Organismos financieros internacionales como el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) están eufóricos porque según afirman, las economías latinoamericanas en su conjunto crecerán este año cerca del 4 %, pero la realidad es que entre abismales diferencias y desigualdades la cifra resulta completamente irrisoria en una región donde abundan sobre todo el […]
Organismos financieros internacionales como el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) están eufóricos porque según afirman, las economías latinoamericanas en su conjunto crecerán este año cerca del 4 %, pero la realidad es que entre abismales diferencias y desigualdades la cifra resulta completamente irrisoria en una región donde abundan sobre todo el hambre y la pobreza.
Después de introducirse en toda la región a partir de finales de la década de 1970 las agresivas políticas neoliberales, de libre comercio y de privatizaciones indiscriminadas, las economías latinoamericanas y en especial de las mayoría de la población pasó a ocupar renglones más bajos dentro de la escala del poder adquisitivo.
La política neoliberal posibilitó, entre otras desgracias, que América Latina y el Caribe se situaran como una de las zonas del mundo con mayor desigualdad entre ricos y pobres, así como en servicos de educación. Salud y telefonía.
David de Ferrante, un alto ejecutivo del BM reconoció que esas diferencias superan incluso a los países de Europa del Este y gran parte de Asia y solo son comparables con algunas zonas de Africa.
Como resultado de la amorfa repartición de los ingresos el 10 % de las personas más ricas de América Latina recibe ingresos promedios 20 veces superiores al 48 % de la población.
Enrique Gamuza, economista jefe para América Latina y el Caribe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) puntualizó que «basados en la experiencia de los últimos 20 años, una de las cosas que realmente preocupan es la rigidez de la distribución de ingreso el cual resulta preocupante para el bienestar. Hay un panorama muy difícil para que se logre un crecimiento y si no se refuerza la riqueza nacional con una mejor distribución difícilmente podremos cambiar».
La revista Forbes ofreció recientemente una lista de las 500 personas más ricas del mundo, entre ellas 25 latinoamericanos: 11 mexicanos, seis brasileños, tres chilenos, dos venezolanos, dos colombianos y un argentino. Solo este grupo acumula una fortuna de 70 000 millones de dólares.
Por eso resulta necesario preguntarse qué significa un 4 o 5 % de crecimiento para la región si una parte importante se destinará a pagar la enorme deuda externa que tienen todos los gobiernos y la otra irá a parar a las arcas de los más ricos.
El BM y el FMI han revelado que en poco más de dos décadas, América Latina transfirió a sus instituciones y a los centros de poder de las naciones desarrolladas, 2 600 billones de dólares para cubrir el pago de la deuda externa, por fugas de capitales y por el diferencial de precio en las ventas de materias primas.
En sentido general la calidad de vida, ya precaria de los latinoamericanos, bajo abismalmente en los últimos 20 años por las políticas neoliberales que motivaron transformaciones estatales con las consecuentes privatizaciones en la administración de los servicios básicos como la salud, educación, electricidad, telecomunicaciones, agua, alcantarillado y otros.
Las cifras aportados por organismos internacionales son escalofriantes. Uno de cada tres niños padece hambre y 60 % es pobre en una región con extensas tierras cultivables.
Esto provoca que enorme cantidad de menores deambulen por las calles vendiendo golosinas, limpiando zapatos, pidiendo limosnas o, en muchos casos, integrándose a bandas de delincuentes, de narcotraficantes o cayendo en las redes del negocio pornográfico.
Ciudades importantes como México DF, Guadalajara, Monterrey, Río de Janeiro, Sao Paulo, Bogotá, Cali, La Paz, San Salvador, Managua, Tegucigalpa, por citar algunas, están repletas de esos infantes que intentan diariamente buscar algo de comer para ellos y en muchos casos para sus familias.
Cifras de la Organización Mundial de la Salud y la CEPAL cifran en cerca de 250 000 los menores de cinco años que fallecen anualmente en relación directa con la pobreza, la desnutrición y enfermedades fácilmente curables como diarreas, parasitismo, influenza.
Mientras el desempleo en la región alcanza el 12 % (si se agrega el sector terciario llega al 50 %) paradójicamente, 40 000 000 de menores laboran en condiciones infrahumanas en la agricultura, canteras, tejares, minas y servicios domésticos y restaurantes, sin recibir algún beneficio social.
Las calamidades y penurias abundan por muchas naciones latinoamericanas donde el analfabetismo, la deserción escolar, la insalubridad y otros males resultarán imparables si los organismos internacionales y los gobiernos no conciben una política económica a favor de las grandes masas.
El supuesto leve crecimiento del PIB en la región, lejos de alegrar debe ayudarnos a pensar en cómo resolver los graves y amorfos males que nos afectan.