La crisis económica mundial es la crisis de la tasa de ganancia del gran capital internacional. La tendencia a la baja de la tasa de ganancia, que fue definida por Marx en El Capital, hace décadas que más que una tendencia es una realidad. El capitalismo comienza siendo manufactura, se agrupaban todos los artesanos de […]
La crisis económica mundial es la crisis de la tasa de ganancia del gran capital internacional. La tendencia a la baja de la tasa de ganancia, que fue definida por Marx en El Capital, hace décadas que más que una tendencia es una realidad.
El capitalismo comienza siendo manufactura, se agrupaban todos los artesanos de distintos oficios en una galpón y se fabricaba ahorrando espacio, luz, etc. En esa época se podía decir que el 90 % del producto se debía al trabajo humano y un 10 por ciento a las herramientas.
Con la primera revolución industrial, la máquina comenzó a tener un papel fundamental en la cantidad de producción por unidad de tiempo.
La competencia intercapitalista hace que algunos empresarios se adelanten en el uso de las nuevas tecnologías y otros demoren un tiempo o directamente no las incorporen.
La mercancía que surge de la producción, tiene dos valores, el valor de uso, la utilidad que tiene, por ejemplo, la bicicleta para desplazarse, y el valor trabajo, el tiempo de trabajo socialmente necesario para fabricarla. El valor trabajo es el valor de cambio, es el valor que se traduce en la forma dinero.
La plusvalía, es la diferencia entre la totalidad del valor que producen los obreros y el salario de subsistencia, que es el valor traducido en dinero de todo lo necesario para reproducir la mano de obra. Los obreros producen mucho más que lo necesario para la reproducción de su fuerza de trabajo, la diferencia es la plusvalía, y su apropiación es la única motivación empresaria para producir.
El valor de uso no tiene para el capital un interés en sí mismo, sino en cuanto es necesario para apropiarse del valor trabajo, plusvalor.
La tasa de ganancia es el cociente entre la totalidad del capital invertido por la empresa (salarios, materias primas, depreciación de la maquinaria, luz, gas, etc.) y el excedente que recibe de esa inversión. Es la plusvalía medida de otra forma. Su masa es la misma.
Como la explotación de los obreros tiene el límite de la resistencia física del organismo humano, llega un momento en el que para incrementar sus ganancias el capitalismo necesita extraer plusvalor de los obreros de otras fábricas. Esto lo consigue elevando su productividad en base a nueva tecnología, que tiene como consecuencia mayor cantidad de mercancías por unidad de tiempo y por consiguiente, menor valor individual de cada una.
Esta mercancía con menor valor, la vende en el mercado a un precio un poco menor que el que rige en éste, pero mayor al del valor de lo producido en su fábrica. De esta manera obtiene una ganancia extraordinaria por el período que tardan las demás empresas en elevar también su tecnología.
Este proceso implica que para obtener la misma tasa de ganancia, necesita vender una mayor cantidad de mercancías. De esta necesidad surgen las crisis de sobreproducción que no son el primer origen de las crisis económicas, sino un fenómeno derivado de la caída de la tasa de ganancia, actuando como amplificador de la crisis económica.
Este proceso de crecimiento de la maquinaria, permite una mayor concentración de las empresas. Sin embargo la ganancia extraordinaria dura poco, y los capitalistas se ven obligados a elevar nuevamente su tecnología, ganar mercados, vender cada vez más unidades del producto, etc. Todo esto vuelve a tener corta duración y el proceso vuelve a reiniciarse. Esto implica un aumento permanente de la concentración económica, proceso inevitable en el capitalismo.
Al mismo tiempo, la producción capitalista que comenzó con una proporción entre trabajo humano y maquinaria del 90/10%, se acerca hoy al 10/90%, aumentando permanentemente. Al disminuir el tiempo de trabajo con relación a la inversión en tecnología, el valor de cambio del producto total se reduce constantemente y cada vez en forma más acelerada, a medida que se intensifica la revolución científico-tecnológica. La tasa de ganancia en consecuencia, baja cada vez más.
Los únicos capitalistas que logran elevar su tasa de ganancia son los que obtienen esas ganancias extraordinarias. La corta duración que tienen los obliga a repetir el ciclo, lo que implica una competencia interoligopólica capitalista cada vez más feroz.
Las fusiones y adquisiciones de empresas, que se dan incluso a nivel de las más grandes del planeta en cada rubro, es una de las consecuencias lógicas de este proceso.
Lo que estamos viviendo es este mecanismo a escala mundial. El capital concentrado, que ha adquirido unas proporciones gigantescas, necesita vender un volumen de producción mayor que la capacidad de absorción del mercado interno de cualquier país. Por eso recurre al saqueo planetario
Como al capital concentrado la baja de la tasa de ganancia no le garantiza la rentabilidad esperada, parte del nuevo capital que obtiene de la producción y luego se convierte en capital dinero con su venta, no es invertido productivamente.
Esa es la razón por la que el capital concentrado utiliza ese capital dinero que tiene ocioso para inversiones financieras especulativas de todo tipo, las cuáles le reportan una ganancia adicional, aunque ésta sea ficticia, porque es el trabajo y no el dinero lo que produce valor.
En un mundo donde el dólar goza de una confianza que no corresponde a su valor real, que es mucho menor, utilizan ese capital dinero ficticio para comprar distintos bienes materiales: tierras, minas, fábricas, etc. Como el dinero es dinero, al ser usado de intermediario entre dos valores reales, el que proviene de la producción y los bienes materiales que se adquieren, permite transformar su ganancia ficticia en ganancia real. Como se comprenderá, este sistema no puede funcionar mucho tiempo de esta manera.
El capitalismo no va a desaparecer por sí solo, en todo caso se va a derrumbar encima de nosotros.
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