El pasado viernes 25 de febrero Argentina cerró el proceso de reestructuración de deuda más grande de la historia del mundo capitalista, y dentro de los marcos planteados por el gobierno nacional, entre tropezones, errores y levantadas, puede ser catalogado de «exitoso» en su resultado: más de 40.000 millones de dólares es lo que Argentina […]
El pasado viernes 25 de febrero Argentina cerró el proceso de reestructuración de deuda más grande de la historia del mundo capitalista, y dentro de los marcos planteados por el gobierno nacional, entre tropezones, errores y levantadas, puede ser catalogado de «exitoso» en su resultado: más de 40.000 millones de dólares es lo que Argentina se evita pagar en concepto de amortizaciones e intereses.
El ojo del debate desde que se lanzó la propuesta de quita en Dubai, apenas asumido Kirchner, iba desde que la propuesta era ridícula e irrisoria, por parte de los economistas neoliberales, mientras que de los menos fundamentalistas (aunque liberales) sostenían que era la única oferta posible.
En este escenario, Argentina sale fortalecida ante el FMI y el G-7. En primera instancia, la negociación de los bonos en default queda ahora fuera de la mesa en la que el FMI siempre es banca, valga la redundancia, y Argentina punto.
Durante la semana previa, los fundamentalistas neoliberales con sus organizaciones nucleadas en «fundaciones» (FIEL, CEMA, Mediterránea, CIPE, Sophia, etc..) funcionaron a coro con sus pares internacionales para que los tenedores de papeles quebrados no ingresen en el canje propuesto por Kirchner-Lavagna. La «Ley Cerrojo» promulgada por Congreso a cambio del la Reforma del Código Penal en cuanto a una suerte de «Punto Final a las causas de Corrupción», reforzó la posición gubernamental ante el extranjero, mientras que en el mercado interno la adhesión llegaba al 97%.
El Parlamento y la Justicia italiana terminaron jugando a favor del canje desnudando la operatoria de los bancos que se desprendían de los bonos en su poder vendiéndoselos de modo recomendado a su propia cartera de clientes, con fallos similares aunque más aislados en Alemania y Bélgica.
Como fue visto, Estados Unidos y el modo de acumulación en que Bush II hace eje, es decir, el complejo militar-industrial y la expoliación de las nuevas colonias Irak y Afganistán (por ahora), se diferenció de la revolución conservadora neoliberal iniciada por el cowboy Ronald Reagan y dinamizada por Bill Clinton, quién presidió el período de la disparada del endeudamiento mundial y las crisis de los efectos Tequila, Caipirinha, Vodka y estallidos similares en el Sudeste Asiático y Turquía, todos hijos pródigos del FMI, manteniendo una suerte de «neutralidad» para soltarle relativamente la mano al fundamentalismo de Wall Street.
El punto más débil, ya no de este gobierno sino de la Argentina, no es sólo que no se termina el problema de la deuda externa sino que en los próximos años deberá lidiar con el FMI para refinanciar entre 7.000 a 8.000 millones de dólares que vencen anualmente.
Pero a favor tiene, como está dicho, que ya no se discute la renegociación de la deuda en default, el superávit fiscal es superior al pedido por los organismos multilaterales, así como las pautas de crecimiento. La otra carta en disputa que puede ser neutralizada es la situación de las empresas privatizadas: el G-7 y el FMI insistirán en el aumento tarifario, mientras que el Estado puede jugar la carta de que absolutamente todos los pliegos jamás fueron cumplidos y respetados tal cual fueron firmados a la hora de rifar el patrimonio estatal.
Y sobre esto se basó el discurso del presidente Kirchner cuando abrió las sesiones ordinarias del Congreso, haciendo hincapié en que fue la «mayor quita de deuda de la historia» y que «Por primera vez en la historia, la operación ha culminado con una drástica reducción de la deuda del país», en que no es el presidente del default, el leve descenso de la desocupación, en los conocidos términos de medición de la misma que no incluye a los receptores de planes sociales. También remarcará que con la salida del default se alentará la inversión extranjera, que no es más que un formalismo porque la misma ya está en marcha desde que el canje se perfilaba «exitoso», aunque dispararía una batería legislativa para la protección contra capitales golondrinas especulativos.
Los talibanes del neoliberalismo se repliegan a cuarteles de invierno porque perdieron la discusión, teniendo en cuenta que el canje se hizo en el idioma que manejan por igual López Murphy, Rodrigo de Rato o Lavagna. Unos pronosticaban la catástrofe y perdieron. La discusión política está tan ausente como la oposición, así como el «apoyo crítico» de los «transversales», la cual debería girar en un replanteo de la renegociación con el FMI, y cuál será la política de inversión estatal con el superávit fiscal y el crecimiento del PBI, que compuesto básicamente por el agro y materias prima, cómo será repartido, es decir, finalizar con la teoría del derrame en que las violentas ganancias de Repsol-YPF o del Grupo Techint, junto a los consorcios bancarios y empresas de servicios, terminarán desparramando gotas al resto del pueblo. Esta teoría predominó desde el menemismo a la fecha y habrá que ver cuál es la determinación de este gobierno para plantear una alternativa.
Queda claro que no habrá ningún cambio radical en el modelo económico. Kirchner jamás lo pensó ni mucho menos lo planteo. Se limita a aplicar un modelo similar, en un contexto diferente, pero en versión «light» a diferencia de la depredación de los ’90.
Mientras tanto, la supuesta oposición se queja de la falta de voluntad del gobierno de buscar una hegemonía política. Un documental de la National Geographic sobre los leones de la sabana africana demostró que ningún león macho que domina a su clan, se suicida para darle lugar al otro macho pretendiente, sino que por el contrario, el instinto natural lo lleva a fortalecer su posición dominante.
Lo mismo cabe para los puritanos progresistas del puerto de Buenos Aires. El gobierno no crea oposición simplemente porque no es su tarea, y si la oposición está dentro del mismo partido gobernante, da cuenta de la chatura política de la infertilidad del salvador Raúl Alfonsín para engendrar descendencia, así como la impresentable derecha o la mediática Elisa Carrió, que abandonó la cruz por una barra de cereal para mejorar su figura ante las cámaras.
Este elenco que debería ofrecer cierta oposición, en vez de plantear cómo debería reorientarse el modelo económico postdefault, con la ex delarruista Elisa Carrió a la cabeza, permanecen en el chiquitaje de las proclamas panfletarias parlamentarias, tan risibles como pensar que los gritos de Luis Zamora a Bush padre hubiesen tenido chance de detener el brutal carácter del imperialismo estadounidense.
Carrió, la profeta, ahora quiere interpelar a Kirchner por las nacrovalijas de Southern Winds a España, ya que es la cuestión más relevante de Estado que avisora. No es para ella el rumbo del modelo el cual se debe discutir y replantear, sino ganar segundo en televisión ante el nuevo fracaso de sus visionarios análisis.
Que los talibanes del neoliberalismo se hayan encolumnado como lo hicieron no debe asustar. Son lobbystas que hicieron su juego y se prepararán para otra batalla representando a lo que siempre defendieron y para quienes fueron funcionales de forma descarada.
Pero la meteoróloga Carrió está enroscada en un laberinto lamentable, que sólo la tilinguería porteña es capaz de aceptar, mientras que comparado al patético Aníbal Ibarra, este último inútil estaría a la altura de Nasser, Castro y Mao, juntos.
Autoexiliada políticamente del Chaco, su provincia natal que la llevó a la diputación dentro de una lista sábana, que le critica al PJ, representando a la «nueva política» del «Arca de la Dignidad» sacó ciudadanía porteña para lanzarse rodando a recaudar votos por la ciudad y reingresar al Congreso del que se fue, según ella «asqueada» y al cual no pretendía volver. La aristócrata chaqueña y ex funcionaria de la Dictadura Militar, avisó al mundo, que luego de darse cuenta que Fernando De la Rúa no era la renovación progresista en la que ella había creído, tras el escándalo de la Banelco de Flamarique y el Senado, haría volar a este en pedazos con las «Cajas del Senado», que hoy son una leve apostilla en el recuerdo. El único preso es uno de los hermanos Rohm, del Banco General de Negocios, que estaba detenido antes de su «exhaustiva investigación» junto a sus pares estadounidenses.
Siguiendo con tal coherencia, cuando se aprestaba a ganar la presidencia, advertía al pueblo argentino que si no la elegían, como naturalmente iba a hacer, «allá ellos», como anunciando la autocondenación social. SanTarada terminó debajo de Menem, Kirchner, López Murphy y Rodríguez Saá, que ganaba por esas horas en la mesa 72 de Necochea.
Para Carrió, Duhalde siempre había sido la cabeza del poder mafioso de la corporación bonaerense, pero llamativamente el día de la asunción de Kirchner, sorprendió diciendo: «Duhalde llegó como un puntero de Lómas de Zamora y se va como un Estadista». Ni una cosa ni la otra, pero es evidente que el cúmulo de liposidad afecta el equilibrio.
Ya con Kirchner en la presidencia, pronosticó al menos tres huracanes políticos entre Kirchner y Duhalde, el más grande era la posición de… Scioli. Todo esto con meses de antelación.
Ya instalada desde un observatorio astrológico, tal vez buscando a alguna divinidad que pueda compararse con ella, celebraba la llegada de Carmen Argibay a la Corte Suprema para decir al otro día que se estaba conformando una «Corte Adicta», y ahí vio en algún cuadrante al menos cinco lluvias de meteoritos que, si bien traerían sufrimiento dentro del «parto doloroso» que describe desde hace tres años, exfoliarían al país de los impuros y se salvarían los castos que ella elegiría para viajar a la Tierra Prometida.
Y a principios de enero, en el canal de Daniel Hadad y en el programa del escriba de Onganía, se debatía la responsabilidad política de Aníbal Ibarra y su banda en la tragedia de Cromañon, a lo que se abstuvo de opinar porque, con gesto adusto y seño fruncido, dijo que no era el momento «porque se vienen días muy difíciles para la Argentina» ya que según datos que manejaba en el amplio espacio del ARI, «el canje viene mal». Para evitar el ridículo, el minibloque del ARI ni se presentó a la apertura de las Sesiones Ordinarias, aunque claro está, como el resto de los legisladores, cobran su dieta para sentarse en las bancadas. El espíritu democrático que le dicen.
A esto, con 55 días de anticipación, anunció que los errores de Kirchner y Lavagna traerían un extraordinario Tsunami por las pampas argentinas.
Ahora Carrió estará tirando las runas para lanzar su próxima profecía, mientras que todo el arco que no está dentro del gobierno, no plantea ni siquiera en forma de comedia, una discusión seria para que, al menos en este modelo, se aproveche el crecimiento para invertir en salud, educación y producción que garantice el trabajo y el alimento que el Estado está obligado por Ley a garantizar a cada uno de los argentinos.