La distancia que tantas veces parece insalvable entre el espacio de lo artístico y el espacio político, o al menos así se defiende cada vez que el pensamiento feminista señala la trascendencia política de determinadas obras de arte, sin por ello promover su censura, sino simplemente señalar su significado político, ha sido quebrantada por Carlo […]
La distancia que tantas veces parece insalvable entre el espacio de lo artístico y el espacio político, o al menos así se defiende cada vez que el pensamiento feminista señala la trascendencia política de determinadas obras de arte, sin por ello promover su censura, sino simplemente señalar su significado político, ha sido quebrantada por Carlo Frabetti al escribir un artículo, publicado en Gara y en Rebelión, respecto a la película Princesas de Fernando León «Esto no es una crítica cinematográfica: es o quisiera ser una reflexión política a partir de ciertos datos socioculturales especialmente preocupantes, y «Princesas» no es sólo la historia de la amistad entre dos trabajadoras del sexo: es o pretende ser una aproximación al complejo mundo de la prostitución y sus problemas, recientemente exacerbados (como tantos otros problemas) por la afluencia masiva de inmigrantes. Vamos a aprovechar, con ilusión, esta coyuntura por varios motivos, porque como feministas entendemos la dimensión política que pueden tener las obras adscritas al espacio de lo artístico, que faltándole espacio- digamos que eso que no cabe en lo poético cae en lo político – transcienden, al ser estos dos espacios colindantes en lo público. Y exponer la dimensión política que tiene otro fenómeno por definición público, la prostitución, tan recurrente hoy en los espacios artísticos.
Cuando se camina por la razón, paradigma del pensamiento ilustrado que aspira a ordenar el mundo conforme a ciencia, y de una manera justa, el abismo lo representa el pensamiento liberal, que aspira a ordenar el mundo conforme al comercio y de una manera arbitraria. Si la tradición Ilustrada se caracteriza por el esfuerzo en nombrar la cosa – lo que lanzara Sócrates, recogieron los ilustrados, perpetuaron los marxistas y reformularon los heideggerianos volviendo a preguntar – es inevitable que los eufemismos respondan a otro orden de estar en el mundo, nada similar al justo orden que implican las matemáticas como bien nos ha ilustrado Frabetti a los mayores a través de libros para los más pequeños.
Y es que en realidad se nos caen todos, pero todos, los palos del sombrajo si entrando en este peliagudo siglo XXI resulta que la lucha – que tanto, y tan firmemente, nos habéis enseñado los marxistas algo más maduros a los marxistas más jóvenes -, transige hasta el límite, hasta romperse y resultar hecha pedazos. Nunca nos imaginábamos que los pocos años que llevamos del nuevo siglo iban a bastar para consumar la inversión definitiva, nunca pensamos que desde las trincheras se pudiera defender el orden ultraliberal. No sabíamos que iba a hacer falta tan poco para hacernos decir que frente a un orden de opresión, representado en la institución matrimonial, en lugar de batallar hasta la muerte, íbamos a defender su estimación económica. Como Frabetti expone, «Y puesto que vivimos en un mundo-mercado en el que todo (menos el cariño verdadero) se compra y se vende, la mujer que decide vender su cuerpo (mejor dicho, alquilarlo: las que lo venden son las esposas)«. Si los marxistas pasan a defender el alquiler de un orden de dominación en lugar de su subversión, ¿qué nos queda, Carlo? No nos queda nada. O a lo mejor, como lleva sucediendo desde hace más de tres siglos nos queda el feminismo, querido amigo, en donde tantos corazones y cabezas lucharon para que nunca se pudiera defender bajo ningún argumento, bajo ninguna estigmatización, bajo ningún eufemismo, un orden de dominación.
Contra la esclavitud que representó el matrimonio desde el imperio burgués, el feminismo deshizo su entramado hasta luchar contra la ideología del amor -trampa suculenta que te regalan en cada hiperproducción de Disney, y en los dentífricos holliwoodienses-.
Históricamente ninguna feminista suplió la sumisión económica que representaba la institución patriarcal en el matrimonio, por otra del mismo orden sólo que en régimen de alquiler. Como tampoco ninguna feminista culpó a ninguna mujer por estar dentro de una estructura patriarcal, sino que trabajó por visibilizar dicha estructura, por descomponer la figura del marido, del prostituidor, del proxeneta, por dotar de herramientas a las mujeres para que fuesen libres.
La trayectoria del movimiento abolicionista es por tanto la trayectoria histórica del feminismo más revolucionario:
» – Desde las filas del marxismo, el feminismo ha sostenido una batalla contra las distintas formas de la dominación masculina, y nunca se detuvo ante la dominación sexual que constituye la prostitución. Aún no terminamos de entender los argumentos contemporáneos que se dicen a sí mismos feministas y marxistas, y no sólo defienden, sino que convierten en caballo de batalla la legalización de la prostitución.
En los años de la revolución el feminismo marxista concebía la prostitución como la expresión de la dominación sexual. La disputa en todo caso, era entre la corriente ortodoxa que negaba la posibilidad de un comunismo patriarcal en tanto que éste, por su propia definición, consistía en la ausencia de propiedad privada, y el feminismo que reconocía la independencia de las dos estructuras -capital y patriarcado – e insistía en que el final del capitalismo no aseguraba el fin de la dominación masculina, los ejércitos rojos tenían en común con el resto de los ejércitos sus burdeles:1
«Se acabará para siempre con la prostitución: Esta vergüenza se la debemos al sistema económico hoy en vigor, a la existencia de la propiedad privada. Una vez haya desaparecido la propiedad privada desaparecerá automáticamente el comercio de la mujer. Por lo tanto, la mujer de la clase trabajadora debe dejar de preocuparse porque esté llamada a desaparecer la familia tal y conforme está constituida en la actualidad. Sería mucho mejor que saludaran con alegría la aurora de una nueva sociedad, que liberará a la mujer de la servidumbre doméstica, que aliviará la carga de la maternidad para la mujer, una sociedad en la que, finalmente, veremos desaparecer la más terrible de las maldiciones que pesan sobre la mujer: la prostitución.» (Alejandra Kollontay, el comunismo y la familia., ed. Fontamara.)
Pese a las diferencias pertinentes, las feministas marxistas que lucharon por el fin de la familia como centro neurálgico para la mujer, contra la feminización del espacio doméstico y de la maternidad, nunca cesaron su lucha ante el fenómeno de la prostitución y mucho menos consideraron que fuese una posibilidad liberadora frente al matrimonio burgués, sino más bien la otra cara de la misma moneda.
La denuncia de la objetualización sexual de la mujer, lejos de representar un orden moral y religioso, representa históricamente las posturas firmes de las feministas que lucharon por la liberalización sexual de la mujer. Kollontay defendía la autonomía del cuerpo femenino, su autodeterminación, precisamente para, como narra en su libro» Autobiografía de una mujer sexualmente emancipada»2, ser un sujeto político.
– La izquierda libertaria: las anarquistas también reconocieron en la prostitución la más ignominiosa de las opresiones por razón de sexo. La educación, arma combativa para las anarquistas libertarias, igualaba a los sexos en su formación e insistía, ya en los años treinta en términos, que hasta hace bien poco nuestra historia silenciaba, como el de coeducación: no sólo se requería una educación mixta sino una educación que compartiese los mismos valores, y que no hubiese distinción de roles de género, para ello es obvio que la demanda por parte de los hombres de cuerpos como mercancía sexual escapaba por completo a las intenciones revolucionarias de las anarquistas:
» Liberatorios de Prostitución: La empresa más urgente a realizar en la nueva estructura social es la de suprimir la prostitución . Antes de ocuparnos de la economía o de la enseñanza, desde ahora mismo, en plena lucha antifascista aún, tenemos que acabar radicalmente con esta degradación social. No podemos pensar en la producción, en el trabajo, en ninguna clase de justicia, mientras quede en pie la mayor de las esclavitudes: la que incapacita para todo vivir digno. (…) Con esto hay que acabar rápidamente. Y ha de ser España la que dé la norma al mundo. Todas las mujeres españolas habremos de ponernos ahora mismo a esta empresa liberadora. Ninguna farsa más de ligas y discurso «contra la trata de blancas». No más sombríos conventos de arrepentidas. No más pasivas conmiseraciones de mujeres distantes. No es problema de ellas, sino nuestro, de todas las mujeres y de todos los hombres. Mientras él exista no se podrá llegar a la sinceridad en el amor, en el afecto, en la amistad, en la camaradería. Hay que hacer enseguida lo que no hicieron nunca asociaciones femeninas que han pretendido emancipar a la mujer organizando algunas conferencias amenas, algunos recitales de elegantes poetas y poetisas, preparando algunas mecanógrafas.
MUJERES LIBRES está organizando liberatorios de prostitución. (…), en ellos se desarrollará el siguiente plan: 1º investigación y tratamiento médico-psiquiátricos. 2º Curación psicológica y ética para fomentar en las alumnas un sentido de responsabilidad.3º orientación y capacitación profesional.4º Ayuda moral y material en cualquier momento que les sea necesaria, aún después de haberse independizado de los liberatorios.Esperamos que todas las organizaciones obreras, asociaciones femeninas, partidos políticos y todas las mujeres y los hombres conscientes colaboren en esta obra, en la que MUJERES LIBRES pone todo su entusiasmo emancipador y constructivo.»3
Parece ser que en los años treinta las acciones revolucionarias podían permitirse el combate contra el patriarcado sin tener que lidiar con argumentos derivados, como la trata de blancas, las anarquistas de los años treinta reconocían el estado de dominación que implicaba la prostitución.»4
Federica Montseny, fue la primer mujer que asumió la cartera de un ministerio en España – ministerio de Asuntos Sociales y Sanidad, durante la República -. Denunciar la prostitución, promoviendo la abolición de las condiciones que la posibilitaban, fue de las primeras medidas políticas adoptadas al asumir su cargo. Cuando estalló la guerra civil defendió Barcelona, como combativa miliciana, en el frente libertario anarquista. Pasó a la historia como La Indomable.
Actualmente en países como Suecia han sido los partidos de izquierda -Izquierda Unida sueca y el Partido Verde -, quienes han iniciado el posicionamiento abolicionista, y han tenido que trabajar duro, y a lo largo de años, para desmontar las resistencias de los partidos de la derecha que consideraban que lo puesto en juego en la prostitución es un asunto personal y privado, imaginamos que el mismo tipo de relación que entienden que hay entre la propiedad privada y sus dueños.
No entendemos muy bien por qué esa tendencia a olvidar, estructuralmente, que la historia de la izquierda es la lucha por la abolición – de la esclavitud, de la propiedad privada -. Nos resistimos a darnos por vencidos, es cierto que nuestro país vivió cuarenta años de dictadura, y que la democracia jovencísima temblaba ante cualquier alarde de prohibición, pero ello no justificó represiones futuras en nombre de la libertad, como la admisión en la OTAN, la guerra sucia de los GAL, la guerra preventiva a Irak. De la misma manera las mujeres reivindicamos que el sistema no se apropie también de nuestra libertad; como el reduccionismo de las películas de Fernando Esteso, y compañía, en donde pareciera que la democracia era por fin, y exclusivamente, las tetas de las suecas en las manos de señores bajitos, gordos y morenos. Antes de la Guerra civil española, nuestras compañeras militantes desplegaron una lista muy, muy larga de derechos, que en la brevedad de la República se extendieron hasta las trincheras de las milicianas, no nos parece justo la asimilación, terriblemente reaccionaria, de los derechos de la mujer con la desnudez de los cuerpos. Sobre todo en una sociedad, en donde, gracias, por cierto, a los movimientos sociales de las mujeres, podemos gozar de nuestros cuerpos, desnudarnos y volvernos a vestir, y disfrutar de ellos con quien queramos, por lo menos hasta que el patriarcado capitalista no termine de robárnoslos definitivamente diciéndonos cuánto tenemos que pesar, el tamaño de nuestros senos, o el número de veces que tenemos que mantener relaciones sexuales y con quien. La prostitución impide la emancipación sexual de las mujeres y ficciona su acceso al espacio laboral.
Por tanto me gustaría reincidir en el sentido estrictamente político que tiene esta lucha. Éste es el principal objetivo que debe mantenernos unidos ¿por qué? Porque nuestra reivindicación es muy, pero que muy política, se trata de responsabilizar principalmente al Estado de la perpetuación de esta situación. La ley abolicionista llevada a cabo en países como Suecia, Corea del Sur, y recientemente en Finlandia, y en Lituania, establecen como prioridad destinar presupuesto público para los países de origen de las mujeres prostituidas. El objetivo es invertir recursos en la socialización, económica, jurídica, académica y política de estas mujeres, facilitar su acceso a la vida política, para posibilitar estructuras que refuercen sus derechos civiles. Y en los países de destino, como ya es el estado español, exigir recursos económicos, regularización de documentación, formación y reinserción laboral.
Estos son los derechos de las mujeres, estos son los derechos de todas las mujeres. Y para ello debemos estar muy unidos, insisto, porque nuestra reivindicación es la de un estado de derecho que no mire para otro lado frente a esta problemática, que se comprometa con unas necesidades sociales, de derechos, y muy democráticas, se trata de un Estado comprometido con la igualdad de hombres y mujeres, con la igualdad de derechos, de oportunidades laborales, de salarios….Lo que sería un Estado de Derecho, y no un estado proxeneta que se rembolsaría una cuantiosa cuota si se reglamenta la prostitución, como promete un representante de Hetaira en unas declaraciones en prensa «las arcas del Estado se pueden ir frotando las manos». Así que la unión es necesaria, porque lo que estamos solicitando las feministas es, una vez más, un gasto público, que nos pertenece a todas como ciudadanas, y no lo que -, por eso la hace tan vendible -, promete la reglamentación: tributos que se le rinden al Estado, convertido definitivamente en un estado proxeneta.
Abolir las condiciones estructurales que posibilitan el fenómeno de la prostitución requiere de un presupuesto público, que pertenece históricamente a las mujeres. Ya es hora de que la historia de la humanidad, sangrientamente patriarcal, desde el Neolítico, nos conceda aquello que es nuestro.
Querido Frabetti, ha llegado el momento de preguntarnos qué pintan los hombres en todo esto, ¿qué pasa con los maridos que compran a las mujeres por correo?¿qué pasa con los hombres que se casan y entienden que el espacio que a ellas corresponde queda dentro de los límites de la cocina y del cuidado de los niños, con exclusividad?¿ Qué pasa con los hombres que compran cuerpos de mujeres y niñas para su uso sexual?¿qué pasa con todos esos hombres que compran esos cuerpos sin preguntar a cada paso si la dueña del mismo está ahí por la autodeterminación de su cuerpo, o por el intercambio monetario entre dos hombres?¿si ha tenido que viajar desde muy lejos?¿si en su país de origen ha sido secuestrada, raptada, separada de sus hermanos y hermanas, de su familia, vendida, violada?¿si acaso la han golpeado en algún momento? Puesto que como tú bien dices «la única manera de resolver el problema de la prostitución (mejor dicho de los problemas personales y sociales relacionados con su ejercicio) es escuchar a sus protagonistas, ver su realidad y respetar sus derechos«. Qué pasa con todos esos hombres que son indiferentes a todo esto, y no lo son al cuerpo de las mujeres, que deja de ser autoderteminado por una misma para ser determinado una y otra vez, por todos sus orificios, por un pene, otro y otro, y luego, otro, y luego otro. O por material de tortura – hierros punzantes, botellas, puños, látigos …-. Las prácticas sadomasoquistas, las más demandas por los prostituidores, son recomendadas en los códigos laborales del marco legislativo de salud pública de países como Australia. Australia reglamentó la prostitución hace veinticinco años, sin embargo en el Estado de Victoria sólo hay cien burdeles legales frente a los 400 ilegales, con tal suerte que las mujeres prostituidas, en su mayoría traficadas desde los países del sureste asiático -cuya edad media es de catorce años- si «alquilan» su cuerpo para las prácticas sadomasoquistas corren menos riesgo de contraer el VIHi. Las mujeres prostituídas corren menos riesgo con los materiales de tortura higienizados que si por ejemplo «alquilan» su cuerpo para otra de las prácticas más de moda como es la «vuelta alrededor del mundo» – que consiste en que varios hombres te perforan con sus genitales todos los orificios de tu cuerpo -. ¿Qué pasa con todos esos hombres que provocan desgarros de vaginas, de ano, hemorragias constantes, en los cuerpos de esas mujeres y niñas? Hemos de incluir el término niña, porque en España las adolescentes que son traficadas de los países extracomunitarios, sobre todo Rumania, o de los países africanos, son en su mayoría, para nuestra legislación vigente, menores.
Pensar que la regulación acabará con el tráfico de mujeres y niñas es una idea contradictoria y liberal, y así se ha visto demostrado en los países donde se ha tomado la nefasta decisión de liberalizar5la prostitución. ¿Quién ha difundido la idea de que prohibir el proxenetismo aumentará el tráfico de personas, y regularlo lo disminuirá? ¿Sinceramente creemos que lo han hecho las mujeres prostituidas?
¿Por qué no regulamos el maltrato a la mujer, en lugar de perseguirlo y castigarlo? ¿Aumentará el número de casos de maltrato si lo perseguimos y disminuirá si lo regulamos? ¿Por que no abolimos entonces, por ejemplo, la figura de contrato indefinido, a ver si de esta manera, por fin se firma alguno?
Respecto a Fernando León, respecto al realismo social, respecto al cine comprometido. La verdad que nosotras estamos mortalmente aburridas, y cansadas. Veamos por qué. Resulta que Fernando León dirige una película de los trabajadores de los astilleros, intentando narrar su vida, su parar en el bar, y vemos todos una película, en donde Javier Bardem se cuestiona una y otra vez por qué las cosas son así, por qué este sistema de producción maneja de tal manera el cotarro que el paro es el estado natural del trabajador, se pregunta unas cuantas veces, lo habla con sus amigos, y un posible desarrollo político es que les incita a plantear que la unión hace la fuerza, a denunciar el divide y vencerán. Esto nos parecerá políticamente correcto, pero es bien distinto a por ejemplo la situación de los trabajadores del best seller (¿?)¿Quién me ha robado mi queso? , a quienes, vestidos de ratoncitos, se les aconseja que no se pregunten nunca por el origen del despido, ni se planten, ni hagan huelgas, ni esperen a los amigos, si no que corran, corran, corran a buscar trabajo, casi, casi a la velocidad de la luz.
Pues bien resulta que al hacer la peli de turno, pero esta vez ocupándose de la problemática de las mujeres, el cineasta cuenta, nada de ninguna astillera, y como él dice, la historia de dos mujeres: dos putas, dos princesas6. Porque considera que esas mujeres merecen mucho respeto, y que ejercen un trabajo como otro cualquiera, al que también tienen derecho. En fin un cúmulo de derechos, de cuerpos, de salta, baila, brinca – como dice León al hablar de las mujeres de la Casa de Campo en el dominical del País -. Un cúmulo de derechos y seguro que de buenas intenciones, y es que hay que tomar conciencia de lo que aquí está sucediendo . Fernando León se acerca al mundo de las trabajadoras, en donde narran su día dos mujeres prostituidas, y sin tener la pretensión declarada de narrar un film político en donde la realidad lleve al espectador a cuestionarse la prostitución, a hacerse preguntas sobre los proxenetas y prostituidores, resulta que la cruda realidad se cuela en la ficción, y sale , contra todo pronóstico, un film que suscita entre algún público despistado la necesidad política de cuestionar la prostitución, el plantarle cara a esa realidad dura y violenta, el asumir que esa vida no la quiere vivir nadie. Resulta que a Fernando León, pese a sus buenas intenciones – esta vez sin embargo lejos de la agitación política, de cuestionar el patriarcado, proxenetas y prostituidores (invisibles en la película) – le sale una peli con una posible interpretación política, y ante esto, – de lo que sinceramente nos alegraríamos de corazón -, Carlo Frabetti se cabrea. Menudo follón que se traen los varones artistas e intelectuales entre sí, porque ni a Fernando León se le ocurre preguntarse ¿por qué no acabó resolviendo los problemas laborales del viril Javier Bardem adentrándole en el tan digno, y bien remunerado trabajo de la prostitución? ni a Carlo Frabetti se le ocurre que la autodeterminación de los cuerpos femeninos no se puede reivindicar desde dentro de la estructura patriarcal sino sólo desde fuera.
El derecho a no ser prostituida es la clave de todo este entramado confuso y demagógico que nos encierra una y mil veces en nuestros cuerpos sexuados. Y este derecho implica un gran gasto público para el Estado que asegure el acceso al mundo laboral a las mujeres, lo que es radicalmente opuesto a que accedan como prostitutas.
Desde las organizaciones7 que trabajamos con mujeres prostituidas, pues en España hay muchas más además de Hetaira, no nos escandaliza que alguien diga «no me importa que no haya nada después de la muerte, lo que no soportaría es que hubiera otra vida y que fuera igual que ésta«, no nos escandaliza que lo diga una actriz 8en una película de ficción, porque hay veces que la realidad se impone a la ficción. Y nuestro trabajo diario, nuestra militancia, supera a cualquier ficción y es tan real, por desgracia, que se cuela hasta la ficción. Porque el infierno que uno quisiera sólo para las producciones cinematográficas, está muchas veces tan cerca, que hay que abrir mucho los ojos para no ejercer en nombre de la denuncia el más sangriento de los despotismos ilustrados, como Carlo dice «todo para las prostitutas, pero sin las prostitutas» Sinceramente, no creo que la batalla por los derechos humanos, de todas nosotras consista en la multiplicidad de amos ; «una mujer que explicita y autogestiona su sexualidad, que se alquila en vez de venderse, que tiene muchos clientes en lugar de un solo amo, es un paradigma excesivamente perturbador para nuestra hipócrita sociedad patriarcal, un espejo en el que muy pocos y muy pocas se atreven a mirarse». La denuncia feminista del patriarcado ha consistido históricamente – sobre todo desde la corriente marxista y anarquista – en que la sujeción de la mujer no puede justificarse por una sujeción económica. Frabetti, lo que no puede ser es que nosotros defendamos la doble esclavitud para las mujeres, el amo capital y el amo patriarcal, – sobre todo si no se está claramente sujeto a uno de ellos económicamente -.
Frente a la tiranía del amo, las feministas de los movimientos sociales y políticos, nunca vamos a ofrecer como alternativa la pluralidad de amos, porque eso sería altamente hipócrita, reproduce hilo tempore la doble moral, la estigmatización de las mujeres, que antes de ser reconocidas en tanto que ciudadanas con derechos civiles, son reconocidas en tanto que mujeres con derechos a gestionar la compra de su cuerpo. En el espacio laboral las mujeres han de entenderse en igualdad de condiciones en tanto que ciudadanas, si nos entendemos en tanto que cuerpos sexuados estamos dando un salto que ha costado mucho que no se de. Esto es una terrible trampa que las mujeres prostituidas, de las distintas asociaciones que trabajan con ellas, están hartas de repetir; no quieren papeles de putas, quieren papeles de ciudadanas para dejar de ser putas. Hay que tener mucho cuidado de ver en qué espejo nos miramos y que clase de derechos queremos promover.
Por ejemplo se me ocurre un buen espejo donde mirarnos, el que refleja el trabajo de la Comisión de derechos humanos de la mujer de las Naciones Unidas; Observaciones finales del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra las Mujeres (CEDAW/C/ESP/5)9:
» 336. A la vez que encomia al Estado Parte por las medidas jurídicas y de otra índole que ha adoptado contra la trata de mujeres y niñas, el Comité expresa su preocupación por el aumento de la incidencia de la trata de mujeres y niñas. Le preocupa la situación de las mujeres que son objeto de ese comercio, en particular las que invocan la condición de refugiadas por motivos de persecución basada en el género.
337. El Comité insta al Estado Parte a que redoble sus esfuerzos por entablar cooperación internacional con los países de origen y de tránsito, dentro y fuera de la Unión Europea, tanto por lidiar con las fuerzas económicas que hacen que las mujeres sean víctimas de la trata como para prevenir la trata de mujeres mediante el intercambio de información. El Comité también insta al estado Parte a que adopte todas las medidas apropiadas para luchar contra la explotación de la prostitución de la mujer, INCLUSIVE desalentando la demanda de la prostitución. El Comité también insta al Estado Parte a que continúe reuniendo y analizando datos provenientes de la policía y fuentes internacionales, procesando y castigando a los traficantes y garantizando la protección de los derechos humanos de las mujeres y niñas objeto de la trata. El Comité exhorta al Estado Parte a que garantice que las mujeres y niñas víctimas de la trata reciban el apoyo suficiente para estar en condiciones atestiguar en contra de los traficantes. Insta asimismo al Estado Parte a que otorgue plena protección, en virtud de la Convención de Ginebra de 1951 sobre el Estatuto de los Refugiados, entre otras a las mujeres víctimas de la trata que pidan asilo por motivos de persecución basada en el género, de acuerdo con la evolución reciente del derecho internacional de los refugiados y la práctica de otros Estados.»
O el Protocolo10 de Palermo en donde para luchar contra el tráfico de mujeres y niñas con fines de explotación sexual, se exige:
«ARTÍCULO 9: 5. Los Estados Parte adoptarán medidas legislativas o de otra índole, tales como medidas educativas, sociales y culturales, o reforzarán las ya existentes, recurriendo en particular a la cooperación bilateral y multilateral, a fin de desalentar la demanda que propicia cualquier forma de explotación conducente a la trata de personas, especialmente de mujeres y niños.»
Desde el lugar de las leyes no podemos promover, sustentar y legislar la violencia contra las mujeres. No podemos confundir las libertades individuales, -como sería el caso de una minoría de mujeres y hombres que demandan la liberalización del mercado prostitucional -, con la libertad de la colectividad que debe asegurar y preservar la ley, asegurando un destino distinto para las más de 300.000 mujeres y niñas migrantes que son esclavizadas sexualmente en nuestro país, convertidas en uno de los negocios más rentables económicamente. La ley debe instaurar, gestionando el presupuesto público, la igualdad de oportunidades, no sólo de iure, también de facto, para todas las mujeres.
Por eso, Carlo, debemos seguir escribiendo libros enseñando a las niñas a sumar, restar y dividir, descubriéndolas la libertad que da el conocimiento, y no ponernos a escribir libros enseñando posturas para que posen desnudas en los escaparates europeos. Esta distinción es la que establece la diferencia radical entre dos mundos muy distintos, luchemos juntos por el primero, porque nunca nos merecerán ningún respeto los compradores de almas y cuerpos.
1 Las marxistas tuvieron que luchar, igual que las filósofas de la Ilustración, exigiendo que se cumpliese coherentemente con el fin de los prejuicios y las dominaciones. Si en el siglo XVIII hombres y mujeres lucharon contra los privilegios estamentales porque suponían una injusticia social – sostenida por una opresión económica y clasista y la luz de la razón hacía a todos los hombres iguales, independientemente de su sangre, las mujeres tuvieron que dejarse la vida en recordar que ellas también gozaban de la misma raíz común. En el siglo XIX cuando el movimiento obrero empuña las armas de la igualdad de clases, las mujeres una vez más han de mantenerse alertas detectando la perpetuación de estructuras que las encadenan por su condición sexual.
2 Kollontay, Alexandra. Autobiografía de una mujer sexualmente emancipada. Ed.Anagrama, ediciones de bolsillo.1975.
3 Revista MUJERES LIBRES: Nº3, julio 1936. Archivos de la CNT; Fundación Anselmo Lorenzo. Fuencarral. Madrid. El grupo de Mujeres Libres representa la lucha feminista dentro de la revolución anarquista de los años treinta, en ella se encontraban combatientes como Federica Montseny, Lucía Sánchez Sornil, entre otras.
4 Extracto del artículo El fin de la caverna del nº 22. 2005 Cuaderno de Materiales, revista de Filosofía y Ciencias Humanas. Facultad de Filosofía UCM
i El VIH enfermedad de mayor mortandad en nuestra era, considerada un riesgo laboral sólo en la práctica de la prostitución
5 «Holanda lleva la lógica económica neoliberal a sus últimas consecuencias. (…) admite que el cuerpo humano puede ser objeto de transacción y reconoce que otra persona puede sacar beneficio de eso. «El derecho a la autodeterminación del que goza toda mujer u hombre adulto y libre que no se encuentre sometido a ninguna influencia ilegal, implica el derecho de esa persona a dedicarse a la prostitución y de permitir que otra persona se lucre con los ingresos que ella obtenga«. (…) Las autoridades holandesas llegan incluso a proponer un nuevo concepto: el de «pleno consentimiento a la propia explotación«. (…) El 80% de las prostitutas de Amsterdam son extranjeras, y el 70% carece de documentación. No es de extrañar entonces que sólo cuatro de los doscientos cincuenta «burdeles» registrados de la ciudad hayan firmado un convenio con el alcalde, que no acuerda ningún derecho a las prostitutas. Las políticas en materia de prostitución y de inmigración ya no se pueden disociar» LOUIS, Marie Victoire. Libres de no serlo Selección de artículos de Le Monde Diplomatique. Editorial Aún Creemos en los Sueños. 2004.
6 Desde la adolescencia una se pasa la vida recordándose que no es ni una princesa ni una puta, sino que es una mujer con todos los derechos para no sufrir ninguno de estos dos estigmas, que son las dos caras de la misma moneda.
7 Como Afesip Somali-Mam, Apramp, Amunod, Clara Campoamor, Médicos del Mundo, Alecrín, IPSSE colectivos laicos que trabajan con mujeres prostituídas, incluso fundados por ellas. Que junto con más de 100 asociaciones de mujeres e instituciones constituyen la Plataforma de Organizaciones de Mujeres por la Abolición de la Prostitución, como: Eje feminista del Foro Social de Sevilla, Enclave Feminista, Vindicación Feminista, Librería de Mujeres, Biblioteca de Mujeres, Mujeres de Negro de Sevilla, Coordinadora Española del Lobby Europeo de mujeres, Asamblea local de IU de Carmona, Secretaría Federal de la Mujer de PCE, Área Federal de la Mujer de IU, Feministas Independientes Galegas, Plataforma 8 de Marzo…
8 La misma actriz que declarándose reglamentarista y defendiendo que la prostitución es un trabajo como otro cualquiera, decide preparar su papel, documentarse y llega, como cuenta en una entrevista en la revista Cinemanía «hasta el punto de plantarme en la Casa de Campo a que me parara un coche. En teoría sólo tenía que decir «veinte chupar, veinticinco follar», pero cuando llegó el momento me quedé bloqueada y no pude ni abrir la boca. No tuve huevos ni corazón ni entrañas» . Sin embargo, la realidad no le permitió considerar ese trabajo como otro cualquiera , y sinceramente no creo que la diferencia que permitiese a Candela Peña dar ese supuesto salto de la ficción a la realidad, fuesen unas condiciones del tipo que el servicio sucediese después de posar desnuda a cuatro patas en una vitrina, o que se desarrollase en una habitación muy higiénica, con vidé y todo, o que supiese que cada vez que hace una felación está cotizando en la seguridad social en régimen de autónoma. Tal vez ha llegado el momento de que hay que hacerse cargo de algo más, que no se está visibilizando; tal vez Candela Peña aunque decidiese voluntariamente prostituirse, era libre de no hacerlo, y por eso no lo hizo. Las mujeres prostituidas en el mundo real, a menudo lo hacen voluntariamente, pero no son libres de no hacerlo, pues, en el mejor de los casos, necesitan irremediablemente el dinero, y no tienen la posibilidad que tuvo Candela, de marcharse a su casa. Candela no pudo soportarlo y se marchó a su casa, o a su trabajo – a defender paradójicamente el derecho de las mujeres a ser prostituidas para agrandar el tamaño de sus pechos ¿? -. El común de las mujeres prostituidas no pueden soportarlo y se quedan a soportarlo; esta situación impide que hablemos de un Estado de Derecho.
9 Informe del Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW) : España. 316. El Comité examinó el quinto informe periódico de España (CEDAW/C/ESP/5) en sus sesiones 649ª y650ª, celebradas el 7 de julio de 2004. Observaciones finales del Comité. Principales esferas de preocupación y recomendaciones El subrayado es nuestro.
10 Protocolo para prevenir, reprimir y sancionara trata de personas, especialmente mujeres y niños, dictado por la convención de las naciones unidas contra la delincuencia organizada trasnacional, que entró en vigor el 29 de septiembre de 2003