Es evidente que la intervención militar de Estados Unidos en Venezuela es ya algo decidido y en marcha, como proa de un plan estratégico imperialista encaminado a liquidar políticamente el ejemplo integracionista bolivariano y apropiarse de las grandes riquezas minero energéticas, acuíferas y selváticas de esta nación. La vitalidad del proceso liberador bolivariano pese a […]
Es evidente que la intervención militar de Estados Unidos en Venezuela es ya algo decidido y en marcha, como proa de un plan estratégico imperialista encaminado a liquidar políticamente el ejemplo integracionista bolivariano y apropiarse de las grandes riquezas minero energéticas, acuíferas y selváticas de esta nación.
La vitalidad del proceso liberador bolivariano pese a lo mucho que gastan la oligarquía, y sobre todo Washington, para recuperar el control que antes tuvieron de esa nación, desespera al imperio.
La reciente gira por países de América Latina del Secretario de Estado de EEUU, Rex Tillerson, con propósitos nada ocultos de aumentar la tirantez en la región, suscitar apoyo para la acción golpista en Venezuela, endurecer el aislamiento político y financiero contra
Caracas y proclamar que Estados Unidos ha resucitado la doctrina Monroe, cuyo lema de «América para los Americanos», refleja su verdadera lectura imperialista.
En el ámbito latinoamericano, el acoso al gobierno venezolano orquestado por la ultraderecha guerrerista que acata a Washington ha conformado un bloque liderado por los presidentes de los países de la Alianza del Pacífico que, en colectivo e individualmente, se pronuncian cínicamente por que Venezuela «recupere las libertades, la
democracia, el estado de derecho y el respeto de los derechos humanos y supere la grave crisis económica y humanitaria que está haciendo sufrir al pueblo venezolano».
El periodista, abogado, escritor y antropólogo centroamericano Ollantay Itzamná ha destacado cómo, tras desacreditar y castigar políticamente a varios de los honestos precursores de la dignidad latinoamericana que impulsaron el MERCOSUR, la CELAC y el ALBA, el gobierno estadounidense acude a su muy socorrida y grotesca táctica de utilizar a la OEA y a los catorce serviles y corruptos gobiernos del denominado Grupo de Lima (Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Guyana, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú y Santa Lucía) para apoyarle en su infame plan de invasión y saqueo de Venezuela.
¿Y qué calidad democrática y moral tienen estos gobiernos anti Venezolanos? Se pregunta el destacado analista y caracteriza a algunos de ellos:
Mauricio Macri, presidente de Argentina que se mantiene en el poder merced a pactos con políticos corruptos. Tan pronto asumió el mando presidencial, brotaron evidencias de su evasión fiscal en los casos de Panamá Papers. Luego, se vio involucrado en el gran escándalo Odebrech, con el corruptor empresario brasilero que compró presidentes y legisladores latinoamericanos a precios más bajos que los de las bestias de carga en la época de la colonia.
Juan Orlando Hernández, presidente de Honduras mediante elecciones fraudulentas e inconstitucionales. Durante su primer gobierno convirtió a su empobrecido país en el más violento y hambriento de toda América Latina. A la protesta masiva por la manipulación de los resultados de la inconstitucional reelección, respondió asesinando a casi medio centenar de activistas políticos, y encarcelando a muchos otros.
Jimmy Morales, actual presidente de Guatemala, denunciado e investigado por la Comisión Internacional contra la Corrupción y la Impunidad en Guatemala (CICIG) por haber utilizado dinero del narcotráfico para su campaña electoral.
Juan Manuel Santos, presidente de Colombia que negoció la pacificación del país pero, en esa «Colombia en Paz», se lleva a cabo una masacre de defensores de los derechos humanos, indígenas y campesinos que exigen la restitución de sus tierras. Pedro Pablo Kuczynski, anfitrión y puntal del denominado Grupo de Lima, funge como presidente de Perú gracias a la compra de diputados de Alberto Fujimori, quienes con sus votos impidieron la destitución y castigo a este súbdito estadounidense quien, para gobernar el país andino, debió renunciar a su ciudadanía de EE.UU.
Michel Temer, presidente de Brasil sin haber ganado elección alguna en las urnas. Es uno de los políticos magnates corruptos de aquel país que impulsó el golpe de Estado contra Dilma Rousseff, y frenó las investigaciones contra la corrupción.
Y con este equipo cuenta Donald Trump para imponer su voluntad a los venezolanos, con la misma lógica que se propone armar a los maestros para que eviten a tiros las balaceras que se producen cada vez con más frecuencia en los centros de estudios estadounidenses.
Decididos a consolidar su revolución, los patriotas venezolanos se aprestan a defenderla con las armas de la democracia, ¡mientras esto sea posible!
América Latina -y la Humanidad toda- esperan que la voluntad venezolana de hacer callar a las armas con medidas democráticas frene la barbarie imperialista sin que los pueblos tengan que apelar a la violencia revolucionaria para defenderla, y con ello incendiar la pradera.
*Manuel E. Yepe, periodista cubano especializado en política internacional, profesor asociado del Instituto de Relaciones Internacionales Raúl Roa de La Habana, miembro del Secretariado del Movimiento Cubano por la Paz.
Enviado por el autor a : Martianos –Hermes–Cubainformación