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Ecuador y las recetas de Rato

Fuentes: Rebelión

A Ecuador, país donde el hambre y la miseria golpean a la inmensa mayoría de sus habitantes debido, en gran parte, a las políticas neoliberales establecidas por sus gobernantes, llegó en estos días el director general del Fondo Monetario Internacional, Rodrigo Rato para exigir la aplicación de más recetas liberalizantes. Esa nación andina se halla […]

A Ecuador, país donde el hambre y la miseria golpean a la inmensa mayoría de sus habitantes debido, en gran parte, a las políticas neoliberales establecidas por sus gobernantes, llegó en estos días el director general del Fondo Monetario Internacional, Rodrigo Rato para exigir la aplicación de más recetas liberalizantes.

Esa nación andina se halla envuelta en una profunda crisis económica, política y social que ha lanzado a las calles en los últimos meses a decenas de miles de personas que piden al presidente Lucio Gutiérrez que realice una política favorable al pueblo o que renuncie.

No obstante, Rato, que solo estuvo un rato en el país, le dijo al gobernante y a los parlamentarios que la mejor salida para los graves problemas de Ecuador sería la de profundizar las reformas estructurales en el sector público, la reducción del gasto social, la eliminación de los subsidios y la apertura de los sectores petrolero y energético al capital privado.

Si las propuestas del director del FMI se llegaran a imponer, los cambios en el sector público implicarían el despido de 5 000 empleados, reducción en los gastos sociales que aumentarían las penurias del 70 % de la población que vive en la pobreza y, sobre todo, acabaría de abrir los recursos petroleros y energéticos a las compañías transnacionales.

El legislativo ecuatoriano, bajo fuerte presión popular, he rechazado hasta el momento las diferentes ofensivas que ha lanzado el gobierno para sancionar una ley que permita la privatización del sector petrolero y de otros recursos naturales.

En Ecuador se impuso la dolarización de la economía y desapareció la moneda nacional como una vía para enfrentar la hiperinflación y resolver «todos los problemas». Pasados cinco años de esa medida, se bajó la inflación, pero no se reactivó la economía y la actividad no petrolera solo crece como promedio un 2 % anual.

Lo más bochornoso es que los contratos con las petroleras transnacionales permiten que estas obtengan dividendos totalmente lesivos al país pues se quedan con el 80 o 75 % del valor de la producción mientras al Estado recibe el resto.

Además, las compañías son exoneradas del pago del impuesto a la renta y por tanto, realizan un saqueo indiscriminado de las riquezas del país.

Las recetas de Rato-FMI posibilitarían también la rehabilitación de 140 pozos cerrados que reportarían unos 30 000 barriles diarios de Crudo que, como es lógico no beneficiarían al pueblo ecuatoriano sino a los consorcios multinacionales y a sus países de orígen.

Informes del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) aseguró que Ecuador es un país con desarrollo humano bajo y ocupa el lugar 94 entre 173 naciones.

Según el PNUD, el crecimiento de la pobreza se encuentra íntimamente relacionado con el aumento de la desigualdad en la distribución del ingreso pues el 20 % de la población ecuatoriana más pudiente, absorbe el 60 % de ese rubro a nivel nacional.

En sentido opuesto, el 25 % de las personas más desposeídas solo recibe alrededor del 4 % del Producto Interno Bruto.

Los organismos internacionales señalan que en Ecuador, un país que exporta petróleo, banano, camarón, cacao y café, alrededor del 70 % de sus 12 millones 400 000 habitantes, viven en la pobreza.

Aunque desde la entrada en vigor de la dolarización (es la moneda oficial) el PIB creció en el 2000 en 2,8 y el pasado año en 5,5, las necesidades de la población han continuado en ascenso, debido a que las empresas transnacionales se llevan los mejores dividendos.

A los servicios de salud solo tiene acceso cerca de la mitad de la población, mientras que el 60 % carece de drenaje en sus viviendas y el 45 % no dispone de agua potable.

El gasto de salud por habitantes en un año se ubica en solo 20 dólares, considerado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) como uno de los más bajos del continente.

Los índices de desempleo y subempleo, alcanzan unidos, la cifra del 46 % de la población económicamente activa y por lo tanto se hace necesario crear nuevas fuentes de trabajo.

En cuanto a la educación, la tasa de analfabetos entre las personas adultas se ubica en el 9 %, en tanto uno de cada tres niños que ingresa anualmente en la escuela primaria, logra terminar ese nivel escolar.

Para cancelar su abultada deuda externa que se ubica en cerca de 15 000 millones de dólares, y para poder adquirir fondos financieros, el gobierno ha decidido, bajo presión del FMI, dedicar más de la mitad de sus ingresos al pago de esa compromiso mientas dedicará a la salud y la educación apenas el 10 %.

El propio vicepresidente de la República, Alfredo Palacio, reconoció que «se han reducido las asignaciones para la educación, la salud y todo lo que es obra social…y deberíamos invertir en eso y en la reactivación productiva para no tener que depender del préstamo ni de las migajas.»

Con tantas penurias y problemas, las recetas de Rato y de su FMI, cayeron como balas sobre la población que al siguiente día de su visita tomó las calles de Quito, en número de 200 000, para protestar contra esas presiones y demandar del gobierno mejoras sociales y económicas.