Una de las intervenciones más aplaudidas en el plenario del VII Encuentro Internacional de Economistas sobre Globalización y Problemas del Desarrollo fue la de Eric Toussaint al presentar su ponencia Deuda externa y libertad de circulación de capitales. Toussaint es presidente del Comité para la Abolición de la Deuda del Tercer Mundo, con sede en […]
Una de las intervenciones más aplaudidas en el plenario del VII Encuentro Internacional de Economistas sobre Globalización y Problemas del Desarrollo fue la de Eric Toussaint al presentar su ponencia Deuda externa y libertad de circulación de capitales. Toussaint es presidente del Comité para la Abolición de la Deuda del Tercer Mundo, con sede en Bélgica, e integrante del Consejo Internacional del Foro Social Mundial. Entrevistado por Granma respondió con precisión las preguntas formuladas.
Pregunta: ¿Cuál es la situación actual de la deuda externa?
Respuesta: Están ocurriendo cambios que apuntan hacia una nueva agudización de la problemática de la deuda. En primer lugar se registra un incremento de la transferencia neta de recursos financieros de los países deudores a los acreedores en América Latina. Esta transferencia negativa empezó a surgir desde el año 1996. A esto hay que añadir la tendencia al aumento de la tasa de interés decidida de manera unilateral por la Reserva Federal de Estados Unidos y que se impone al resto del mundo. Este último elemento va a agudizar aún más el problema.
P: Cuando la Reserva Federal de Estados Unidos eleva la tasa de interés, ¿esto afecta también a la deuda contraída anteriormente?
R: Sí, porque los préstamos bancarios a los gobiernos del Sur se contratan con una tasa de interés indexada sobre la tasa de interés de referencia. Una de las más influyentes tasas de referencia es la de la Reserva Federal. Al modificarse la tasa de referencia, se modifica también la tasa de interés del préstamo; pero solo cuando es a la alza. A su vez, los gobiernos hacen nuevos empréstitos para refinanciar el pago de la antigua deuda. Así, los empréstitos que se van a hacer en el año 2005 para pagar las antiguas deudas, incluirán la tasa de interés más alta dictada por la Reserva Federal de Estados Unidos.
P: ¿Cómo están enfrentando esta situación los países deudores?
R: Lo que permite a varios países mantenerse en capacidad de pago es el alto precio del petróleo. Me refiero a los países productores de petróleo, como México, Venezuela y Ecuador. Otro factor favorable es una cierta alza del precio de otras materias primas. También ayuda a la capacidad de pago el muy importante flujo de remesas de los emigrantes del Sur que viven en los países del Norte. Todo esto permite a los gobiernos deudores mantenerse en capacidad de pago; pero a un costo tremendamente elevado, porque gran parte de sus ingresos por exportación o de sus ingresos fiscales por impuestos se desvían hacia el pago de la deuda externa y no se aprovechan en beneficio de la economía interna.
Otro elemento es el elevadísimo flujo de capitales colocados por las clases dominantes del Sur en los bancos del Norte. Es decir, que hay un ahorro interno que está siendo colocado en el exterior y que no entra en la producción de los países del Tercer Mundo. También hay que añadir como problema el hecho que dentro del marco de las políticas neoliberales del Consenso de Washington, los gobiernos de los países endeudados intentan tener un nivel elevado de reservas en divisas y transforman esas reservas de divisas en Bonos del Tesoro norteamericano. También es un desvío de capitales que podían ser invertidos en la producción nacional.
El conjunto de estos fenómenos va a desembocar, en los años que vienen, en una situación muy compleja para que los gobiernos puedan seguir pagando la deuda. Estas condiciones van a crear una nueva capacidad del movimiento social para movilizar a una gran parte de la opinión pública y de la ciudadanía sobre el tema del no pago de la deuda y presionar a los gobiernos para construir un frente de países deudores.
P: ¿Estamos hablando de la deuda pública?
R: Lo que nos importa de manera inmediata es la deuda pública. Aunque lo que ocurrió en los 15 últimos años es el fenómeno siguiente. Cuando hubo crisis financiera, los gobiernos compraron, socializaron la deuda privada, es decir, que la deuda privada se transformó en deuda pública. De ahí que también la cuestión de la deuda privada puede tener consecuencias graves para la deuda pública.
P: En su criterio, ¿cuál debe ser la solución de la deuda externa?
R: Para mí, la solución de la deuda externa está basada en el derecho soberano de los estados endeudados a renegociar su deuda; pero en términos de anulación total de esa deuda pública externa. La solución no viene de la adopción de un mecanismo de arbitraje, como se ha propuesto. El arbitraje supondría que sería posible encontrar árbitros independientes que se puedan basar en definiciones legales de derecho internacional. Pero, en realidad, no hay un derecho internacional que defiende los intereses de los países endeudados y no hay árbitros imparciales. Yo no creo en un mecanismo de arbitraje. Yo creo en la decisión soberana de un Estado a declararse en «default», en moratoria de pago de su deuda. Yo creo en la decisión soberana de un Estado de hacer una auditoría y analizar de manera detallada su deuda externa para determinar la parte válida de esa deuda externa. Después de un análisis riguroso vamos a encontrarnos que la mayor parte de la deuda externa pública no es válida porque ha sido pagada varias veces y porque las condiciones en las cuales se contrató la deuda son condiciones leoninas.
Pienso que esta es la salida. En más de dos siglos de historia del capitalismo hay ejemplos de estados que repudiaron totalmente su deuda externa. Me refiero al naciente Estados Unidos que en 1776 decidió no pagar la deuda a la corona británica. Podíamos hablar de Rusia después de la Revolución de 1917, que decidió repudiar el 100% de la deuda contratada por el Zar. Hay otras experiencias de estados soberanos que decidieron el repudio de su deuda externa y que lograron imponer a sus acreedores esa decisión. Claro, hay que lograr un cierto nivel de correlación de fuerzas. En este sentido, sería fundamental lograr un frente de países deudores para, de manera conjunta, imponer el repudio de la deuda y evitar o disminuir el riesgo de represalias por parte de los acreedores.