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Dos obstáculos económicos para Trump

Fuentes: Rebelión

En estos tiempos de constante desarrollo tecnológico en un mundo completamente globalizado se convierte en un gran escollo tratar de imponer sanciones económicas como formas de presión a diferentes países, pues a la larga las medidas pueden ser un bumerán para quienes las impongan. Esta realidad podría golpear a la administración estadounidense de Donald Trump, […]

En estos tiempos de constante desarrollo tecnológico en un mundo completamente globalizado se convierte en un gran escollo tratar de imponer sanciones económicas como formas de presión a diferentes países, pues a la larga las medidas pueden ser un bumerán para quienes las impongan.

Esta realidad podría golpear a la administración estadounidense de Donald Trump, quien desde que llegó a la Casa Blanca ha impulsado una agresiva política de sanciones económicas contra aquellos países que se opongan a sus dictámenes unipolares o a los que cataloga como enemigos de su régimen.

Dos poderosas cartas tiene China en sus manos para contrarrestar la guerra económica lanzada desde la Casa Blanca, la primera es la tenencia de bonos del Tesoro de Estados Unidos y la segunda la abundante reserva (y procesamiento) de tierras raras que posee el gigante asiático.

Alrededor del 45% de la deuda estadounidense está en manos de inversores extranjeros, y Beijing ocupa el papel dominante pues posee el 18,7 % (un total de 1,1892 billones de dólares) seguido del 17,2 % de Japón y lejos del 5 % del tercer tenedor, Irlanda.

China puntualizó que ha estado diversificando sus reservas en divisa extranjera, pues no está dispuesta a que pierdan valor. Lo que Beijing decida sobre sus reservas en moneda extranjera afecta directamente a Washington ya que acelerará el coste de financiación de la mayor economía del mundo, en un momento en que su ciclo económico empuja a la Reserva Federal a subir los tipos de intereses.

Hace pocos días, el mercado de deuda se sacudió ante la noticia de que China reduciría o paralizaría, sus compras de deuda estadounidense, lo cual provocó el inmediato repunte de las rentabilidades de la renta fija, en especial de la estadounidense, amenazada ante la idea de que la Reserva Federal (FED) pueda perder atractivo para el gigante chino. La negación de Beijing sobre esa falsa información bajó la tensión.

Como es lógico, al gigante asiático tampoco le conviene que pierda valor sus tenencias de bonos estadounidenses pero al final lo puede utilizar como una herramienta de presión.

La segunda carta relevante que tiene China contra las acciones norteamericanas son las tierras raras, una serie de elementos que posee la nación asiática y que se utilizan en los más disímiles productos de altas tecnologías que ya han inundado al mundo.

Ante las drásticas medidas lanzadas por la administración Trump, Beijing ofreció una velada amenaza cuando uno de sus portavoces declaró que «nuestro país produce una serie de bienes que Estados Unidos tiene dificultad para conseguir».

La referencia estaba dirigida directamente a las tierras raras cuyos componentes se emplean en sistemas armamentísticos, imanes potentes, teléfonos con pantalla táctil, cristales especializados, componentes de aeronaves.

Otros de sus usos son en coches eléctricos, híbridos, turbinas, desarrollo de ordenadores, televisores, filtradores de radiación, baterías, láser con múltiples aplicaciones, reactores nucleares, entre otras.

Se caracterizan por ser  muy buenos conductores de electricidad y por sus propiedades magnéticas, pudiendo individualizar su magnetismo mediante la variación de sus aleaciones con el fin de crear imanes con comportamientos específicos según su uso final.

China posee el 95 % de los yacimientos de estos elementos a nivel mundial y produce el 90 %. Otros que poseen menores vetas son Rusia, India, Malasia y Brasil. Durante el proceso de fabricación se generan muchos lodos tóxicos y residuos similares que el país tiene sitios específicos para colocarlos.

Expertos consideran que si China regula su exportación y aparece algún país que esté dispuesto a procesar estos elementos en grandes cantidades, por lo menos habría que esperar tres años por lo que el suministro se vería afectado durante un tiempo.

Expliquemos un poco en qué consisten: Las tierras raras constituyen un grupo compuesto por 17 elementos, (metales y minerales) cuyo nombre se debe a que su extracción resulta bastante dispersa y no concentrada como en la mayoría de los otros.

En muchas ocasiones se extraen de otros procesos productivos y, algunos son bien escasos, que los hace muy cotizados por su utilización en las nuevas tecnologías. Resulta que 15 de los 17 elementos que componen las tierras raras provienen del grupo de los lantánidos (nombre genérico de los 15 cuyas propiedades son muy semejantes) . A los lantánidos, se suman el escandio y el itrio, que poseen ciertas similitudes con ese grupo.

Forman parte de las tierras raras: cerio, lantano, praseodimio, neodimio, prometio, samario, europico, gadolinio, terbio, disprosio, holmio, erbio, tulio, iterbio, lutecio, escandio e itrio.

La alta producción de estos elementos en China, hace que sean especialmente sensibles al contexto geopolítico, que pude provocar restricciones de suministro de una materia esencial para las economías estadounidenses y europeas. India, Rusia, Estados Unidos, Canadá y Australia también los producen pero en menores cantidades.

Otro ejemplo significativo es que las Fuerzas Armadas norteamericanas dependen de lactano, gadolinio e itrio para las gafas de visión nocturna y de imanes de samario que soportan altísimas temperaturas los que permiten controlar aviones no tripulados y misiles Tomahawk.

En definitiva, los bonos del Tesoro y la alta producción de tierras raras en manos de China son dos cartas que debe tener muy en cuenta Trump a la hora de seguir aplicando medidas económicas agresivas contra el gigante asiático.

Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.