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Derechos ecológicos de los no pobres y de los más pobres

Fuentes: Rebelión

Los habitantes del distinguido distrito limeño de San Isidro son campeones ecológicos. A mi me consta personalmente porque contribuí con algunos escritos a la campaña que los vecinos de la calles aledañas al Olivar realizaron contra la instalación de un bar nocturno (Hooter’s), que amenazaba con alterar la tranquilidad, la seguridad y el valor de […]

Los habitantes del distinguido distrito limeño de San Isidro son campeones ecológicos. A mi me consta personalmente porque contribuí con algunos escritos a la campaña que los vecinos de la calles aledañas al Olivar realizaron contra la instalación de un bar nocturno (Hooter’s), que amenazaba con alterar la tranquilidad, la seguridad y el valor de las propiedades de la zona, sin tomar en cuenta para nada la opinión de quienes viven en el sitio desde hace decenas de años.
En otras partes se rechaza la apertura de nuevos grifos, que se consideran inseguros y contaminantes. Nadie quiere que las zonas residenciales se transformen en comerciales. O que se inserten edificios públicos donde siempre hubo un ambiente de parques y viviendas. Abiertamente se condena a la Embajada española por haber perpetuado colas de madrugada para la obtención de visas, atropellando los derechos de los solicitantes y la vida del vecindario.
Y no se piense que todo se reduce a los carteles de protesta o a memoriales ante la autoridad. Porque también los sanisidrinos hacen marchas cuando sienten que le tocan la suya. Pero nadie piensa en poner un cerco de policías armados con fusiles en la esquina donde pretenden montar uno de los grifos repudiados para garantizar la inversión privada, ni Althaus llora por los griferos, ni Rosa María Palacios dice que los vecinos están luchando contra una entidad virtual que todavía no existe, como lo hacen los campesinos de Majaz.
En San Isidro los curas no elaboran rezos ecológicos ni hay ONG que azucen a los pobladores. Pero igual hay molestia cuando se comprueba que la autoridad tiene acuerdos por lo bajo con los grupos privados y manipula las normas para salir con su gusto, como ocurría con el Hooter’s. Yo escuché señoras anunciando una huelga de hambre si el alcalde Salmón ratificaba la resolución de autorización. Y algunos estaban dispuestos a bombardear con tomates, huevos y piedras a Castañeda si insistía en imponer un cambio de uso a la calle Libertadores para permitir la apertura del establecimiento.
¿Por qué es tan difícil comprender que los agricultores de San Ignacio, Huancambamba y Ayabaca, reaccionan con igual derecho para defender la propiedad de sus tierras, la tranquilidad de sus hogares y el valor de su producción de café orgánico, arroz y otros productos?
Cuando dicen no a la mina, no lo hacen por ignorantes o manipulados, como pretenden los periodistas ignorantes y manipulados que opinan porque sienten que sus ingresos tienen que ver con la presencia de grandes empresas en el país, y que son incapaces de la más pequeña aproximación a la problemática de la gente del campo, que es vista en bulto como indigente, atrasada y facilita de engañar.
Los derechos ecológicos, al aire limpio, al agua limpia, a la vida sana, a la armonía con la naturaleza, son válidos en los países ricos y en los pobres, en los barrios más acomodados como en las provincias alejadas, entre las poblaciones de clases acomodadas y medias altas, y entre los agricultores pobres y no pobres. ¿Cuándo vamos a entender esto?