y la cubanización de Venezuela [10].
En sintonía, al otro día de la victoria del 30 de julio, el medio mercenario 14ymedio, publicó un editorial titulado «Maduro da un paso más hacia la ‘cubanización’ de Venezuela» en el que demás de segundar a la prensa occidental y los dictados del imperio de no reconocer la legitimidad de la elección de la ANC, se repite la tesis de la cubanización en base a comparaciones sin sustento ni rigor histórico.
En un ejercicio de renovación, el libelo miamense, publicó el pasado 7 de agosto la noticia de que la «Comisión del condado Miami-Dade aprobó una resolución expresando solidaridad con el pueblo de Venezuela y abogando por un Estatus de Protección Temporal (TPS) para los venezolanos en Estados Unidos». En la nota se recogía la intervención del alcalde condal Carlos Giménez: «Nosotros hemos visto esta película antes, en nuestra propia patria». «No queremos que ustedes tengan que pasar por lo que nosotros hemos pasado por los últimos 60 años» [11].
El 23 de agosto el sitio online de SienteAmérica publicó una noticia titulada: «¡Cubanización! Propuesta de la ANCestipula penas de hasta 25 años de prisión por «crímenes de odio», para desacreditar la propuesta de ley para la convivencia pacífica y contra la intolerancia que fue discutida el día antes en la legítima y pacificadora ANC. En la mañana siguiente, este medio destacaba entre los seis artículos más vistos, cuatro donde se mencionaba Cuba, incluido «Ya existe una intervención militar extranjera en Venezuela, la cubana» (17 Ago, 11:47 p.m.), «En Venezuela: Cuba sí, Trump no» (20 Ago, 9:33 a.m.) y «Para entender el colaboracionismo: ¿Cómo Cuba reclutó a los colaboracionistas?» (20 Ago, 3:11 p.m) [12].
A este coro se ha sumado viejos líderes de la derecha hispanoamericana.
Pocos días después del anuncio de Maduro, de su propuesta de Paz, el magnate y expresidente Chileno Sebastián Piñera, acusó al mandatario venezolano de ser el causante de la «gravísima» crisis que afecta a ese país y de querer conducir a Venezuela «hacia una dictadura similar a la que impera en Cuba desde hace casi 60 años». El también candidato a la presidencia, recurrió a los mismos argumentos con los que ha acusado a Cuba por décadas, las supuestas violaciones de los derechos humanos y «el desacato al Estado de Derecho» [13].
A inicios de agosto, La Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), que lidera el expresidente del Gobierno José María Aznar, pidió al Gobierno español que se emplee «a fondo» en la Unión Europea para liderar una oposición que frene el proceso de «cubanización» de Venezuela de la mano de Nicolás Maduro [14].
A finales del 2016 – cuando se produjo el anterior pico de esta matriz de opinión en los medios occidentales-, el mismo Aznar había planteado que «El proceso de cubanización de Venezuela es irreversible». Fue en una mesa de diálogo -organizada por la Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA), sobre la «ruptura democrática» en Venezuela y Nicaragua, en la que también participaron los expresidentes Álvaro Uribe y Andrés Pastrana (Colombia), Jorge Quiroga (Bolivia), Vicente Fox (México), Luis Alberto Lacalle (Uruguay), Laura Chinchilla (Costa Rica) y Jamil Mahuad (Ecuador), y el secretario general de la Organización de Estados Americanos, OEA, Luis Almagro [15].
Ya lo adelantábamos, otro de los «prejuicios tradicionales» de los que se parte es el de «dictadura» y «dictador» con los que se descalifican a los sistemas políticos y a los presidentes elegidos por las ciudadanías de Cuba y Venezuela. Para ello, no se recurre a la politología o la filosofía política, basta con que se resulte «unánime», entiéndase que lo digan desde el Norte.
Tal hizo Oppenheimer en la edición impresa de El Nacional, del 8 de agosto, «Maduro es un dictador», pues así lo afirma el extravagante Asesor de Seguridad de Donald Trump, H. R. Mc Master, Maduro «no sólo es un mal líder: ahora es un dictador» -citó el argentino [16].
Y claro está, orquestando la repetición de estas postverdades con el silenciamiento de las elecciones y consultas populares realizadas sistemáticamente en Cuba y en Venezuela. También se disimulan, otras formas de participación política no contempladas en el modelo de «democracia representativa» y que han sido implementadas en ambas naciones.
Otra de las ideas repetida hasta la saciedad es la supuesta invasión, intervención u ocupación de Venezuela por parte del gobierno cubano. «No se hace nada en Venezuela sin la venia de Castro», se dice.
El pasado 4 de agosto El País, con el exótico título «Venezuela, el elefante en la habitación» reincide en la argucia de que el «régimen venezolano hoy se mantiene gracias a un aparato represivo, militar, policial y de inteligencia diseñado y controlado por oficiales y funcionarios cubanos». Ese es el «elefante del título» nos descubre la autora a mitad de sus notas, para continuar con otras acusaciones, «Venezuela es, para Cuba, no solo un respaldo económico (aunque en menos cantidades, Venezuela sigue entregando petróleo casi gratuitamente a la isla) sino el último bastión de sus ambiciones geopolíticas». Concluye como muchos de estos trabajos en una amenaza apocalíptica, aunque se disfrace de la súplica de la retirada de Venezuela de los asesores cubanos: » Que sea muy pronto, antes que nada quede de la Tierra de Gracia» [17].
Con el mismo sarcasmo, otra periodista del Nuevo Herald, Nora Gámez Torres, repite la matriz sobre la supuesta intervención cubana en Venezuela, partiendo en su caso del reciente viaje «secreto» del presidente Nicolás Maduro, para rendir homenaje a Fidel Castro. Un gesto solidario y en correspondencia con la amistad y el agradecimiento que le profesa Maduro al Líder Histórico de la Revolución cubana, oportunistamente aprovechado por los líderes de la MUD. Henrique Capriles comentó en Twitter: «Así que el señor Maduro viajó anoche en secreto a Cuba. ¿A qué iría? «¿A qué fue el señor Maduro?», continuó percutiendo en un video emitido pocas horas después [18].
Para manipular y conferir verosimilitud, a la falacia de la supuesta ocupación «cubano- castrista», esta se hace acompañar de otra presunción: con Maduro «el régimen cubano se está jugando su supervivencia». Esta «petrolización» de los vínculos y las relaciones entre Cuba y Venezuela, se encamina a minimizar el gesto solidario, humanista y socialista de la colaboración cubana, además de compulsar y confabular contra Maduro todo el odio de los que apetecen volver a la Cuba de Batista y a la Venezuela de Carlos Andrés Pérez.
No es casual, que entre los primeros cables de Shapiro – el embajador de Washington en Caracas en los días del golpes de Estado del 2002, se destacó la declaración pública del portavoz de PDVSA de no enviar más petróleo para Cuba, y que otro de los cables se titulara «¿Acabará la conexión Cuba?», texto fuertemente censurado, excepto en un frase: «No vamos enviar ni un solo barril de petróleo a Cuba» [19].
Los hechos, por el contrario, demuestran que lo que se ha venido comportando es una «cubanización» de la agresión contra Venezuela. La incorporación de acciones agresivas antes experimentadas contra Revolución Cubana que se suman al arsenal ya implementado en la 4WG contra la Revolución Bolivariana. El ejemplo más fehaciente de eso, son las nuevas sanciones del ejecutivo estadounidense [20] para recrudecer el cerco financiero, económico y diplomático contra la Revolución Bolivariana, con criminales impactos en la población venezolana.
De modo que Cuba y Venezuela no solo comparten el mismo odio [21], sino los enemigos y los planes subversivos.
Junto a la complicidad de los lacayos y anexionistas, que en medio de las amenazas y sanciones de Trump -como han hecho los contrarrevolucionarios cubanos anteriormente-, han sido capaces de respaldar la agresión militar contra su país y reclamar el recrudecimiento de las agresiones económicas.
Porque en el fondo, lo que une a las élites imperiales occidentales, las oligarquías hispanoamericanas y a los contrarrevolucionarios cubanos y venezolanos, es su repulsa a la otredad de lo pobres y/o marginados, su creencia en lo pernicioso de su participación abierta de la sociedad, su temor a una democracia distinta a la representativa, donde la participación va más allá de actuar en el mercado electoral. Es, en resumen, su animadversión hacia el Socialismo, motivación histórica de todos los fascismos.
Notas:
3. https://elpais.com/elpais/
4. http://www.laprensa.hn/
5. http://www.elnuevoherald.com/
6. https://www.nytimes.com/es/
8. https://www.rebelion.org/
10. http://www.intdemocratic.org/
11. http://www.elnuevoherald.com/
13. http://www.excelsior.com.mx/
16. http://www.lanacion.com.ar/
17. https://elpais.com/elpais/
18. http://www.elnuevoherald.com/
19. https://issuu.com/
20. https://www.telesurtv.net/
21. https://www.alainet.org/es/
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