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Afganistán, la economía del opio

Fuentes: Rebelión

Después de casi tres años y medio de la invasión estadounidense contra Afganistán, la economía de esa nación asiática se basa, contra todos los pronósticos, en la producción y contrabando de opio y heroína. Un informe de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, con sede en Viena, indica que mientras el país agoniza en […]

Después de casi tres años y medio de la invasión estadounidense contra Afganistán, la economía de esa nación asiática se basa, contra todos los pronósticos, en la producción y contrabando de opio y heroína.

Un informe de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, con sede en Viena, indica que mientras el país agoniza en la miseria, la producción de drogas ilícitas y las actividades conexas alcanzaron un nivel sin precedentes durante el 2004 y constituyen una amenaza para el país, pese a la fuerte presencia de tropas extranjeras.

Este organismo de las Naciones Unidas asegura que el extendido cultivo de adormidera así como la elaboración y el tráfico de opiáceos han convertido a Afganistán en una nación cuya economía, cultura y vida política dominan las drogas, que socavan las actividades económicas legales y obstaculizan el posible control de la ley.

Si en el 2003 la producción de opio en ese país llegó a 3 600 toneladas con una superficie total dedicada a cultivos de adormidera de 80 000 hectáreas, en el 2004 se elevó a 4 200 toneladas cosechadas en 130 000 hectáreas.

Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la droga y el crimen (ONUDC) se calcula que esa cantidad correspondió a más de las tres cuartas partes de la producción ilícita mundial.

Mientras prospera y crece sin límites el contrabando de la amapola, planta de donde se extrae el opio y la heroína, otras áreas de la economía y de la seguridad social aparecen completamente abandonadas.

Datos del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) indican que Afganistán, con 23 897 000 habitantes tiene una de las mayores tasas de mortalidad infantil en el mundo con 170 por cada 1 000 nacidos vivos; la esperanza de vida es de 43 años; solo el 13 % de la población tiene acceso a agua potable y 92 % no utiliza instalaciones adecuadas de saneamiento; carencia casi total de vacunación infantil contra enfermedades; el 64 % de los habitantes son analfabetos.

Durante el régimen de los talibanes y con la colaboración de Naciones Unidas, se logró la disminución en la producción de esa droga y a partir de que se prohibió su cultivo en el 2000, al siguiente año solo se alcanzó 185 toneladas de opio, lo que fue destacado en octubre del 200l por la Asamblea General de la ONU pues ningún otro país miembro de la ONUDC había logrado tanto éxito en tan poco tiempo.

Tras la invasión anglo-norteamericana, se desarrolló una progresiva siembra de la planta con una espiral en su producción pues ese negocio representa miles de millones de dólares y en el mismo participan poderosos grupos de traficantes.

La heroína se produce mediante el tratamiento de la goma del opio cruda, extraída de la amapola, la que se procesa con sustancias químicas, principalmente anhídrido acético que se introduce en Afganistán desde varios países de Asia y de Europa.

El control general dentro del país lo ostentan los llamados Señores de la Guerra que dominan las diferentes zonas del país como entes independientes que no han podido ser dominados por el régimen de Hamid Karzai, impuesto por Estados Unidos tras la invasión y expulsión de los talibanes, ni por las tropas de la llamada coalición (principalmente estadounidenses, inglesas y francesas) que en número de 35 000 se mantienen en ese territorio.

Uno de esos ejemplos es el caudillo Ismail Khan, gobernador de la provincia de Herat y autodenominado «el Emir del Suroeste» que cuenta con una fuerza militar de 25 000 hombres y mantiene bajo control las rutas de comercio hacia Irán y Turkmenistán.

En el 2003, la fiscalización del comercio fronterizo le aportó 40 millones de dólares solo en aranceles de aduanas, mientras se calcula que el tráfico de opio le representó varios centenares de millones de dólares.

Además de Khan, existen otros caudillos poderosos como Abdul Rashid Dostum y Atta Mohammed en el norte y Gul Agha Sherazai en el suroeste, los que con el dinero que recaudan dirigen las vastas provincias que controlan como sus propios feudos y obvian el llamado régimen central de Karzai, al que solo entregan una ínfima parte de la enorme cantidad de dinero que manipulan.

Los caudillos cuentan con abundante armamento con los que dirigen los negocios y sus territorios, y por eso se dice que el gobierno de Karzai es prácticamente fantasma. Como publicó el diario inglés The Independent, el trafico de droga constituye el tercer comercio mas importante, después del petróleo y de la venta de armas.

Existen poderosos intereses comerciales y financieros detrás y desde este punto de vista, el control geopolítico y militar de las rutas de la droga es tan estratégico como el del petróleo y de los oleoductos, pues las decenas de millones de dólares que provienen de su comercio, son depositados en el sistema bancario de occidente.

En conclusiones, la guerra contra Afganistán no ha traído ningún beneficio económico para esa empobrecida nación pero la ha hecho convertirse en el territorio donde se cosecha y exporta la mayor cantidad de opio y heroína.