¿Qué indigna más? ¿Hambrunas y catástrofes sociales como las de Níger (el país más pobre del mundo después de Sierra Leona), o los miserables discursos que igualan la responsabilidad de los países ricos con la miseria política de una nación dominada que podría ser comprada seis veces por la fortuna de Bill Gates? El gran […]
¿Qué indigna más? ¿Hambrunas y catástrofes sociales como las de Níger (el país más pobre del mundo después de Sierra Leona), o los miserables discursos que igualan la responsabilidad de los países ricos con la miseria política de una nación dominada que podría ser comprada seis veces por la fortuna de Bill Gates?
El gran tianguis de la comedida cultura anglosajona y eurocéntrica simula no darse cuenta de que la cabeza sirve para pensar, y que los temporales son los huesos correspondientes a las sienes, partes laterales del cráneo, comprendidas entre la frente y las mejillas. Tomemos un atlas. Veamos el norte de Africa. Imaginemos un cráneo.
El temporal geográfico indicado encierra los países del Shael. En 1997 fueron encontrados en el este de Etiopía tres cráneos de 160 mil años de antigüedad que sirviera a los paleoantropólogos para demostrar que hasta seis mil años nomás circuló por aquellas tierras el verdadero abuelo de todos: el «Homo sapiens temprano», en medio de selvas frondosas, lagos con peces; jirafas, hipopótamos, antílopes y leones.
En los últimos siglos, factores climáticos vienen replegando la flora y fauna del Shael a un ritmo de 60 kilómetros por año. Y en su lugar quedan arenas inmensas con hormigueros como los de Níger, donde 800 mil niños meten las manitas para sacar los granos almacenados por las termitas, llevándose algunas proteínas a la panza antes de morir desnutridos.
Africa subsahariana (Chad, Malí, Mauritania, Níger, Burkina Fasso, Sudán, Etiopía, Somalía) dejó de ser noticia desde que en los últimos años sus pueblos empezaron a morir a un ritmo de 1.2 millones de personas de malaria, 3.1 millones de sida y más de 3 millones de hambre. Inclusive, en la reciente cumbre que celebró en Escocia el grupo de los ocho países más ricos del mundo, y pese a las voces de alarma que la ubican como «principal emergencia olvidada en el mundo», Níger no fue mencionada.
Los organizadores del catártico ruido roquero Live8 tampoco aludieron a la desesperante situación en la que se debaten 3 millones de los orgullosos descendientes del imperio Shongai (siglos XIV-XVI). Chantajeado con la promesa de cancelar la deuda externa a cambio de «explorar el libre mercado», el gobierno de Niamey resulta parcialmente culpable de este silencio.
La Unión Europea y el FMI, esa organización de expertos en genocidio económico, son los auténticos responsables de haber impuesto en la ex colonia francesa cambios estructurales, incluyendo el IVA en productos básicos y la eliminación de reservas de granos, que elevaron su precio entre 75 y 89 por ciento en los pasados cinco años.
Por ejemplo, a pesar de las lluvias y la invasión de langostas del año pasado, la cosecha 2004-05 de nueve países del Shael fue mejor de lo esperado. Empero, cuando los precios aumentaron entre 40 y 100 por ciento y la gente no tuvo dinero para comprar alimentos, el gobierno de Niamey y el FMI dedujeron que no había hambruna, sino gente más pobre y «focos de desnutrición severa». Las agencias de la ONU también se prestaron a esta práctica criminal, preconizando la venta de alimentos a «precios moderados».
«Se puso de este color (el cabello) hace apenas tres meses», dijo al periódico inglés The Independent Sahei Haban, madre de la pequeña Zaina. «Una de mis otras hijas dijo que era bonito, pero ya lo habíamos visto antes, y ahora tengo mucho miedo… yo ya no como, pero la comida que le doy a mi hija la rechaza por problemas estomacales.» Sahei perdió dos hijos y una hija. Tiene 27 años. Es viuda. En cambio, Rachida Djibo, de 25 años, paralizada de una pierna desde que era niña, se arrastró durante cinco horas y media con Zumedia, su beba de nueve meses, hasta el centro operado por una organización británica de caridad.
En el decenio de 1970, luego de independizarse de Francia (1960), Níger llegó a ocupar el cuarto lugar en las reservas mundiales de uranio (160 mil toneladas). El mineral cubría 70 y 80 por ciento de sus exportaciones, hasta que su precio cayó en el decenio siguiente.
En diciembre de 2002 un informe de «inteligencia británica» aseguró que Irak había intentado importar uranio de Níger. Pruebas: el viaje a Niamey de un funcionario de Bagdad. Estados Unidos exigió conocer por qué el informe de 12 mil páginas entregado por Irak a la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) «pasaba por alto los esfuerzos iraquíes para conseguir uranio en Níger».
La AIEA concluyó que tales informes eran falsos. No obstante, los soldados del Capitán América invirtieron el año pasado unos cuantos millones de dólares en maniobras militares conjuntas con los países del Shael, en el marco de la «lucha transahariana contra el terrorismo».
Washington cree que si Al Quaeda llegase a reclutar a «los hijos del viento y la arena», aquellos temibles guerreros tuareg que en el Sáhara nigerino usan velo azul, podrían retornar a sus épocas de gloria, cuando eran un pueblo poderoso y temido, y no la masa de parias e infelices que al oriente de Níger mueren en casas de adobe y con dieta de mijo, sin que al mundo le importe un comino.