«¿Cuándo nos dedicaremos a hacer realmente las cosas y no solo a hablar de ellas?», preguntó el economista Jeffrey Sachs, máximo responsable de los Objetivos de la ONU para el Desarrollo del Milenio.
Sachs resumió así las tribulaciones de los participantes en una conferencia de dos días para evaluar el cumplimiento de esas metas, establecidas hace cinco años por todos los países de la ONU (Organización de las Naciones Unidas).
Este profesor de la neoyorquina Universidad de Columbia recordó ante su auditorio que en Etiopía, Kenia y Senegal aún eran escasos elementos básicos como mosquiteros de cama para impedir la malaria, según comprobó en un viaje reciente.
En un hospital de Kenia, indicó, trabajan 80 enfermeras por cada paciente. Y cada cama es compartida por tres internados.
A veces, «una persona con tuberculosis, otra con sida y otra con malaria comparten una cama, y llamamos a esto ‘sociedad civilizada'», ironizó Sachs.
El experto no olvidó responsabilizar a los países del Norte industrial por no aportar el prometido 0,7 por ciento de su producto interno bruto a la asistencia oficial al desarrollo.
Si la situación no cambia, es muy improbable que se cumplan las metas del milenio en el plazo establecido en 2000, es decir antes de 2015, advirtieron los participantes en la conferencia.
El desafío es enorme. «No podemos tener un mosquitero a menos que también tengamos vivienda y camas», observó Judith Mbula Bahemuka, embajadora de Kenia en la ONU.
Entre las metas del milenio, aprobadas por todos los países de la ONU en la Asamblea General en 2000 en presencia de numerosos jefes de Estado y de gobierno, figura reducir para 2015 a la mitad la población pobre y hambrienta del mundo respecto de 1990.
Los líderes también se comprometieron a reducir dos tercios la mortalidad infantil, y tres cuartos la materna, así como promover la equidad de género y revertir las epidemias de VIH/sida, malaria y otras enfermedades.
La interdependencia de unas metas con otras fue un problema recurrente a lo largo de la conferencia de dos días celebrada la semana pasada en la sede de la ONU en Nueva York.
Los participantes formularon un insistente clamor por África subsahariana, donde apenas seis países lograron en 2004 el crecimiento económico de siete por ciento considerado mínimo para alcanzar los objetivos de la ONU, Allí se encuentran 34 de los 50 países menos desarrollados.
«Con excepción de África subsahariana, todo el mundo obtendrá acceso a servicios básicos de saneamiento para 2015», dijo Albert Wright, uno de los coordinadores del Grupo de Trabajo sobre Agua y Saneamiento del Proyecto Milenio, uno de los órganos especializados para supervisar las medidas hacia la consecución de las metas.
Hoy, 3.900 niños y niñas mueren cada día por falta de acceso a los servicios de saneamiento. «Eso equivale a ocho aviones jumbo llenos de niños estrellados todos los días», indicó.
Setenta y cinco por ciento de la población pobre y hambrienta del mundo vive en áreas rurales.
Gawain Kripke, de la filial estadounidense de la organización humanitaria católica Oxfam, indicó que una de las causas era el prolongado proceso de caída de precios de productos básicos agrícolas, como el café y el algodón.
Entre 1980 y 2002, el precio de los 12 principales productos agrícolas tropicales perdieron entre 50 y 80 por ciento, lo que se traduce en los países en desarrollo en una pérdida anual de ingresos de 243.000 millones de dólares, según el activista.
La caída global de los precios de los productos básicos alcanzó en ese mismo periodo un promedio de 25 por ciento, lo que implicaría para los países pobres aumentar un tercio su producción para mantener el ingreso.
«Más que servir como motor para el desarrollo y la obtención de recursos, los productos básicos y la dependencia en ellos es vista como una gran fuente de debilidad y de pérdidas», insistió Kripke.
«De todos modos, los productos básicos están donde están, son el centro de esas economías y son particularmente importantes para los países y las personas más pobres, que son sus productores», advirtió.
El embajador de Yemen en la ONU, Abdullah Alsaidi, consideró que el aumento de los precios del petróleo también amenazaba el crecimiento económico de numerosos países de todo el mundo, en especial en el Sur.
Noel Brown, presidente de la organización Amigos de la ONU y del Centro René Dubos sobre Ambiente Humano, propuso una visión alternativa sobre la ubicación de esos recursos.
Brown observó que la tendencia migratoria actual marca rumbos desde los asentamientos rurales hacia las ciudades, y desde áreas mediterráneas hacia las costas. En ese sentido, la catástrofe causada por el maremoto de diciembre en Asia obliga a atender las consecuencias de esa corriente de población, dijo.
Representantes de países en desarrollo como Benin, Belice, Guinea Ecuatorial e Indonesia indicaron que el problema fundamental no era la supuesta falta de voluntad política de los gobiernos, sino la falta de recursos adecuados.
Los participantes en la conferencia también apuntaron hacia la interdependencia entre las metas sobre educación y equidad de género, y mencionaron en ese sentido a Kenia y Uganda como ejemplos positivos.