La semana pasada ocurrió algo que desenmascaró la alrevesada moralidad de la invasión y la ocupación de Irak. El 21 de octubre, Irak pagó 200 millones de dólares por reparaciones de guerra a algunos de los países y empresas más ricos del mundo. Si eso parece estar alrevesado es porque lo está. Los iraquíes nunca […]
La semana pasada ocurrió algo que desenmascaró la alrevesada moralidad de la invasión y la ocupación de Irak. El 21 de octubre, Irak pagó 200 millones de dólares por reparaciones de guerra a algunos de los países y empresas más ricos del mundo. Si eso parece estar alrevesado es porque lo está. Los iraquíes nunca han sido compensados por ninguno de los crímenes que sufrieron bajo el gobierno de Saddam o por el brutal régimen de sanciones que costó la vida de al menos medio millón de personas o por la invasión dirigida por Estados Unidos, la cual el secretario general de Naciones Unidas, Kofi Anan, recientemente llamó «ilegal». En vez, a los iraquíes aún se les exige que paguen compensaciones por crímenes cometidos por su anterior dictador.
Además de su aplastante deuda soberana de 125 mil millones de dólares, Irak ha pagado 18.8 mil millones de dólares en compensaciones que provienen de la invasión de 1990 y la ocupación de Kuwait llevadas a cabo por Saddam. Esto, en sí, no sorprende: como condición del cese del fuego que finalizó la Guerra del Golfo de 1991, Saddam estuvo de acuerdo con pa-gar los daños ocasionados por la invasión. Más de 50 países han exigido compensaciones y la mayor parte del dinero ha sido otorgada a Kuwait. Lo que sí sorprende es que aun después de que Saddam fue derrocado, los pagos de Irak continúan.
Desde que Saddam Hussein fue derrocado en abril anterior, Irak ha pagado 1.8 mil millones en compensaciones a la Co-misión de Compensaciones de la ONU (UNCC, por sus siglas en inglés), cuasitribunal con sede en Ginebra que evalúa los reclamos y desembolsa las compensaciones. De estos pagos, 37 millones de dólares han sido destinados a Gran Bretaña y 32.8 millones de dólares a Estados Unidos. Así es: en los pasados 18 meses los ocupantes de Irak han recolectado 69.8 millones de dólares en pagos compensatorios de la desesperada población iraquí. Y peor aún: la gran mayoría de estos pagos -78 por ciento- se ha destinado a empresas multinacionales, según las estadísticas del sitio de Internet de la UNCC.
Esto ha ocurrido durante años, lejos del escrutinio de los medios masivos. Claro que la UNCC ha recibido muchos reclamos legítimos por pérdidas: pagos destinados a kuwaitíes que perdieron a seres amados, extremidades y propiedades por culpa de las fuerzas de Saddam. Pero destinaron a las empresas compensaciones mucho ma-yores: del monto total que la UNCC ha otorgado en compensaciones por la Guerra del Golfo, 21.5 mil millones de dólares se destinaron a la industria petrolera. Jean-Claude Aimé, diplomático de la ONU que encabezó la UNCC hasta diciembre de 2000, abiertamente cuestionó la práctica. «Hasta donde sé, ésta es la primera vez que la ONU está involucrada en recuperar activos y ganancias empresariales perdidas», dijo al diario The Wall Street Journal, en 1997, y luego musitó: «Muchas veces me pregunto si esto es lo correcto».
Pero las entregas a empresas de la UNCC simplemente se aceleraron. He aquí un pequeño ejemplo de quiénes han recibido de Irak compensaciones por «reparaciones»: Halliburton (18 millones de dólares), Bechtel (7 millones de dólares), Mobil (2.3 millones de dólares), Shell (1.6 millones de dólares), Nestle (2.6 millones de dólares), Pepsi (3.8 millones de dólares), Philip Morris (1.3 millones de dólares), Sheraton (11 millones de dólares), Kentuchy Fried Chicken (321 mil dólares) y Toys R Us (189 mil 449 mil dólares). En la gran mayoría de los casos, estas empresas no reclamaron que las fuerzas de Saddam hubieran dañado su propiedad en Kuwait, sino simplemente que «perdieron ganancias» o, en el caso de American Express, que experimentaron «un declive en su negocio» debido a la invasión y ocupación de Kuwait. Uno de los grandes ganadores fue Texaco, a la cual le otorgaron 505 millones de dólares en 1999. Según un vocero de la UNCC, sólo se ha pagado 12 por ciento de esta compensación, lo cual significa que tendrán que salir cientos de millones adicionales de las arcas del Irak posterior a Saddam.
El hecho de que los iraquíes le han pagado compensaciones a sus ocupantes es aún más impresionante en el contexto de lo poco que estos países realmente han gastado en ayuda a Irak. A pesar de los 18.4 mil millones de dólares de contribuyentes estadunidenses asignados para la reconstrucción de Irak, The Washington Post calcula que sólo han gastado 29 mi-llones en agua potable, sanidad, salud, pa-vimentación, puentes y seguridad pública. Y en julio (la última cifra disponible), el Departamento de Defensa calculó que sólo se habían gastado 4 millones en compensar a los iraquíes que fueron heridos o que habían perdido algún pariente o propiedad como resultado directo de la ocupación, una fracción del monto que Estados Unidos recolectó de Irak en compensaciones desde que comenzó la ocupación.
Desde hace años ha habido quejas de que la UNCC es usada como un slush fund (una especie de partida secreta) de las multinacionales y los prósperos emiratos pe-troleros, vía por la puerta trasera para que las corporaciones recolecten el dinero que no se les permitió ganar a raíz de las sanciones contra Irak. Durante los años de Saddam, por razones obvias, estas preocupaciones recibieron poca atención.
Pero ahora Saddam ya no está y el slush fund sobrevive. Y cada dólar enviado a Gi-nebra es un dólar que no se gasta en ayuda humanitaria y reconstrucción en Irak. Y más: si no hubieran forzado al Irak posterior a Saddam a pagar las compensaciones, Bagdad podría haberse evitado el préstamo de emergencia de 437 millones que el Fondo Monetario Internacional (FMI) aprobó el pasado 29 de septiembre. A pesar de todas las pláticas acerca de perdonar las deudas iraquíes, lo que en realidad hacen es empujar al país más al hoyo, obligarlo a pedir dinero prestado al FMI y a aceptar todas las condiciones y restricciones que vienen de la mano con esos préstamos. La UNCC, mientras tanto, continúa evaluando los reclamos y entregando nuevas compensaciones: tan sólo el mes pasado fueron otorgados 377 millones de dólares por nuevos reclamos.
Afortunadamente hay una manera sencilla de poner fin a estos grotescos subsidios empresariales. Según la Resolución 687 del Consejo de Seguridad de la ONU, que creó el programa de compensaciones, los pagos de Irak deben tomar «en cuenta los requerimientos del pueblo iraquí, la capacidad de pago de Irak y las necesidades de la economía iraquí». Si uno de estos tres genuinamente se tomara en cuenta, el Consejo de Seguridad votaría en favor de que mañana finalizaran estos pagos.
Esa es la demanda de Jubilee Irak, organización por aliviar la deuda, con sede en Londres. Se les debe compensaciones a las víctimas de Saddam, argumenta el grupo, pero en Irak y en Kuwait. Pero el pueblo iraquí, la principal víctima de Saddam, no debería pagar. En vez, las compensaciones deberían ser responsabilidad de los gobiernos que le prestaron miles de millones de dólares a Saddam, conscientes de que el dinero se gastaba en armas para que pudiera librar la guerra contra sus vecinos y su propio pueblo. «Si prevaleciera la justicia y no el poder en los asuntos internacionales, entonces los acreedores de Saddam serían los que pagarían las compensaciones a Ku-wait y pagarían aun mayores compensaciones al pueblo iraquí», dijo Justin Alexander, coordinador de Jubilee Irak.
Hoy sucede exactamente lo opuesto: en vez de fluir hacia Irak, las compensaciones escapan hacia fuera del país. Es hora de que cambie la marea.
Traducción: Tania Molina Ramírez
Copyright 2004 Naomi Klein