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Shanghai: el gran emporio de la maquila

Fuentes: La Jornada

El sueldo mensual de una obrera equivale a casi lo que cuestan los jeans que produce

Una fábrica del grupo textil Mozhihua, a 90 kilómetros de Shanghai, cuyo edificio es una copia del Capitolio de Estados Unidos, fabrica los pantalones de la marca estadunidense Calvin Klein Jeans, cosiéndoles una etiqueta que dice: «made in China con telas importadas de Italia».

En la cúpula del edificio se ve una estatua del propietario, Li Qinfu, de 40 años de edad, quien comenzó en los años 80 con sólo 10 empleados y posteriormente se asoció con japoneses.

En la actualidad da empleo a más de 10 mil personas en 10 fábricas que trabajan con tejidos importados de Europa, pero también de Japón y Corea.

«La mayoría de las telas vienen por barco de Europa, pero también de Japón y Corea, ya que son de mejor calidad», explica Susan Ma, del servicio comercial de la fábrica, la cual produce anualmente 5.5 millones de vestidos, 97 por ciento destinados a la exportación: 80 por ciento hacia Japón y el resto hacia Occidente (Europa y Estados Unidos).

La empresa trabaja sobre todo para marcas de ropa deportiva o informal, como Levi’s, Guess, Miss Sixty, Aquescutum, Ted Lapidus o Dockers.

En el primer piso de la fábrica, en una superficie de 13 mil metros cuadrados de limpieza irreprochable, se encadenan centenares de unidades que realizan el corte de camisas, pantalones o chaquetas. Las mujeres son mayoría, muchas menores de 30 años.

Casi todos los obreros vienen del campo, buscando ganar lo suficiente para enviar dinero a sus padres o pagar los estudios de un hermano o un primo. Los horarios de trabajo son de ocho o 10 horas diarias, siete días a la semana. Tienen al mes dos días de descanso.

Antes de penetrar en el corazón del made in China, se puede ver un aviso de Levi’s que recuerda que la multinacional estadunidense sólo trabaja con socios que respeten sus compromisos éticos: la semana de trabajo no debe sobrepasar 64 horas, los empleados deben tener por lo menos un día de descanso semanal, las condiciones sanitarias deben ser correctas, la fábrica no debe poner a trabajar niños…

«La evolución del material ha seguido las exigencias de los clientes para productos cada vez más técnicos. Antes el jeans tenía una fabricación más simple. No sucede lo mismo actualmente», afirma Susan Ma.

Los chinos tienen incluso que lavar las telas antes de coserlas para quitarles su aspecto nuevo y darles un toque de «usadas». Una novedad a la que no se acostumbran aún. «Eso cuesta tres dólares más», resume.

Como quiera que sea, los consumidores locales no verán estos productos.

«Nosotros no vendemos en China porque los precios de la ropa son demasiado elevados», explica Susan Ma.

«El costo de producción del jeans Calvin Klein de base es de 2.5 dólares. Se vende a 10 dólares a la salida de la fábrica, pero se encuentra en la ciudad a 900 yuanes (10.9 dólares o 8.54 euros). El salario promedio de una obrera es de unos 1,200 yuanes», añade Susan Ma.