Traducción: S. Seguí
Introducción
Muchos intelectuales, escritores, periodistas, académicos y políticos sostienen que la clase obrera ya no es una clase revolucionaria. Estos autores, cuando escriben o debaten sobre política revolucionaria hacen referencia a otros sectores, clases o conglomerados («multitudes») a los cuales atribuyen un papel revolucionario.
Desde nuestro punto de vista, la clase obrera sigue desempeñando un papel importante en el movimiento revolucionario, en la medida en que sigue luchando, organizándose y adquiriendo conciencia de su poder y su papel en la Historia.
Argumento teórico
Autores revolucionarios como Marx, Lenin, Gramsci, Luxemburgo y Trotsky sostuvieron que son varios los factores que determinan las potencialidades revolucionarias de la clase obrera, a saber:
-
Al hallarse en una posición central del proceso de producción, circulación e intercambio de mercancías, y por lo tanto respecto a la creación del beneficio y la acumulación de capital, los trabajadores están en condiciones socioeconómicas estratégicas de paralizar el sistema capitalista;
-
Los trabajadores están organizados con arreglo a una división social del trabajo altamente compleja, y se concentran en lugares de trabajo de gran amplitud y en empresas en gran medida interdependientes. Como consecuencia, se facilita considerablemente la comunicación social, la educación política y la organización de clase entre los trabajadores;
-
Las relaciones explotadoras de clase entre el capital y el trabajo son transparentes: mayores beneficios, horarios más largos y medios de trabajo más intensivos equivalen a menores salarios, menos tiempo libre y mayor agotamiento. A estas «condiciones objetivas», que colocan potencialmente a los trabajadores en el centro de la acción revolucionaria, se añaden los factores subjetivos.
Herencia histórica
Los trabajadores han desempeñado un papel revolucionario central en varios momentos históricos, siempre en coalición con otras clases, a saber:
-
Las revoluciones francesas de 1792, 1848,1871 (Comuna de París), 1941-45 (resistencia antifascista) y 1968 (sublevación de estudiantes y trabajadores)
-
Revolución rusa de 1905 y de febrero/octubre de 1917
-
Revolución alemana (1918), derrotada
-
Insurrección china (1927), derrotada
-
Revolución boliviana (1952, 2003 y 2005); Proceso chileno (1971-73); Ecuador (1998)
-
Levantamiento italiano (1969),
-
Venezuela (2002-03)
-
Numerosas huelgas antidictatoriales en Argentina (1960-2003), Uruguay (1970-73), Chile (1983-86) y Bolivia (cada año durante la última década)
Esta herencia histórica ha implantado en la conciencia de la clase obrera una tradición de solidaridad de clase, de lucha y de antagonismo hacia la clase capitalista.
Perspectiva histórica en el papel de la clase obrera
Es absurdo esperar que «la» clase obrera desempeñe un papel revolucionario en todo momento y lugar. Igualmente erróneo sería suponer que el conjunto de la clase obrera se vaya a radicalizar simultáneamente. Además, la lucha revolucionaria de la clase obrera ha implicado siempre coaliciones y alianzas de clase, y en muchos casos un liderazgo compartido. Por último, el punto de entrada de la clase obrera en nuevas situaciones revolucionarias varía con cada contexto histórico. En algunos casos, los trabajadores inician la lucha; en otros, se unen a ella después de que haya sido ya detonada por otras fuerzas políticas y sociales; y en otros, los trabajadores entran en el clímax de la lucha para consumar la revolución.
Los críticos de la clase obrera ignoran el contexto y la complejidad histórica de la intervención de la clase obrera, y se limitan a unas «primeras observaciones» impresionistas, sin analizar el papel de los trabajadores en la resolución de las principales confrontaciones con el capital.
Papel contemporáneo de la clase obrera
No cabe ninguna duda de que otras clases sociales distintas de la clase obrera (campesinos, desempleados, etc.) han desempeñado un papel importante en las luchas y las insurrecciones populares, los movimientos guerrilleros y las huelgas generales. Pero, dicho esto, hay que precisar que la clase obrera, en sus diversas expresiones, también ha formado, en muchos casos, parte de la vanguardia revolucionaria. La mejor manera de analizar esta cuestión consiste en examinar algunas experiencias contemporáneas concretas, a saber:
-
Sublevaciones bolivianas de 2003 y 2005
En ambas importantes sublevaciones, los trabajadores industriales, los mineros y los trabajadores parados urbanos, en alianza con campesinos indígenas, fueron una fuerza decisiva en el derrocamiento de los regímenes neoliberales favorables al imperio. Debe destacarse un aspecto de la mayor importancia: muchos «parados informales» y «trabajadores informales» son, por su identidad de clase, trabajadores y desean incorporarse al mundo laboral como tales. Muchos de los campesinos «cocaleros» fueron antes mineros y están dotados de una importante formación en la lucha de clases.
-
Sublevación argentina de 2001
Los sindicatos principales no desempeñaron un papel en la sublevación; sin embargo, la mayor parte de los piqueteros parados habían sido trabajadores industriales, organizados y liderados por militantes también ex trabajadores, que utilizaron la táctica del movimiento obrero (piquetes y barricadas) contra el Estado capitalista.
-
Brasil – El Movimiento de los Sin Tierra (MST), Ocupaciones de tierras (1985-2005)
Según un criterio científico, los trabajadores rurales sin tierra son obreros asalariados empleados en «fábricas en los campos». El MST es la organización brasileña más grande, mejor organizada y más militante de clase. Ha expropiado más de 10.000 grandes propiedades y ha dado tierras a 350.000 familias, utilizando para ello tácticas de la clase obrera, como expropiar los medios de producción y producir colectivamente. La confederación de sindicatos urbano-industrial (CUT) ha demostrado poca capacidad para llevar a cabo una política de clase. Esto ilustra el problema del desarrollo desigual de la conciencia de clase y de la organización en el seno de la clase obrera.
-
Venezuela: El golpe de 2002 y la resistencia popular
En 2002, en Venezuela, la clase obrera se dividió en sectores revolucionarios y sectores contrarrevolucionarios. Los supervisores, los técnicos y la «fuerza obrera fantasma» (trabajadores absentistas), y los sectores serviles a la burocracia sindicalista apoyaron el golpe (2002) y el cierre de las instalaciones petroleras (2003), mientras que los sectores revolucionarios de los trabajadores se unieron a las masas urbanas en la derrota del golpe, la reposición de Chávez en la Presidencia y la reanudación posterior de la producción de petróleo. Hoy, los trabajadores revolucionarios están desempeñando un papel importante construyendo una nueva confederación sindical, con una perspectiva de clase de defensa del gobierno Chávez contra el imperialismo y los contrarrevolucionarios del interior.
-
México
En México, están teniendo lugar procesos similares a los de Venezuela: un enfrentamiento entre sindicatos reformistas y revolucionarios contra los sindicatos contrarrevolucionarios afines al PRI. Los movimientos sindicales de izquierda están coaligados con las organizaciones de masas campesinas, indígenas y otras. Algunos sindicatos, como la Unión de trabajadores electricistas (SME), han desempeñado un papel catalizador en la creación de un «polo de clase» de lucha continua de las masas urbanas contra el ALCA, la privatización y la defensa del EZLN.
Conclusión
Nuestros estudios de caso demuestran que en muchos levantamientos populares contemporáneos la clase obrera, o, por lo menos, algunos sectores de ella, continúa desempeñando un papel principal en la lucha de clases. No hay absolutamente ninguna razón empírica o histórica para negar el centralismo de la clase obrera en la lucha revolucionaria. Lo que está abierto a debate es qué sectores de la clase obrera desempeñan un papel principal, qué influencia y qué relaciones ha de establecer el movimiento obrero con otros grupos coaligados, y cuál ha de ser la perspectiva política de las organizaciones de trabajadores.
El movimiento obrero ha sido un factor clave en el derrocamiento de regímenes neoliberales; el bloqueo de medidas antipopulares, como las privatizaciones y el ALCA; y la obtención de reformas (expropiaciones de plantaciones). Sin embargo, el movimiento obrero no ha logrado sustituir los regímenes neoliberales por nuevos gobiernos de los trabajadores. Para eso el movimiento obrero necesita disponer de una organización política con una vocación de poder estatal, y contar también con las herramientas del análisis marxista.