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Mercados y política sin sobresaltos

Fuentes: La Jornada

La izquierda electoral ha llegado al poder en varios países sudamericanos; el caso más reciente es el de Uruguay. En Wall Street creen que la tendencia puede extenderse por el subcontinente y nadie en el mundo de los negocios parece sorprendido. La necesidad de adoptar una visión pragmática para llegar al poder eliminó curiosamente el principal obstáculo para la aplicación de reformas de mercado en los países del Cono Sur. La izquierda y los mercados se gustan mutuamente.

Socialistas, comunistas y hasta ex guerrilleros que no vacilaron en recurrir a la violencia política para alcanzar sus objetivos revolucionarios en el pasado, están hoy en el poder en casi todo el Cono Sur. Lo sorprendente es que nadie parece preocupado por eso.

El triunfo obtenido en octubre por Tabaré Vázquez en Uruguay completa un ciclo de victorias de grupos políticos formados a partir de la lucha social, en algunos casos armada, contra los regímenes militares que se enquistaron en la región en las décadas de 1960 y 70. Sus principales protagonistas son los presidentes Luiz Inacio Lula da Silva, de Brasil, y el chileno, Ricardo Lagos. No deja de ser paradójico que dos líderes sin raíces en la izquierda tradicional sean vistos hoy como «la izquierda de la izquierda» sudamericana: el peronista Néstor Kirchner, en Argentina, y el ex golpista Hugo Chávez, en Venezuela.

Pero, al menos hasta ahora, los modelos de Chile y Brasil han sido el promedio para los países de la región, y la tendencia parece ganar fuerza, impulsada por la locomotora comandada por Lula.

Brasil parece finalmente haber ingresado en un ciclo de crecimiento económico, con una expansión de 6.1 por ciento del producto interno bruto (PIB) en el tercer trimestre, en comparación con el mismo periodo del año anterior, el mejor resultado desde 1994. Los datos de Chile son similares.

El inicio del «espectáculo del crecimiento» que prometió Lula desde que asumió el poder, a principios de 2003, fue conocido justamente pocos días después de que el presidente dio fuertes señales de respaldo a funcionarios de su gobierno que defienden la ortodoxia económica, como el ministro de Hacienda, Antonio Palocci. Tan así, que Carlos Lessa, fue obligado a abandonar su cargo de presidente del Banco Nacional de Desenvolvimiento Económico y Social (BNDES), banco de desarrollo oficial, luego de sus duras críticas a la política de Palocci y al incremento de la tasa de interés por el banco central.

Tras un periodo en que redujo gradualmente la tasa de interés de 26.5 hasta 16 por ciento, el Banco Central de Brasil ha retomado la estrategia de restricción de la oferta monetaria con incrementos de tasas para contener la inflación. Con la tasa Selic hoy en 17.25 por ciento, dicha política es otra vez blanco de críticas desde sectores de la izquierda y algunos empresarios que se alejaron del gobierno. Ellos creen que el crecimiento pudo ser ampliado gracias a la caída de las tasas, pero que la opción de volver a subirlas puede ahogarlo.

Por lo menos hasta que la realidad muestre quién tiene razón, las adhesiones continúan. Antes de la victoria de Vázquez en Uruguay, su futuro ministro de Economía, Danilo Astori, dejó en claro que está más cerca de las ideas de Lula y Lagos que de las de Kirchner y Chávez. «La experiencia del gobierno de Lula mostró a los uruguayos que la izquierda puede llegar al poder y hacer cambios sin sobresaltos», opinó.

La línea defendida por Astori es considerada por el mercado como garantía de que Uruguay seguirá pagando su deuda externa, a pesar de su gran carga, pues llega a 100 por ciento de su PIB. Ni siquiera afirmaciones como las del senador José Mujica, ex guerrillero tupamaro que participará en el gabinete, quien señaló que la deuda uruguaya es imposible de pagar, parecen preocupar a los inversionistas.

Luego del triunfo del Frente Amplio en Uruguay, la calificación de riesgo del país fue elevada. Standard & Poor’s celebró recientemente la luna de miel entre la izquierda sudamericana y los mercados. «Aunque probablemente sea demasiado temprano para hacer un juicio definitivo sobre si es una tendencia permanente, una mayor convergencia de políticas económicas a lo largo del espectro político podría tener un impacto positivo en las calificaciones de crédito», aseguró esa empresa a fines de noviembre.

La agencia evalúa sin temores las posibilidades de victoria de izquierdistas en disputas electorales en México, Perú y Colombia. Las amenazas serían mínimas porque, según esta visión, los cambios de los últimos años se han dado en la postura de la izquierda, no en la visión de los mercados. «En vez de rechazar las políticas de sus opositores, diversos partidos históricamente de centro-izquierda han adoptado abordajes económicos más conservadores, reconociendo la importancia de la estabilidad macroeconómica tanto para el crecimiento a mediano y largo plazos como para avances sociales amplios», señaló la calificadora.

En síntesis, la necesidad de los partidos de izquierda de adoptar una visión pragmática por su llegada al poder, eliminó curiosamente el principal obstáculo para la instalación de reformas de mercado en los países del Cono Sur: la izquierda como fuerza opositora.

Los dos ejemplos de izquierda sudamericana que más se distancian de este modelo son Chávez y Kirchner, pero algunos analistas no creen que puedan ser encasillados en un marco de izquierda tradicional. Hay, incluso, quienes argumentan que no son de izquierda.

«Estas dos experiencias no son de izquierda», afirma el economista argentino Jorge Castro, quien formó parte del gobierno del presidente Carlos Menem como secretario de Asuntos Estratégicos. Para él, la verdadera izquierda sudamericana, representada por Lula, Lagos y Tabaré, es neoliberal y acepta la globalización, en contraste con gobiernos que utilizan una actitud de «confrontación con el sistema financiero internacional» sin ser de izquierda. «En el caso de Kirchner, es un peronista, y lo de Chávez es un gobierno surgido de un movimiento de la juventud militar y que no tiene ninguna vinculación con la izquierda», explica.

El politólogo Rosendo Fraga, del Centro de Estudios Nueva Mayoría, destaca que específicamente en el caso argentino «el peronismo es un factor político que suele distorsionar las opciones de izquierda y derecha, porque lo ideológico para esta fuerza política es secundario».

Para Fraga, en un análisis ideológico tradicional, Kirchner está a la derecha de Chávez y a la izquierda de Lula. Pero afirma que las gestiones de Lula y Lagos son las que tienen los rasgos mejor definidos, por su origen, y son las referencias para el centro-izquierda en la región.

En contraste, Kirchner y Chávez se apropriaron de símbolos de la «vieja» izquierda y usan en el plano interno un discurso agresivo que en el caso del venezolano es claramentente antiestadunidense, mientras que el argentino centra sus ataques contra el sistema financiero y los organismos de crédito internacionales.

Para algunos, y a pesar de esa actitud, los dos países alcanzarán en 2005 tasas envidiables de crecimiento: 8 por ciento para la Argentina y cerca de 15 por ciento en Venezuela. La capacidad o no de mantener un sendero de crecimiento sostenido después de los actuales repuntes de graves crisis económicas será en el futuro el factor principal para determinar si todavía hay espacio para este tipo de izquierda en Sudamérica.