De venta en Gandhi, El Parnaso, El Sótano, Educal y otras librerías. La hazaña del historiador islandés del siglo XIII, Snorri Sturluson, al reconocer las cualidades del otro, que nos descubre una súbita chispa de la solidaridad humana fundamental, no es extraña a la presencia de identidades diferenciadas que, precisamente por estar allí, permiten hacer […]
De venta en Gandhi, El Parnaso, El Sótano, Educal y otras librerías.
La hazaña del historiador islandés del siglo XIII, Snorri Sturluson, al reconocer las cualidades del otro, que nos descubre una súbita chispa de la solidaridad humana fundamental, no es extraña a la presencia de identidades diferenciadas que, precisamente por estar allí, permiten hacer patente el valor transcultural de la mejor empatía. Colocarse en lugar del otro (que puede sernos extraño y con quien a primera vista no compartimos convicciones o propósitos) y hacerlo con compasión, admiración o gozo humanos: he aquí el resorte esencial del logro de Snorri. El reconocimiento de un valor en el otro es la primera señal discernible de que ese valor está también en nosotros mismos. La prueba del ácido de alguna universalidad posible es la diversidad que la convoca incansablemente. Ese es el hilo conductor de este libro.
En vista del mal tratamiento de la diversidad y de la intolerancia reinante por doquier, el siglo XX latinoamericano puede juzgarse como la centuria de la vergüenza. Numerosos procedimientos, todos ellos marcados por el autoritarismo etnocéntrico, se aplicaron en la región para destruir la diversidad étnica y procurar una ilusoria homogenización sociocultural.
Las etnias indígenas y la multicolor floración de culturas populares acumulada durante siglos, aunque menoscabadas, lograron resistir la tremenda embestida; pero a un costo humano pavoroso. De aquel proceso todavía punzante, así como de las ideas y propuestas para alcanzar la diversidad, siempre amenazada por la intolerancia o los fundamentalismos, se ocupa la presente obra.