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Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. 26 de abril. Sala Julio Cortázar. 20.30 hrs.

La Estrella de Cuba(Inventario de una expedición) – Selección de 27 nuevos poetas cubanos.

Fuentes: Rebelión

Presentadora: Basilia Papastamatíu Inventario de una Expedición Edel Morales La tarde del 6 de octubre de 2003 estábamos en el Mirador de Malones, mientras caía el sol sobre la amplia bahía de Guantánamo. Liudmila Quincoses insistía en la necesidad de una foto de grupo que dejara memoria gráfica del suceso, con ella al centro, y […]

Presentadora: Basilia Papastamatíu


Inventario de una Expedición

Edel Morales

La tarde del 6 de octubre de 2003 estábamos en el Mirador de Malones, mientras caía el sol sobre la amplia bahía de Guantánamo. Liudmila Quincoses insistía en la necesidad de una foto de grupo que dejara memoria gráfica del suceso, con ella al centro, y Ariel Barreiro me dijo: «Dame un kilo de audio nada más y armo un concierto aquí que los va a dejar locos a todos». Éramos una treintena de poetas y trovadores juramentados en la tardenoche de aquella montaña, con la Base Naval a nuestros pies y la expectativa, el dolor, la rabia de observar a simple vista el pedazo de suelo nacional ocupado por Estados Unidos, el campo de prisioneros talibanes hacia el este, las luces de los autos que transitaban frente a nosotros y, más cerca, las líneas de demarcación, el territorio minado, las postas cubanas y norteamericanas.

Habíamos llegado al Mirador en el último minuto posible, después de romper lanzas contra viejos molinos, asumir que La Estrella de Cuba[1] era «única e indivisible», y visitar la unidad del Batallón de la Frontera destacada en la zona este de la Bahía. Era el segundo día de un recorrido de quince que había comenzado en el Mausoleo a José Martí, en Santiago de Cuba, y nos llevaría por todas las provincias del país, en una gira de homenaje al Bicentenario de José María Heredia,[2] organizada por el Instituto Cubano del Libro y la Asociación Hermanos Saíz de escritores y artistas jóvenes. Varias jornadas más tarde, luego de «invadir» poéticamente el centro del país, visitar el Mausoleo del Che, y ganar a verso limpio nuestra batalla de Santa Clara, Teresa Melo y Eduardo Sosa, espíritu y milagro del grupo, coin cidirían en destacar la unidad y desprendimiento de los integrantes de la gira como lo más trascendente de esos inolvidables días de (re)conocimiento del país y de nosotros mismos[3].

El 20 de octubre, día de la cultura nacional, en el momento de la última presentación en Ciudad de La Habana, acumulábamos un agotamiento antiguo, pero era mayor la alegría y certidumbre de quien se sabe feliz participe en un evento que lo trasciende y que quizá sin su aporte hubiese quedado incompleto. Trabajamos sin descanso, respirado a pulmón lleno el aire del país: habíamos (re)descubierto la patria en su continuidad y compartido con su gente, bailado en sus madrugadas, realizado 62 lecturas y conciertos para unas 10 000 personas en parques y plazas, universidades y teatros, librerías, fábricas, hospitales, prisiones, tabaquerías, unidades militares, escuelas de enseñanza media, barrios y comunidades… de las catorce provincias del país, con públicos diversos que se involucraron en la propuesta de un arte de vanguardia, sin concesiones[4]. Nos alegraba tambi&ea cute;n la variedad del intercambio con artistas jóvenes de los territorios visitados, que amplió el alcance y significa do de la gira al interior del movimiento artístico. Carlos Augusto Alfonso lo resumiría así: «El viejo anhelo de juventud de recorrer la Isla como saltimbanqui (actuando e interactuando con todos los sectores sociales) ahora se ha cumplido en compañía de grandes artistas y extraordinarios seres humanos»[5].

Este libro -al cual me parece de rigor conceder el mismo nombre de todo el proyecto, La Estrella de Cuba- quiere dejar memoria escrita de una expedición singular de la poesía por la patria profunda, hacer un inventario de textos de los poetas que participaron en aquella gira-homenaje al fundador del alma nacional, José María Heredia, en el año de su Bicentenario. No se limita, sin embargo, a cumplir ese alto propósito, que por si solo lo justificaría. Si algo satisface en la mayoría de estos poemas es que son expresión de una autenticidad a prueba de artificios, modas, dogmas y escuelas literarias. Su diversidad temática y estilística revela muchas de las claves características de la poesía cubana contemporánea (tan dada a poéticas más o menos clonadas o dialogantes pero también a estéticas contrapuestas y hasta excluyentes entre sí), sin que se resienta demasiado el tránsito de un poeta a otro, la obligada dramaturgia de su discurso combinado. La obra reunida en estas páginas es, de tal suerte, una suma muy representativa de qué y cómo escriben en cada una de las regiones culturales del país los poetas cubanos nacidos después de 1960, integrantes de dos promociones distintas mas no necesariamente enfrentadas en su (re)visión del sentido y utilidad específica de la poesía.[6]

Todos los poetas que participaron en la gira y aparecen ahora reunidos en estas páginas son muy atendibles y pertenecen a lo que se ha dado en llamar la vanguardia artística joven, pero no es esta una antología de la joven poesía cubana, en el estricto sentido que tal definición supone. No pretende serlo. Me haría sentir incómodo cualquier amago de reducir la poesía cubana más reciente a estos nombres o a estos textos. Faltan aquí autores y poemas sin los cuales es imposible plantearse tal propósito. Por una razón u otra no estuvieron esos poetas en el suceso cultural que aquí hemos venido reseñando, al que se ajusta la muestra presentada. Otra vez será, y con el mismo gusto, como solía decirnos Bola, en sitios ya innombrables.

Hay aquí, como corresponde, afinidades y disidencias entre autores distintos y voces individuales muy claramente perceptibles. Varias maneras tendría de relacionarlos: desde sus temas recurrentes y sus prácticas escriturales hasta sus años de formación, sus principales influencias y sus licores predilectos. Pero no me decido por ninguna. Frente a este libro, estos autores, no logro evitar la irracional emoción de recordarlos entre comarca y comarca, diciendo sus textos, firmando libros y autógrafos, todos el mismo y diferentes al conjunto, bajo la desazón y el confort que provoca un(a) nuevo(a) lector(a) seducido(a) por ese poem(it)a y no por otro, aunque nuestras ilustradas mentes discrepen de elección tan impensada.

Cada poeta es un universo que se expande o contrae o deteriora, cada poema un mundo por agotar o desdibujarse, cada verso una puerta que se abre a nuevas interrogantes. Y dentro del caos que alguna vez estructuramos en palabras para intentar encontrarle un sentido, el Lector común, ese desconocido que nos aleja de la sinrazón y detiene el salto a la locura, elige a su manera, según sus referentes, los textos propicios para intentar su propia pregunta. Él señalará en las páginas que siguen aquellos que prefiere para sí y hará marquitas, acotaciones, notas al margen, recordará o buscará otros poemas en libros de este o aquel autor. Sin embargo, no puedo dejar de llamar su atención sobre el hecho de que tiene aquí a la mano a muchos de los más reconocidos poetas cubanos jóvenes de ahora mismo[7], varios de ellos simplemente indiscutidos e indiscutibles, que se hacen acompa& ntilde;ar de unos amigos menos promocionados pero igualmente valiosos. Le propongo penetrar a un espacio donde pu ede vivir una vida distinta, elegir un verso y regresar más tarde por otro, sin temor a causar molestias.

Adelante. Suyo es todo lo que la poesía ofrece.


ACERCA DE LOS AUTORES

Reinaldo García Blanco (Venegas, 1962). Ha publicado, entre otros: Casa del fabulador (1989), Larguísimo elogio (1990), Textos para elogiar a la novia y al país (1991), Advertencias (in)fieles para escuchar el pájaro de fuego de Stravinsky (1992), Abaixar las velas (1994), Perros blancos de la aurora(1994), Adiós naves de Tarsis (1995), Reverso de foto & Dossier (2000). Miembro de la UNEAC. Le fue otorgada la Distinción por la Cultura Nacional.

José Ramón Sánchez Leyva (Guantánamo, 1972). Sus textos han sido incluidos en las antologías poéticas: Cuerpo sobre cuerpo sobre cuerpo (2000), Los parques (2002) y A salvo en el estío (2002). Miembro de la AHS.

Arístides Vega Chapú. (Santa Clara, 1962). Ha publicado, entre otros: Breve estancia de Cristo en la ciudad de Matanzas (1989), Finales de los años (1993), Últimas revelaciones en las postales del viajero (1994), La casa del Monte de los Olivos (1996), Retorno de Selím (1998), El riesgo de la sabiduría (2001), El signo del azar (2002) y Días a la deriva (2003). Miembro de la UNEAC. Le fue otorgada la Distinción por la Cultura Nacional.

Liudmila Quincoses Clavelo (Sancti Spíritus, 1975). Ha publicado los poemarios: Un libro raro (1995), En el último sendero el iniciado piensa (1996), Los territorios de la Muerte (2001) y Poemas en el último sendero (2002). Textos suyos han aparecido en diferentes antologías, entre otras L’isola che canta (1998), Cuerpo sobre cuerpo sobre cuerpo (2000), Los parques (2002) y Heridos por la luz (2002). Miembro de la UNEAC y de la AHS. Le fue otorgada la Distinción por la Cultura Nacional.

Nelson Simón González (Pinar del Río, 1965). Ha publicado los poemarios: El amolador de tijeras pregunta por su casa (1988), Ciudad de nadie (1992), El peso de la Isla (1993 y 2002), Con la misma levedad de un náufrago (1995), Criatura de isla (1996), En el cofre de un pirata (poesía para niños, 1998), A la sombra de los muchachos en flor (2001 y 2004), Carta inconclusa a Dulce María Loynaz (2002), Para no ser reconocido (2002) y Brujas, hechizos y otros disparates (cuentos para niños, 2000). Ha sido incluido, entre otras, en las antologías Ellos pisan el césped (1987), Un grupo avanza silencioso (1989), De transparencia en transparencia (1992), Nuevos poetas cubanos (1994), La isla entera (1995) y Nuevos juegos prohibidos II (1997). Miembro de la UNEAC. Le fue otorgada la Distinción por la Cultura Nacional.

Frank Castell González (Las Tunas, 1976). Ha publicado los poemarios: Confesiones a la eternidad (2001) y El suave ruido de las sombras (2003). Textos suyos aparecen en las antologías Cuerpo sobre cuerpo sobre cuerpo (2000) y Los parques (2002), entre otras. Miembro de la AHS.

Ronel González Sánchez (Cacocum, 1971). Ha publicado los poemarios: Desterrado de asombros (1997), Zona franca (1998), Consumación de la utopía (1999), La furiosa eternidad (2000), El Arca de No Sé (2001) y La inefable belleza (2003), entre otros. Es autor de las antologías Diez poemas cubanos (1998) y Antología de la décima cósmica de Holguín (2003). Miembro de la UNEAC y de la AHS. Le fue otorgada la Distinción por la Cultura Nacional.

Marilyn Roque González (Jagüey Grande, 1972).Ha publicado los poemarios: Imagen y semejanza (2002) y Poemas para entretener al loco (2003). Textos suyos aparecen en las antologías Hermanos (1997), Cuerpo sobre cuerpo sobre cuerpo (2000), Mujer adentro (2000), Los parques (2002), Poetas de Matanzas V, La última cena, y Poetas de la isla, entre otras. Miembro de la AHS.

José Antonio Taboada del Toro (Nueva Gerona, 1968). Ha publicado los poemarios: De cómo le robo al tiempo su derecho de amanecer (1994), Espirales del alma (1996), Isla perdida en el tiempo (2001) e Infield hit (2003), así como Hart Crane, el poeta perdido en Isla de Pinos (ensayo-biográfico, 2001). Es autor y coautor, respectivamente, de las antologías Donde el horizonte prohíbe lejanías (1996) y Sueños deformados (1996). Tiene en proceso de impresión el libro Mujerluz definida. Miembro de la AHS.

Alejandro González Bermúdez (Camagüey, 1964). Ha publicado los poemarios: Como un delfín después de la acrobacia (1997), Fábulas del tiempo y la memoria (2000), Confesiones del espejo (2000), Toda la verdad del tiempo (2000), así como la selección Poesía camagüeyana (2003). Textos suyos han sido antologados en El asunto es estar localizable (1992), Nuevos poetas cubanos I (1995) y Nuevos juegos prohibidos (1997). Miembro de la UNEAC.

Alberto Sicilia Martínez (Cabaiguán, 1966). Ha publicado los poemarios: El camión verde (1994) y A favor de la roca (1998). Textos suyos han aparecido en diversas antologías, entre otras, Retrato de grupo (1989). Miembro de la UNEAC. Le fue otorgada la Distinción por la Cultura Nacional.

Arlen Regueiro Mas (Ciego de Ávila, 1972). Ha publicado los poemarios: Páginas del agua (1998), Memorias del cuerpo (2000) e Identidad para el silencio (2003). Textos suyos se hallan en las antologías Arribos de la luz (2000), Cuerpo sobre cuerpo sobre cuerpo (2000), Los parques (2002), Antología cósmica de la poesía cubana, t. III (2002), Moneda nacional (2003) y Estación Interior (2003). Miembro de la AHS.

José Manuel Espino Ortega (Colón, 1966). Ha publicado los volúmenes: Sueño de una noche de verano (décima, 1989), Barco de sueños (poesía para niños, 1991 y 1995), Rantés vive en la otra puerta (poesía, 1996), El cartero llama tres veces (poesía para niños, 1993 y 1996), Magia blanca (narrativa para niños, 1997), Laberinto (poesía para niños, 1998), El próximo circo (poesía para niños, 1998), Así sea (poesía, 1999), Mapas del hijo pródigo (poesía, 2001) y El libro de Nunca-Jamás (poesía para niños, 2003). Miembro de la UNEAC. Le fue otorgada la Distinción por la Cultura Nacional.

Rigoberto Rodríguez Entenza (Sancti Spíritus, 1963). Ha publicado los poemarios: De tales amantes tal historia (1990), Hombre colgando de un pie/ del mundo (1991), La mano y el silencio (1998), Cuerpo de álamo (2002) y Sitios cruzados (2003). Textos suyos han sido antologados en Jugando a juegos prohibidos (1992), Nuevos poetas cubanos II (1994), Poesía espirituana y La ciudad en sus poetas (1994), Nuevos juegos prohibidos (1995), Anuario de poesía (1994), Hermanos (1997), Poesía cósmica cubana (2002) y Una mirada (poesía cubana contemporánea) (2003), entre otras. Miembro de la UNEAC. Le fue otorgada la Distinción por la Cultura Nacional.

Ray Antonio Faxas Fernández (Amancio Rodríguez, 1975). Ha publicado los poemarios: Apuntes desde el filo de la navaja (poesía, 2001) y La carne de los insectos (cuentos, 2003). Textos suyos han sido antologados en Los parques (2002). Miembro de la AHS.

Francis Sánchez Rodríguez (Ciego de Ávila, 1970). Ha publicado los poemarios: Revelaciones atado al mástil (1996), Antología cósmica de Francis Sánchez (2000), El ángel discierne ante la futura estatua de David (2000 y 2002), Luces de la ausencia mía (2003), Música de trasfondo (2001) y Reserva federal (2002), así como Dulce María Loynaz: la agonía de un mito (ensayo, en coautoría con Ileana Álvarez, 2003). Realizó las selecciones de poesía Arribos de la luz (2000), Antología de la décima cósmica de Ciego de Ávila (2002) y Estación interior (2003). Miembro de la UNEAC y de la AHS.

Katia Gutiérrez Miró (Guantánamo, 1973). Ha publicado el poemario Toda eternidad y otras regiones (2002) y el libro de cuentos Recetas fáciles para el hogar (2004). Miembro de la AHS.

George Riverón Pupo (Holguín, 1972). Ha publicado los poemarios: Contra la soledad de la sombra (1994), El último dios (1997), Los días del perdón (1998), Extraños seres de la culpa (1999) y Escritos invernales (2003). Textos suyos aparecen en Cuerpo sobre cuerpo sobre cuerpo (2000) y Los parques (2002), entre otras antologías. Miembro de la AHS.

Alejandro Ponce Ruiz (Manzanillo, 1974). Ha publicado los poemarios: Oscuros de fuego (plegable, 1991) y Ius Postliminii, (2002). Aparece en las compilaciones Casa de las alucinaciones (1995) y Al sur está la poesía (1997). Miembro de la AHS.

Herbert Toranzo Falcón (Ciego de Ávila, 1972). Ha publicado los volúmenes: La torre de Donovan (cuento, 2002) y Puente sobre el Estigia (poesía, 2002). Textos suyos aparecen en las antologías Arribos de la luz (2000) y Antología de la décima cósmica de Ciego de Ávila (2002). Miembro de la UNEAC y de la AHS.

Pedro Llanes Delgado (1962, Placetas). Ha publicado los volúmenes: Diario del ángel (poesía, 1993), Icono y ubicuidad (ensayo, 2000), Sonetos de la estrella rota (poesía, 2000), Partitura hecha por el sinsonte (poesía, 2001) y El fundidor de espadas, (novela, 2003). Ha sido incluido, entre otras, en la antología Las palabras son islas (panorama de la poesía cubana del siglo xx) (1999). Miembro de la UNEAC. Le fue otorgada la Distinción por la Cultura Nacional.

Kenia Leyva Hidalgo (Holguín, 1974). Ha publicado los poemarios: Disertación de Cleopatra mientras amanece sobre Roma (2000) y La limpia sangre del cordero (2003). Ha sido incluida en las antologías Cuerpo sobre cuerpo sobre cuerpo (2000), Mujer adentro (2000) y Los parques (2002), entre otras. Miembro de la AHS.

Alberto Edel Morales Fuentes (Cabaiguán, 1961). Ha publicado los poemarios: Viendo los autos pasar hacia Occidente (1994), Escrituras visibles (1999) y Lejos de la corriente (2002 y 2004). Seleccionó y prologó el catálogo de jóvenes poetas cubanos Cuerpo sobre cuerpo sobre cuerpo (2000). Sus poemas aparecen, entre otras, en las antologías Jugando a juegos prohibidos (1990), Heridos por la luz (2002) e Islas la isla (2003). Miembro de la UNEAC. Le fue otorgada la Distinción por la Cultura Nacional.

Israel Domínguez Pérez (Placetas, 1973). Ha publicado los poemarios: Como si la muerte hubiera sido un sueño (1996), Poemas tempranos (1997), Invitaciones (1998) y Hojas de cal (2001). Textos suyos aparecen en Cuerpo sobre cuerpo sobre cuerpo (2000) y Los parques (2002), entre otras antologías. Miembro de la UNEAC y de la AHS.

Carlos Augusto Alfonso Barroso (Ciudad de La Habana, 1963). Ha publicado, entre otros, los poemarios: El segundo aire (1987), Población flotante (1994), La oración de Letrán (1996), Fast delivery (1997), Cabeza abajo (2001) y Cerval (2004). Ha sido incluido en las antologías Retrato de grupo (1989) y Las palabras son islas (panorama de la poesía cubana del siglo xx) (1999), entre otras. Miembro de la UNEAC. Le fue otorgada la Distinción por la Cultura Nacional.

Juan René González Coyra (Banes, 1970). Ha publicado los poemarios: Nocturnario de la sed (1995), Las vidas miserables (1999), El oráculo de Delfos (2001) y En el jardín de Epicuro (2003). Seleccionó y prologó la antología de nuevos poetas cubanos Los parques (2002). Miembro de la AHS. Le fue otorgada la Distinción por la Cultura Nacional.

Teresa Melo Rodríguez (Santiago de Cuba, Cuba, 1961). Ha publicado los poemarios: Libro de Estefanía (1990), El vino del error (1998, Premio de la Crítica), Yo no quería ser reina (2001), El mundo de Daniela (poesía para niños, 2002) y Las altas horas (2003). Antologó las selecciones de poesía Mujer adentro (2000), Incesante rumor (2002) y Soy el amor, soy el verso. Selección de poesía de amor en lengua española (2004). Sus textos aparecen, entre otras, en las antologías Ellos pisan el césped (1988), Poesía infiel (1989), Retrato de grupo (1989), Jugando a juegos prohibidos (1990), La isla entera (1995), Hermanos (1997), El turno y la transición. Poesía latinoamericana del siglo XXI (1997), Donde termina el cuerpo (1998), Mujer adentro (2000), La casa se mueve (2001), Incesante rumor (2002) y Heridos por la luz (2003). Miembro de la UNEAC. Le fue otorgada la Distinción por la Cultura Nacional.

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[1] La Estrella de Cuba, considerado el primer poema revolucionario cubano, es seguramente una de las obras de la literatura nacional donde mejor se revela el drama de «aquel que es humano» y emprende un proyecto emancipador. Dice José Martí: «El primer poeta de América es Heredia. Sólo él ha puesto en sus versos la sublimidad, pompa y fuego de su naturaleza. El es volcánico como sus entrañas, y sereno como sus alturas». Ángel Augier, el más exhaustivo investigador de su obra, considera a Heredia «el primer poeta que expresó el intenso sentimiento patriótico de los hijos de Cuba, y la decisión de conquistar por las armas la independencia y libertad de la patria». En octubre de 1823, después del fracaso de la independentista Conspiración de los Soles y Rayos de Bolívar en la cual había participado, mientras era perseguido por las autoridades coloniales, «Heredia escribe La Estrella de Cuba, su primera poesía revolucionaria cubana. Convierte a la estrella solitaria en símbolo d e cubanía, pues años después la estrella pasaría a la bandera cubana, como la palma a la que le canta en su oda Niágara adornaría el escudo nacional», nos recuerda Leonardo Padura. Roberto méndez precisa que es «el primero de una serie de poemas donde abiertamente reclama la independencia del país». Heredia había nacido el 31 de diciembre de 1803, en Santiago de Cuba, tenía 19 años, iba a cumplir los 20, pero lo haría lejos de su amada isla, pues el 14 de noviembre comienza su destierro, del cual no regresaría hasta 13 años después, con un permiso de dos meses. Moriría el 7 de mayo de 1839, a los 35 años, en México, donde permanecen sus restos, que nunca fueron identificados. De ahí el nombre del proyecto de homenaje, tiene ese sentido de utopía y posibilidad infinita.

[2] Para una rememoración detallada de la gira y su significación tanto para la cultura del país como para los poetas y trovadores participantes, sugiero consultar los dossier dedicados a La Estrella de Cuba por El Caimán Barbudo, La Jiribilla y Cauce, entre otras publicaciones que dieron noticia ampliada de la expedición. Recomiendo en particular los artículos El corazón con ganas de bajar a ver, de Teresa Melo, y Sin temor a segundas partes, de Arístides Vega, ambos en El Caimán Barbudo, noviembre-diciembre, 2003.

[3] Por su impacto entre los artistas, tuvo especial relieve la visita a lugares de significación histórica, cultural y política muy importantes para el país como el Mausoleo de Martí, la Brigada de la Frontera, la Plaza de la Patria, Birán, la Casa Natal de Ignacio Agramonte, la Trocha de Júcaro a Morón, el Mausoleo del Che, a sitios relacionados con Heredia como la Casa Natal, la Audiencia de Camagüey o el panteón familiar en Matanzas y espacios de belleza natural y obra humana impresionante como la comunidad Las Terrazas, en Pinar del Río.

[4] Los conciertos centrales de poetas y trovadores se realizaron siempre con gran profesionalidad, alto rigor artístico y buena asistencia de público (siempre más de 100 y hasta 700 personas) en parques y teatros (Terry, en Cienfuegos, Sala Dolores, en Santiago), plazas coloniales como la San Juan de Dios de Camagüey, espacios institucionales altamente simbólicos para la patria y la poesía como la Sala Caturla en Santa Clara o el Centro Hermanos Loynaz en Pinar del Río y sitios hermosísimos como el Bosque de los Héroes en Holguín.

[5] Alfonso, Carlos Augusto: Recorrer la isla como un saltimbanqui. En La Jiribilla. No. 129, 25 de octubre del 2003

[6] Retrato de grupo (Letras Cubanas, 1989), Un grupo avanza silencioso (UNAM, 1991), Cuerpo sobre cuerpo sobre cuerpo (Letras cubanas, 2000) y Los parques (Mecenas, 2002), pueden ser consideradas las muestras más amplias y representativas de estas promociones. Pero ni esos cuatro libros, ni La Estrella de Cuba, agotan la asombrosa variedad de nombres y propuestas en la poesía cubana más reciente.

[7] Pensemos, para empezar, en el placer de una tertulia o de un libro de poemas con las voces fácilmente reconocibles de Teresa Melo, Carlos Augusto Alfonso, Edel Morales, Pedro Llanes, Nelson Simón, Arístides Vega y Reinaldo García Blanco, ya viejos en eso de ser presentados como jóvenes. Sitúe en la misma sala o tomito a René Coyra, José Manuel Espino, Rigoberto Rodríguez Entenza, Francis Sánchez, Ronel González, José Antonio Taboada, Alberto Sicilia y Alejandro González, todavía levemente menos agotados en librerías y pachangas callejeras. Hágalos acompañar por un gran coro de voces verdaderamente jóvenes, pero en rápida evolución como individualidades de sólida presencia, dígase Israel Domínguez, Kenia Hidalgo, Herbert Toranzo, Alejandro Ponce, Ray Faxas, George Riverón, Katia Gutiérrez, Arlé ;n Regueiro, Marilyn Roque, Frank Castell, Liudmila Quincoses y José Ramón Sánchez. En el momento de entrar o abrir este libro, rememore el disfrute que produce la música trovadoresca de Eduardo Sosa, Ariel Barreiro, Freddy Laffita, Diego Gutiérrez, Roly Berrío y Pavel Poveda. No dude que será magnífica la composición escénica, pues la dirección corresponde a Fernando León Jacomino. Dispóngase a pasarla bien hasta altas horas de la madrugada y espere magníficas sorpresas de antiguos conocidos y nuevos invitados. Entre y pida usted, que esta noche los poetas de La Estrella… invitan.