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Colombia-Venezuela

Fijación oral

Fuentes: Rebelión

La pasión nubla la razón! Sería interesante conocer los motivos de la bronca que le lleva el ex ministro Juan Manuel Santos al Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías. De manera recurrente emite declaraciones pendencieras en contra de este y no pierde oportunidad para atizar el fuego para avivarlo, cada vez […]

La pasión nubla la razón!

Sería interesante conocer los motivos de la bronca que le lleva el ex ministro Juan Manuel Santos al Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías. De manera recurrente emite declaraciones pendencieras en contra de este y no pierde oportunidad para atizar el fuego para avivarlo, cada vez que se presenta alguna desavenencia o desencuentro entre Colombia y el hermano país. Es una especie de fijación oral, que trasluce una neurosis obsesiva en quien no puede disimular sus antipatías por el mandatario venezolano. No duda para ello en magnificar los motivos que provocan las tensiones en las relaciones entre los dos países, metiendo cuña p´a saca estaca. Esta vez ha dado en la flor de calificar como «peligroso» el interés manifestado por el Presidente Chávez en invertir en proyectos tan importantes para el país, como lo son la Refinería de Cartagena y ECOGAS. Según él, el interés de Chávez en invertir en Colombia tiene un trasfondo «político» al que hay que pararle bolas.

Es bien sabido que yo soy contrario a la privatización a ultranza que ha hecho carrera en nuestro país desde la década de los 90 y particularmente en el caso de la Refinería de Cartagena y ECOGAS he puesto de presente mis reservas[2], habida consideración de que en uno y otro caso se trata del control de actividades estratégicas (la refinación de crudo y el transporte del gas natural), de las cuales el Estado no se debería desprender. No obstante, si la decisión del gobierno es abrirlas a la inversión privada, no se puede poner a esta cortapisas ideológicas o políticas, como no cabe hacerlo en las relaciones comerciales entre los países. Desde cuando hay que auscultar cuál es el interés o la motivación que tiene un gobierno para invertir en nuestro país, antes de abrirle las puertas; ello no dejaría de ser un dislate. Curiosamente, en los medios se registró con alborozo el arribo de la multinacional estadounidense Philip Morris cuando compró a la Compañía Colombiana de Tabaco, cuando la cervecera surafricana SABMiller absorbió a Bavaria, cuando Efromovich compró Avianca o cuando la mexicana TELMEX estuvo a punto de fusionar a Telecom Comunicaciones. A contrario sensu, ahora que la estatal venezolana PDVSA se apresta a participar de la convocatoria que hiciera el gobierno, luego de escindir la Refinería de Cartagena, en procura de encontrar un socio estratégico, con miras a ejecutar el Plan Maestro, ponen el grito en el cielo.

Olvidan o ignoran quienes así reaccionan que Venezuela posee en los EEUU, en el vientre del monstruo, 5 refinerías a través de la filial de PDVSA Citgo, otra más en asociación con Lyondelle Chemical, con una capacidad de refinación de 1.2 millones de BPD, a las cuales se suman tres de PDVSA directamente, con una capacidad adicional de 942.000 de BPD. Contrástese con la capacidad de refinación de ECOPETROL en sus cuatro plantas, que solo asciende a los 305.000 BPD. Y a nadie se le ha ocurrido, ni al más rabioso antichavista, ver en ellas una amenaza para la seguridad de los Estados Unidos; por el contrario, están preocupados por los anuncios de Chávez de salir de varias de ellas. Hemos resultado en Colombia más papistas que el mismo papa.

No nos podemos equivocar, Venezuela sigue siendo, por encima de las diferencias circunstanciales, nuestro aliado estratégico y ello no lo podemos perder de vista. Nuestro comercio con Venezuela está pasando por su mejor momento; el año anterior nuestras exportaciones al hermano país superaron los US $1.600 millones y este año dan trazas de superar los US $2.000 millones. En el primer semestre del 2005 las exportaciones a Venezuela se incrementaron en un 60%, lo cual explica en gran medida el más reciente repunte del crecimiento del PIB. Siempre se ha dicho que la prioridad para Colombia en materia de integración está en los EEUU y no en nuestros socios y vecinos, por que los productos de estos dizque compiten con los colombianos, en cambio la economía estadounidense es complementaria con la de Colombia. De allí el obcecado empeño por firmar a todo trance el TLC con los EEUU, así con ello se mande al cerote la CAN[3]. Empero, es la propia directora de Proexport en Caracas, Mónica Lanceta, la que reconoce que, refiriéndose a las exportaciones a Venezuela, «uno de los elementos que ha permitido este crecimiento es la complementariedad entre las estructuras productivas de los dos países»[4]. Los hechos, entonces, son tozudos y se imponen por encima de las fobias y animadversiones interesadas de quienes conspiran en contra de la armonización de las relaciones entre los dos países.

Es más, a la hora de nona, Venezuela constituye en nuestro principal socio comercial, aunque suene como descabellado decirlo, por encima de los EEUU, pues si se sacan los combustibles, el café, las flores y las piedras preciosas, todos ellos productos básicos, ese país sólo representaría para Colombia el 8.8% del total del comercio de nuestro país, US $1.216 millones de US $13.723 millones en los primeros ocho meses de 2005[5]. Como lo afirma la directora de Proexport en Caracas, Mónica Lanceta, «los productos colombianos de mayor valor agregado tienen en Venezuela uno de sus principales destinos y sus mayores oportunidades…tienen más del 10% de las importaciones venezolanas y con posibilidades de crecer«[6].

Por lo demás, Venezuela y Colombia vienen empeñadas desde la administración Gaviria en el propósito de avanzar en la integración energética, de la cual dan buena cuenta la interconexión eléctrica entre los dos países y el proyectado gasoducto que conectará los campos de gas natural en La guajira con Maracaibo. A mí me cupo el honor de iniciar tales esfuerzos en mi calidad de Viceministro de Minas y Energía, en el marco del G-3, tan venido a menos en los tiempos recientes. No permitamos que las relaciones entre los dos países se enturbien y envenenen por cuenta de los picapleitos; dejemos que los muertos entierren a sus muertos y busquemos la aurora apasionadamente atentos a su signo!



[1] Presidente Sociedad Colombiana de Economistas

[2] Amylkar D. Acosta M. El cuento del gallo capón. Septiembre, 9 de 2004 / Atrapado sin salida. Septiembre, 5 de 2005

[3] Amylkar D. Acosta M. Luz en la calle y oscuridad en la casa. Septiembre, 23 de 2005

[4] Dinero. Noviembre, 11 de 2005

[5] Portafolio. Octubre, 10 de 2005

[6] Ibidem