La presencia de tres altos funcionarios venezolanos en Buenos Aires, el pasado 10 de septiembre, ante los casi 400 empresarios que se dieron cita en el Salón de Actos del Banco de la Nación, despertó muchas inquietudes. Pero sobre todo desprendió perspectivas y consecuencias que podrían modificar el cuadro actual de la subregión. Esto, por […]
La presencia de tres altos funcionarios venezolanos en Buenos Aires, el pasado 10 de septiembre, ante los casi 400 empresarios que se dieron cita en el Salón de Actos del Banco de la Nación, despertó muchas inquietudes. Pero sobre todo desprendió perspectivas y consecuencias que podrían modificar el cuadro actual de la subregión. Esto, por ahora, tiene dos nombres: PDVSA y Macro Ruedas.
Los expertos bolivarianos fueron Víctor Álvarez, presidente de Bancoex, Cruz Martínez, vice Ministro de Comercio e Industrias, Edgard Hernández, Presidente la Comisión de Administración de Divisas (CADIVI) y José Mora, Presidente de la Superintendencia de Administración Tributaria. Los tres trajeron un objetivo: seducir a los capitales argentinos, y a los radicados acá, para que nutran la II Macro Rueda de Negocios a celebrarse en la tercera semana de marzo de 2005 y el Foro de Integración Argentino Venezolano los días 5 y 6 de diciembre de 2004.
La importancia del evento de la semana pasada se puede medir por los dos anuncios más importantes que hicieron: El 1° de octubre se instala PDVSA en Buenos Aires y el 5 de diciembre comienza el desarrollo de tres proyectos fundamentales: TVSur, Petrosur y BandeSur.
Cómo romper las amarras
Si la nueva dinámica de relaciones políticas y comerciales con el sur de América fundada hace apenas dos años se consolidara y diera los frutos deseados en los tiempos previstos, estaríamos en presencia de la siguiente realidad: Venezuela habría comenzado lentamente a romper su dependencia de la economía y el Estado yanqui.
Eso está por verse. Nunca ha sido fácil y no depende sólo de la ecuación mejor diplomacia = mayor comercio. La cuenta deberá ser completada con las dos determinantes clave de todo proceso social. Por un lado, qué hará el sistema mundial de Estado para impedirlo, especialmente Washington, el hegemón del hemisferio, y por otro, hasta dónde la gente trabajadora y oprimida de los pueblos involucrados aguantarán una integración exclusivamente comercial y diplomática que no los beneficie. El futuro dirá.
Lo que señala el presente es que esa nueva realidad ha comenzado. La enérgica avanzada del geocomercio venezolano sobre las economías y los estados del sur es un hecho revelador. Necesidad estructural y oportunidad política al mismo tiempo, el gobierno bolivariano intenta aprovechar ambas.
El régimen nacionalista de Venezuela tiene el objetivo de consolidar un sistema ventas, compras e inversiones con Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Uruguay, Ecuador, Paraguay y Bolivia, cuyo volumen interanual sería de unos 7.500 millones de dólares desde finales del año 2005. Esta suma correspondería, casi exactamente a los 7.000 millones de dólares que Venezuela se propone sostener como exportaciones no tradicionales. O sea, aquellas que no son petróleo y sus derivados directos.
Brasil: Rumbo a Manaos
De ese propósito mayor, ya negoció con Brasil, 8.126,6 millones de dólares entre 1999 y 2003. Pero el plan, según informó en Buenos Aires el presidente BancoEx, Víctor Álvarez el pasado 10 de septiembre, sería consolidar un mínimo anual de intercambio de 2.500 millones de dólares desde el año 2006.
Los tres funcionarios venezolanos partieron de Buenos Aires rumbo a Manaos en la selva amazónica a un encuentro comercial que estará presidido por los presidentes Chávez y Lula.
Argentina: Entre partidas
Con Argentina en el segundo lugar, se trata de comerciar 1.000 millones de dólares interanuales desde el año 2005. Hace apenas 16 meses, ambas naciones registraban la escuálida cifra de 160 millones de dólares de comercio bilateral. Esto contrastaba con el hecho de que Venezuela fue el primer puerto de las inversiones externas argentinas entre 1992 y 1997.
Para concretar la posibilidad de los 1.000 millones de flujo comercial conjunto, en junio de este año se liberaron 3.653 partidas arancelarias. Es el resultado de un Acuerdo de Preferencias Arancelarias donde Venezuela otorgó 900 partidas a Argentina y recibió de ésta 1.500, según informó el doctor Cruz Martínez.
Cita en Nueva York
Por su parte, Chile, donde los tres venezolanos hicieron las mismas exposiciones técnicas, aspira compactar un comercio bilateral con Venezuela de no menos de 1.000 millones de dólares interanuales en dos años. El volumen del intercambio bilateral actual apenas bordea los 200 millones de dólares anuales (Ernesto Carmona, Argenpress, viernes 9 de septiembre).
Al igual que con Argentina y Brasil, habrá una nueva Macro Rueda de Negocios en la isla Margarita durante el primer trimestre del año próximo para tratar de hacer realidad esa finalidad. El 20 de septiembre, los mandatarios de ambos países se reunirán en New York, a pedido del presidente Ricardo Lagos, para afinar acuerdos que profundicen esta perspectiva, según informa Ernesto Carmona.
La «hermana República»
El resto se está construyendo aceleradamente con Colombia. Ecuador, Uruguay. Bolivia y Ecuador. Con el primer país es más notorio, por haber sido el primer socio comercial latinoamericano de Venezuela durante la década de los 90.
Colombia, conocida en como la «hermana República» de los venezolanos, por haber nacido del mismo parto nacional, tiene el privilegio de la fronteras y una relación histórica que va más allá de lo comercial. Más de un millón de ciudadanos colombianos poblaron los barrios y campos de Venezuela desde la guerra civil de 1948, cuando huyeron de la guerra civil disparada por el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán. Ese hecho social hizo transmigar otros fenómenos de tipo cultural y político.
Entre 1999 y 2004 ambas economías comerciaron por más de 2.500 millones de dólares. A la Macro Rueda entre el 14 y el 16 de marzo de 2004, asistieron 7.884 empresas, realizaron 4.480 citas de negocios, cerraron carpetas por 82.324 millones de dólares en dos días. Las proyecciones de ambos gobiernos, es que en 2005 el comercio bilateral superaría levemente los 5.000 millones de dólares.
¿Un nuevo eje subregional?
Si esto ocurre, modificaría las relaciones interestatales en la subregión sudamericana porque establecería un nuevo mapa comercial y económico. Y como se sabe, ambas cosas usan como pegamento la política.
Es bueno advertir, que también estaríamos en presencia de un transformación interna y externa de la economía y el Estado venezolano. Una transformación radical.
Primero, porque aflojarían más las amarras que desde 1899 (Ier Congreso Panamericano) la arrastran detrás de las decisiones económicas de Washington. Segundo, porque sería el comienzo de una modificación de la estructura interna de la economía y la sociedad venezolanas. Su peso relativo hemisférico sería mayor, pero no como ahora, con un Estado Nación raquítico montado sobre un chorro de petróleo.
Sería de otra manera, apoyado en una economía soberana y diversificada para alimentarse, medicarse y vestirse (por lo menos para eso: desde 1961, Venezuela importa el 74% de estos tres rubros). Al mismo tiempo, eso es impensable sin un gobierno que intente desarrollar esos nobles propósitos.
Pero como enseña el siglo XX, el asunto no depende de las buenas intenciones, ni siquiera de las oportunidades ocasionales del mercado de la guerra y el petróleo. El dilema de la economía venezolana se debate en las entrañas del proceso político conocido como «revolución bolivariana», y eso, no hay Macro Rueda que lo resuelva.