La guerra impuesta al pueblo y gobierno sirio desde 2011 ha supuesto la mayor debacle económica del país desde su independencia en 1946, y las pérdidas superan los 200 000 millones de euros con ciudades, viviendas, fábricas e infraestructura en su gran mayoría arrasadas. La contracción de su Producto Interno Bruto se sitúa entre el […]
La guerra impuesta al pueblo y gobierno sirio desde 2011 ha supuesto la mayor debacle económica del país desde su independencia en 1946, y las pérdidas superan los 200 000 millones de euros con ciudades, viviendas, fábricas e infraestructura en su gran mayoría arrasadas.
La contracción de su Producto Interno Bruto se sitúa entre el 45 % y 55 % y los sectores más afectados han sido la agricultura, la industria petrolera y el turismo.
Desde hace siete años, Siria se vio envuelta en una crisis en la que varios grupos opositores, terroristas y algunas naciones occidentales han asechado al país para tratar de derrocar al gobierno de Bashar al Asad y controlar la estratégica nación.
A la par, las sanciones adoptadas por parte de países occidentales encabezadas por Estados Unidos y la Unión Europea endurecieron en estos años las condiciones de vida de sus ciudadanos.
Alrededor del 45 % de las infraestructuras han resultado dañadas, principalmente carreteras, vías férreas, torres de alta tensión, depósitos de agua, escuelas, universidades o centros de salud y hospitales las cuales sufrieron daños que el Estado ahora intenta reparar con su propio presupuesto o con créditos de Rusia, Irán y China.
Frente a la reconstrucción, la rehabilitación permite acelerar el proceso de retorno de desplazados, genera puestos de trabajo y evita una dependencia exterior al ser el propio mercado sirio el que proporciona los materiales de construcción.
Al reabrirse las principales vías de comunicación, se comienza a reactivar el depauperado mercado interno y a reducir paulatinamente la inflación que alcanza un 26 %.
Uno de los mayores golpes a la economía lo recibió la producción de petróleo que de 2010 a 2017 tuvo una disminución del 98 %. Si en 2010 extraía 385 000 barriles diarios, en la actualidad solo produce 8 000 barriles.
Esta situación se debe en gran medida a que grupos terroristas armados, con apoyo financiero y logístico de determinados países de la región y de Occidente, ocuparon los campos petrolíferos y, como han denunciado medios periodísticos, vendían de contrabando el combustible robado para pagar armamentos y avituallamientos que obtienen de varios países.
Con la cooperación militar que en los últimos tiempos ha brindado Rusia al gobierno y a las fuerzas armadas sirias, se ha logrado recuperar el control de la mayoría de los yacimientos y ahora se trabaja en restaurar los cuantiosos daños y poner en funcionamiento la extracción del preciado combustible.
La larga y violenta guerra asestó un golpe demoledor a los servicios eléctricos. En barrios con viviendas muy dañadas o sin desescombrar, no cuentan con agua, luz ni teléfono y en las afuera de las grandes ciudades los cortes de energía son frecuentes y dependen de generadores.
En Damasco, Homs, Alepo, Hama, Tartus, Latakia, Sweida, Deraa, Hasaka, Qamishli o Masyaf ya existe servicio de luz eléctrica y agua las 24 horas del día, cosa que no sucedía hace un año y medio atrás, ni siquiera en los mejores hoteles de Damasco.
De los 49 000 millones de kilovatios que se generaban en 2011, en estos momentos la cifra es de 20 000 millones de kilovatios aunque ya se trabaja en la reconstrucción o fabricación de nuevas termoeléctricas.
Con la llegada de electricidad a las diferentes regiones se reanuda la actividad industrial que estuvo completamente paralizada, y entre los casos más destacados aparecen el este de Alepo, Adra (periferia de Damasco) Hassia, Homs o Hama. En estos tres últimos, desde hace un año vuelven a ensamblarse vehículos de marcas chinas e iraníes.
El turismo, como es lógico, sufrió profundamente los embates de la guerra y si en 2010 la nación árabe recibió casi 9 000 000 de visitantes, en 2017 apenas llegaron 1 500 000.
Pero al irse liberando las zonas ocupadas comienzan a regresar un buen número de los 4 000 000 de refugiados sirios, además de empresarios locales que con la crisis se marcharon hacia el Líbano y otras naciones.
La agricultura ha aumentado en las zonas rurales tras la derrota de los grupos armados y los mercados ya se notan más abastecidos aunque los precios aun son altos en comparación con los de 2010.
En los últimos meses han sido reabiertos todos los pasos fronterizos con Líbano, tres con Irak y se estima que pronto ocurrirá lo mismo con el de Nassib en Jordania lo que permitirá a Siria recuperar su condición de brazo comercial entre el Golfo y el Mediterráneo.
Dos decenas de líneas aéreas internacionales están volando a Damasco lo cual ha roto el aislamiento de un lustro, tiempo en que el aeropuerto de la capital solo abría ocasionalmente.
Pese a que todavía no se ha alcanzado una completa paz, ya Siria ha empezado a buscar inversiones para la reconstrucción de las infraestructuras, industrias y los servicios pero altos funcionarios del gobierno han declarado que se dará prioridad a los aliados como Rusia, Irán y China.
Como expresa un adagio árabe, en tiempos de paz todo puede florecer y prosperar pero en épocas de guerra solo habrá destrucción y muerte. Por eso el pueblo sirio ya merece la paz.
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