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Al cesto de basura

Fuentes: Página 12

Cuando Rodrigo Rato afirma que los culpables de lo que pasó en Argentina hay que buscarlos en el país no se equivoca. Están aquí como también en la institución que comanda. La sustancial diferencia es que los ideólogos y políticos locales que aplicaron las recetas que hundieron al país están desprestigiados y expulsados del escenario. […]

Cuando Rodrigo Rato afirma que los culpables de lo que pasó en Argentina hay que buscarlos en el país no se equivoca. Están aquí como también en la institución que comanda. La sustancial diferencia es que los ideólogos y políticos locales que aplicaron las recetas que hundieron al país están desprestigiados y expulsados del escenario. En cambio, en el Fondo Monetario, con otros protagonistas, continúan con el mismo discurso que culminó en ese fracaso. Ayer, esa tecnoburocracia especializada en pronósticos y recomendaciones equivocados presentó el tradicional mamotreto World Economic Outlook («Perspectivas Económicas Mundiales»). Y como no podía ser de otra manera, además de estimar la evolución de las principales variables para el año próximo, los iluminados del FMI asustaron con el riesgo de un freno al crecimiento si no se avanza en pendientes reformas estructurales. No está de más, entonces, recordar que el Fondo cometió groseros errores de diagnósticos. Y no sólo con Argentina. Sus fallidos son parte del inventario de los últimos años, como señaló en su momento un informe de la Oficina General de Contabilidad, el órgano investigador del Congreso de Estados Unidos. Esa dependencia aseguró que el FMI es incapaz de anticipar o prevenir crisis. Las conclusiones de ese estudio apuntaron a que el mecanismo principal de pronósticos del FMI, «Perspectivas Económicas Mundiales», no es un instrumento confiable. El resumen presentado es demoledor: de 134 recesiones ocurridas en 87 países emergentes entre 1991 y el 2001, el Fondo sólo predijo 15. Y entre las que adelantó no se encuentra ninguna de las crisis de los últimos años en América latina. Así, ante la sucesión de equivocaciones en su trabajo para el cual se dicen especialistas, el FMI arremete con cuestiones que le son ajenas de acuerdo a su estatuto. Se erigió en lobbista calificado de multinacionales que operan empresas de servicios públicos esenciales para la población. También de entidades financieras que se olvidaron de sus clientes y de acreedores defolteados que especularon con bonos de elevada rentabilidad y riesgo. No hay que ignorar que los del Fondo son gente obstinada. Ahora están felices porque no se ocupan del caso argentino porque el acuerdo está suspendido pero igualmente sigue reduciendo su exposición crediticia con el país. Insisten con su prédica, ahora con el pastor español en el púlpito. Pero conociendo los resultados de sus pronósticos recientes, los realizados sobre Argentina 2005 pueden ir a descansar al cesto. Y saber que el crecimiento se perderá, al contrario de lo que dice Rato, si se aplican esa reformas estructurales que reclama.