El día que todos los pueblos y culturas del orbe consigan vivir en relativa paz y justicia social habrá que resolver un par de asuntos espinosos: el racismo y la religión. La Causa Primera lleva el color de la luz. Y la luz es blanca. La maldición que el viejo Noé echó sobre su hijo […]
El día que todos los pueblos y culturas del orbe consigan vivir en relativa paz y justicia social habrá que resolver un par de asuntos espinosos: el racismo y la religión. La Causa Primera lleva el color de la luz. Y la luz es blanca.
La maldición que el viejo Noé echó sobre su hijo Cam después del diluvio hizo que el alcahuete de Sem fuese el bendecido, y Cam el maldecido. Sem se convirtió en padre de todas las «razas caucásicas» y Cam en padre de todas las «razas malditas». Vamos bien: cuatro milenios después, ningún descendiente de Sem admitiría su racismo congénito. Ni siquiera los responsables que la semana pasada montaron en Los Angeles una exposición del faraón egipcio Tutankamón, representado como blanco.
El publicista que recurre a la imagen de una negra para el comercial de jabón que «lava más blanco» cree que no es racista. Tampoco cree serlo el periódico que anteayer apuntó en titular «Advierten aumento de ideas racistas» (en Estados Unidos), y en la página siguiente señaló al líder boliviano Evo Morales como «quechua», sin aclarar si el presidente del país andino es hispano.
En octubre de 2002 la periodista italiana Oriana Fallacci defendió ante un tribunal de París su derecho a «criticar» a los hijos del Islam. «Se multiplican como ratas -dijo-. Quienes critican mi libro (La rabia y el orgullo) no es porque se hayan convertido al Islam, sino porque no tienen pelotas, son unos castrados», agregó.
Brigitte Bardot, sex symbol de los sesentas y mujer creada en su época por Dios, también niega ser racista. En su Carta abierta a mi Francia perdida (1999), la defensora de las focas se queja del número de inmigrantes musulmanes en Francia, de sus matanzas de corderos y la abundancia de mezquitas en el país «…mientras los campanarios de nuestras iglesias no tañen por falta de curas».
En el white Anglo Saxon protestant globo en que moramos, nadie quiere ser acusado de racista. Con motivo del juicio a Edgar Ray Killen, acusado de asesinar a tres jóvenes antirracistas en 1964, la afrojefa del Departamento de Estado Condoleezza Rice comentó: «más vale tarde que nunca»… Es una esperanza: en 2045 quizá la condenen a ella por el genocidio de su país en Irak y Afganistán.
Inquieta por la historieta mexicana que narra las aventuras de Memín Pinguín, Rice relató que su abuelo debió escapar de su casa a los 13 años, tras un altercado con un «blanco». Un «blanco» que bien pudo estar al servicio del anciano republicano Strom Thurmond (miembro del Ku Klux Klan), así como ella venera hoy al jefe del Senado Trent Lott, partidario de la segregación racial.
El racismo, claro está, también es practicado por la gente «de color». En marzo de 2002 dos afroestadunidenses de San Francisco le rompieron las piernas al nicaragüense Lester Alvarado por parecer árabe, pero lo corriente es que los blancos den golpizas como las que recibió el mexicano Gerardo Pimentel por parecer iraní.
No hay empate. Con excepción de los 100 y 200 metros llanos, el jazz, el son y el box peso pesado, los descendientes de Sem vienen ganando por nocaut. Sin el tráfico de esclavos africanos cazados por los árabes para ser vendidos a ingleses, portugueses y holandeses, otra hubiese sido la historia del «progreso» y Wall Street.
El uso consciente o inconsciente de un cromático adjetivo habla por sí solo: «trabajar como negro», «humor negro», «conciencia negra», «lista negra», «mercado negro», «noche negra», «ver negro», «septiembre negro», «alma negra», «sentimientos negros», «merienda de negros», «nalgas de negra», «sangre negra», «gato negro», «viernes negro», «oveja negra», suma y sigue.
En septiembre de 1997, la aerolínea American Airlines (AA) se disculpó por el contenido de su manual de pilotos, el cual presenta una imagen caricaturesca y despectiva de los latinoamericanos: «Les gusta tomar un trago en el avión antes de despegar, y no es infrecuente que los pasajeros no respeten las reglas y se emborrachen», rezaba el manual.
Años después, un piloto de AA adoptó un tono más amable. En el vuelo Los Angeles-Nueva York del 2 de febrero de 2004, el piloto sugirió a los pasajeros cristianos que alzaran la mano y los invitó a discutir su fe con los no cristianos.
Sin duda Memín Pinguín es una caricatura originada en el racismo larvado de todas las sociedades. Pero Estados Unidos es el campeón del odio racial legalizado: 676 organizaciones, según un estudio del Southern Poverty Law Center realizado en abril de 2002.
Dijo Tom Klamp, ex policía y conductor de un programa de radio en Texas: «¿No es momento ya de que permitamos a nuestra Guardia Nacional, a nuestros militares y a nuestras fuerzas armadas que ocupen las fronteras y les demos permiso de disparar a aquellos que intenten colarse en este país…? (The Tom Klamp show, Dallas, 07/3/01). El momento ya llegó y, posiblemente, no por culpa de Memín Pinguín.